El primer ministro británico, Boris Johnson, puede enfrentarse este martes a la mayor rebelión de diputados conservadores desde que asumió el cargo hace dos años. En torno a 70 diputados 'tories' han indicado que se abstendrán o votarán en contra del Plan B, las nuevas normas para frenar la ola de la variante ómicron. La aprobación está garantizada ya que la oposición laborista ha anunciado que respaldará la nueva regulación. La escala de la revuelta será un test para la autoridad de Johnson y una muestra del malestar dentro del Partido Conservador tras los últimos escándalos en los que su líder se ha visto envuelto.

 Durante la sesión en la Cámara de los Comunes habrá cuatro votaciones. Una de ellas se refiere a la obligatoriedad de llevar mascarilla en la mayoría de lugares cerrados, excepto en bares y restaurantes. Otra al reemplazo del aislamiento por el uso de test rápidos diarios durante siete días para quienes han entrado en contacto con alguien contagiado de ómicron. Es sin embargo la exigencia de un pasaporte covid con vacunación completa o alternativamente de un test negativo para entrar en lugares donde haya mucho público lo que enfurece a los diputados conservadores. La norma es a sus ojos anti liberal, “intrusiva”, “autoritaria” y en definitiva poco acorde con la tradición británica. También se vota la vacunación obligatoria para todo el personal de la sanidad pública (NHS) y trabajadores sociales en Inglaterra.

Johnson ha tratado de convencer a los suyos alegando que las medidas son “equilibradas y proporcionadas”. El ministro de Sanidad, Sajid Javid, ha recordado que las restricciones del Plan B son menores, comparadas con las que rigen en Europa. El gran problema para Johnson es que, dada la rápida expansión de ómicron, en cuestión de días o semanas pueden tener que adoptar más restricciones aún, lo que le pondría en una situación extremadamente precaria ante la desobediencia masiva de los suyos.