Hace dos años y medio, desde julio de 2019, que no se celebraba una reunión del Consejo OTAN-Rusia, una instancia de diálogo entre los países aliados y Moscú dedicada a cuestiones de seguridad y política. Veinticuatro horas después de las primeras conversaciones bilaterales entre Washington y Moscú en Ginebra, la Alianza Atlántica y el Kremlin han retomado este canal diplomático con un encuentro “útil”, “franco” y “abierto”, según el secretario general Jens Stoltenberg, destinado a rebajar la tensión provocada por el despliegue de 100.000 soldados en la frontera rusa con Ucrania y el temor a una eventual invasión rusa, que se ha saldado sin avances concretos. 

“No ha sido una discusión fácil pero por eso precisamente era tan importante. Hemos mantenido una discusión seria y un intercambio directo sobre la situación en Ucrania y las implicaciones para la seguridad europea. Hay diferencias significativas entre los aliados de la OTAN y Rusia y no son fáciles de superar pero es una señal positiva que todos los aliados de la OTAN y Rusia se hayan sentado entorno a la misma mesa y hayan abordado cuestiones sustanciales”, ha resumido tras las cuatro horas de encuentro, a nivel de embajadores, en el que también han participado el viceministro de exteriores ruso, Alexander Grushko, y la subsecretaria de Estado estadounidense, Wendy Sherman.

Durante el encuentro Moscú ha vuelto a exigir que ningún país del bloque exsoviético, como Ucrania o Georgia, se adhiera a la OTAN y que los aliados retiren las tropas desplegadas en los países del este. La Alianza Atlántica por su parte ha reiterado que es inaceptable que el Kremlin decida quién entra o no en la organización con sede en Bruselas y ha dejado claro que no renuncia a proteger el flanco este. Es más, ha avisado que podrían desplegar tropas adicionales. "Si Rusia vuelve a utilizar la fuerza contra Ucrania y sigue invadiendo el país, tendremos que estudiar seriamente la necesidad de aumentar nuestra presencia en la parte oriental de la Alianza”, ha avisado Stoltenberg apuntando también a consecuencias económicas y políticas.

Riesgo de conflicto

Stoltenberg ha reconocido que un conflicto armado en Europa es un “riesgo real” y ha explicado que la OTAN hará todo lo posible para evitar este escenario. “Por eso esta reunión y otras de esta semana son tan importantes”, ha reiterado subrayando que la forma de salir de esta crisis es que Rusia rebaje la tensión en Ucrania. “Si Rusia quiere tener éxito a través de la diplomacia debe rebajar la tensión”, ha respondido por su parte Sherman en rueda de prensa. “Tiene que hacer una dura elección: desescalada y diplomacia o confrontación y consecuencias”, ha avisado.

Pese al choque de posiciones, los países aliados se han mostrado dispuestos a seguir programando encuentros con Rusia para tratar de resolver cuestiones que les preocupan, como el aumento de ejercicios militares, evitar incidentes militares peligrosos, reducir las amenazas en el ciberespacio y espacio o el control de armas. El representante ruso, según el secretario general de la OTAN, ha respondido que no está preparado para dar una respuesta.” Lo importante al final es que los rusos no estaban preparados para comprometerse con la serie de discusiones planteadas por el secretario general pero tampoco las han rechazado”, ha explicado Sherman que ha alertado de que si Rusia se aleja del diálogo será evidente que nunca se lo tomaron en serio y ha vuelto a cerrar filas con la UE.

Reunión de la OSCE

A la cita de este miércoles le seguirá este jueves una reunión del consejo permanente de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa, que dirige la diplomática alemana y exsecretaria general del servicio diplomático de la UE, Helga Schmid. Se trata de un foro multilateral en el que participan Rusia, Estados Unidos, la UE y Ucrania y una de las pocas instituciones en las que se sientan todos los actores.

El Consejo OTAN-Rusia empezó a reunirse en el año 2002 como foro de consultas sobre cuestiones de seguridad y cooperación. La guerra ruso-georgiana de 2008, tras la declaración de independencia de las regiones profusas de Osetia del sur y Abjasia, llevó a la suspensión de las reuniones formales hasta primavera de 2009 y desde abril de 2014, tras la anexión ilegal de la península de Crimea, los aliados suspendieron toda la cooperación práctica y militar con Moscú y se reforzaron militarmente en el flanco este.

Las relaciones empeoraron todavía más tras el ataque con gas nervioso en Salisbury, que terminó con la OTAN expulsando a diplomáticos rusos, aunque la OTAN decidió mantener operativo el Consejo, que se reunió en diez ocasiones entre 2016 y 2019. Desde febrero de 2020, el Gobierno de Vladimir Putin había declinado reiteradamente las ofertas de reunión.