El primer ministro británico, Boris Johnson, recurrió a todo su catálogo de ocurrencias y juegos de palabras, en los que brilla por su ingenio, para tratar de mandar un mensaje de optimismo a las bases del Partido Conservador en un momento de inquietud por las crisis en la economía y la subida de impuestos.

Los militantes 'tories' recibieron a Johnson en la clausura de su congreso anual en Mánchester (norte) como lo que es: el líder sin discusión de su partido, la figura conservadora más importante desde Margaret Thatcher.

Mucho se había especulado sobre el contenido de las medidas que el primer ministro se aprestaba a sacar de la chistera para contestar a la crisis de desabastecimiento que sufre el Reino Unido. Pero, en la práctica, Johnson encendió las luces largas para enfocarse en el "brillante" futuro pos-Brexit que le espera al país, sin responder directamente a los problemas más acuciantes.

En tres cuartos de hora de intervención, salpicada con venenosos dardos hacia la oposición y otros más benévolos hacia sus compañeros de gabinete -al ministro de Cohesión Territorial, Michael Gove, lo rebautizó 'Jon Bon Govi' por sus bailes en una discoteca escocesa-, el líder conservador admitió que el país atravesará momentos "difíciles" tras salir de la Unión Europea. "Llevará tiempo y a veces será difícil, pero esto es el cambio por el que la gente votó en 2016", cuando se celebró el referéndum del Brexit, señaló Johnson.

"No vamos a volver al viejo y roto modelo de bajos salarios y baja productividad. La respuesta no es volver a la inmigración descontrolada para mantener bajos los sueldos, sino controlar la inmigración y no usarla como excusa para no invertir", advirtió en dirección al empresariado del país, con el que libra una batalla por la responsabilidad del desabastecimiento. Reiteró que su intención es transformar el modelo económico del país para convertirlo en un edén de trabajos de alta cualificación y bien remunerados, pero la realidad actual dicta una subida de impuestos para compensar los "agujeros" de la pandemia en las cuentas públicas.

Solo él, proclamó, tiene las "agallas" para afrontar las disfunciones del país que no encararon los anteriores gobiernos, que en los últimos once años han sido todos de su mismo color político.

Brexit tabú

Johnson optó por pasar de puntillas por la palabra 'Brexit', ya poco menos que un término maldito en el léxico político del Reino Unido.

En su lugar, se refirió a "la elección de 2016", aunque no se ahorró lanzar una salva al negociador comunitario, Michel Barnier, que es ahora candidato del centroderecha a las primarias presidenciales en Francia. "¿No es una ironía sublime que hasta en Francia haya un político que pide un referéndum sobre la UE? ¿Y quién llama ahora a que Francia 'reprend le control' (sic, en francés)? ¡El bueno de Michel Barnier!", dijo, en alusión a la propuesta de Barnier de celebrar una consulta sobre cuestiones como la inmigración al margen de la UE. "Es lo que ocurre cuando te pasas un año negociando con (el negociador británico) Lord Frost...", dijo, ante las carcajadas del público.

También atizó a la oposición laborista, cuyo líder, Keir Starmer, le pareció "un conductor de autobús nervioso" en el congreso que celebraron la semana pasada.

Más ideología que proyectos

Los analistas han coincidido en destacar la ausencia de anuncios concretos en la alocución de Johnson, sobre todo en la parte que dedicó a la cohesión territorial, que pretende convertir en la piedra angular de su proyecto de cara a las próximas elecciones.

Una de las pocas medidas tangibles que el primer ministro adelantó de ese programa de nivelación territorial será un suplemento de 3.000 libras (3.500 euros) para que profesores de matemáticas y ciencias vayan a enseñar a "los lugares donde más se necesita". "Tenemos una de las sociedades mas desequilibradas del mundo desarrollado, no solo entre Londres y sureste de Inglaterra y el resto del país, sino dentro de las propias regiones. Es una espantosa pérdida de potencial y está siendo un lastre", dijo.

También aludió al transporte como la mayor garantía de desarrollo para las regiones más atrasadas, por lo que prometió unir por tren las ciudades de las Midlands (centro del país) con el norte, así como restaurar autopistas en el norte y en Escocia.

Dentro de un mensaje con mayor contenido ideológico que práctico, terminó ensalzando las virtudes del capitalismo para llevar el combate al terreno de la guerra cultural en el que los 'tories' se sienten más cómodos. "Nosotros los conservadores defenderemos nuestra historia, no porque estemos orgullosos de toda ella, sino porque modificarla ahora sería deshonesto y una traición a la educación de nuestros hijos", aseveró.

E invocó al "espíritu de las enfermeras del NHS (sanidad pública) y de los emprendedores" para dibujar un horizonte esperanzador para el Reino Unido. "Ese es el espíritu que vamos a desencadenar", proclamó Johnson para dar terminado su discurso, y con él la convención conservadora.