Con sonrisas y hasta saludos afectuosos. Así han iniciado este martes los presidentes de EEUU y Rusia, Joe Biden y Vladímir Putin, la cumbre virtual por videoconferencia en la que la escalada de tensiones en Ucrania ocupó el grueso de las discusiones. Pero como era de prever, los parabienes entre ambos mandatarios se han producido tan solo durante los momentos iniciales. En el transcurso de la reunión, el mandatario estadounidense ha expresado en torno firme al líder del Kremlin su preocupación ante la concentración de tropas rusas junto a la frontera con su vecino occidental y le ha exigido que dé pasos para "desescalar" la crisis y "regresar" a la diplomacia para resolver el conflicto, según se desprende de un breve comunicado emitido por la Casa Blanca.

El líder norteamericano ha advertido a su interlocutor que, en el caso de una ofensiva militar, "EEUU" y "sus aliados" "responderían con fuertes sanciones económicas". Los medios de comunicación europeos y estadounidenses han venido filtrando en los últimos días un compendio de posibles represalias y que podrían llegar a impedir la convertibilidad del rublo, a desconectar al gigante euroasiático del sistema financiero mundial de transferencias bancarias, y que incluso afectarían al círculo más íntimo del presidente ruso y hasta paralizarían el mismo gasoducto Nord Stream 2, cuya construcción ha sido completada pero que aún espera las bendiciones del ente regulador alemán para entrar en funcionamiento.

Seguimiento de la crisis

EEUU estima que Rusia podría atacar o invadir Ucrania con unos 175.000 soldados y Ucrania calcula que el momento más probable de una nueva agresión rusa sería a finales de enero de 2022. Los dos presidentes, según la nota de la presidencia estadounidense, han encargado a sus equipos "que hagan seguimiento" de la crisis abierta, algo que la parte norteamericana materializará "en estrecho contacto con sus aliados". El texto estadounidense no hace referencia alguna a una eventual cumbre presencial entre ambos dirigentes, una demanda que se había aireado con insistencia desde Moscú en los últimos días.

El Kremlin, por su parte, ha exigido a su homólogo estadounidense "garantías" de que la Alianza Atlántica no se expandiría hacia el este, es decir a Ucrania, Georgia o incluso a Finlandia, y de que no desplegaría armamento en territorio ucraniano, según la versión difundida por el Kremlin. "La OTAN realiza tentativas de usar territorio ucraniano y desarrolla su potencial militar en nuestras fronteras", se lee en la versión rusa de los acontecimientos, difundida más de tres horas después del final del encuentro, cuando en Moscú ya eran altas horas de la noche. Moscú ha calificado el diálogo de "franco" y "profesional", palabras similares a las que empleó tras la cumbre de Ginebra entre ambos mandatarios, celebrada en junio pasado.

Acusaciones de Putin

Putin ha venido acusando con insistencia a la Alianza Atlántica y a todo el bloque occidental de no haber cumplido su compromiso verbal realizado en su día con sus predecesores en el cargo, tras la caída del muro de Berlín, de que la OTAN no se ampliaría al este, ignorando, según el líder del Kremlin, "las legítimas preocupaciones rusas en materia de seguridad". Los expertos creen que Rusia presiona a Washington sobre el tema ucraniano en estos momentos en la creencia de que la defensa de la exrepública soviética no es un tema prioritario en EEUU, dada la rivalidad de Washington con Pekín. Según esta tesis, tras la caótica retirada norteamericana de Afganistán, la parte rusa creería que la situación geopolítica le es propicia frente a su rival geopolítico.

Horas antes del inicio del encuentro, el propio portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, se había encargado de rebajar las expectativas acerca de un posible deshielo entre las dos superpotencias nucleares. "No hay que esperar avances, es una conversación de trabajo en un período complicado", ha subrayado el portavoz. No obstante, ha considerado que el hecho de que ambos presidentes se sienten a hablar en las condiciones actuales ya supone una buena señal.

Además de la crisis ucraniana, ambos mandatarios han tratado temas referentes a la ciberseguridad, al diálogo sobre el desarme nuclear, además de analizar la situación en torno al programa nuclear de Irán.