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Elecciones federales

Quiénes son Verdes y liberales, claves para el futuro gobierno de Alemania

Ambos partidos han aprovechado el fin de la era Merkel y buscan formar parte del nuevo ejecutivo alemán para influenciar la política dentro y fuera del país

Angela Merkel y Annalena Baerbock. EFE

Los verdes pueden considerarse los ganadores de las elecciones federales en Alemania. El partido ecologista ha logrado disparar seis puntos sus resultados en 2017 para situarse como tercera fuerza con un 14,5% de los votos. Sin embargo, el sabor es agridulce, pues este verano el partido apuntaba a un 25% que lo habría convertido en la primera fuerza política del país, hecho inédito en su historia. A pesar de ese retroceso en el final de campaña, los verdes buscan entrar en el próximo gobierno alemán y condicionar así la política de la primera potencia europea. El líder socialdemócrata, Olaf Scholz, ya ha apuntado que su intención es conformar el primer tripartito rojo-verde-liberal de la historia del país.

Hasta el 2019, la influencia política de los verdes estaba atada de manos. Aunque entre 1998 y 2005 el partido había logrado situar sus temas en la agenda alemana al formar parte del gobierno de coalición con los socialdemócratas encabezado por el canciller Gerhard Schröder, la siguiente década fue seguida por una travesía por el desierto en el que los verdes pasaron a ser una fuerza marginal cuya influencia se limitaba a un 8% de la ciudadanía alemana.

Esto cambió hace unos dos años. Con el fin de la era Merkel en el horizonte, los ecologistas han pasado a un papel protagonista en la política alemana. Tras las elecciones federales de 2017, los verdes empezaron a crecer en las encuestas. Catapultados por las elecciones europeas, este pasado mayo llegaron a una intención de voto de hasta el 26%, superando por primera vez en la historia a la conservadora CDU de la canciller Angela Merkel. Aunque ese sueño de verano se ha terminado limitando al 14,5% de los votos obtenido este domingo, los ecologistas cuentan con un papel protagonista en la formación de gobierno y en el futuro de Alemania.

Los liberales, bisagra

Algo similar ha sucedido con el partido liberal (FDP). Desde su aparición en política en 1949, la formación funcionó como bisagra para vestir gobiernos tanto conservadores como socialdemócratas (SPD). En 1998 eso se rompió y regresó en 2009, cuando se aliaron con Merkel. Tras cuatro años gobernando de la mano, la cancillera devoró como una mantis los éxitos de sus socios de ejecutivo junto a los liberales, que en las siguientes elecciones terminaron desapareciendo del Parlamento federal alemán.

En 2017, tras cuatro años de travesía por el desierto extraparlamentario, la formación volvió a superar el límite electoral para regresar a la vida política con un importante 10,75% de los votos. Sin embargo, su líder, Christian Lindner, rompió por sorpresa las negociaciones para un tripartito junto con la CDU y los Verdes, lo que llevó a otra nueva Gran Coalición.

El rol protagonista de ambas formaciones puede tener distintas formas. Verdes y liberales alemanes aspiran a entrar en el próximo gobierno junto a los conservadores de la CDU –la conocida como coalición Jamaica— o de la mano de los socialdemócratas –lo que se conoce como coalición semáforo—. En ambos casos la mayoría que obtendrían sería lo suficientemente amplia como para gobernar sin problemas, más allá de las probables turbulencias internas. Por otro lado, los verdes cuentan con una vía más: ser palanca de una gran coalición entre conservadores y socialdemócratas para formar parte de la llamada coalición Kenia.

Toda esa multitud de opciones ya se ha testeado, no en el ámbito federal, pero sí a nivel nacional. Verdes, liberales y conservadores gobiernan en el estado de Schleswig-Holstein, mientras que verdes lo hacen junto a conservadores y socialdemócratas en Sajonia y Brandeburgo, además de otras combinaciones a dos bandos en otros ‘länder’ del país.

¿Cómo es posible? Vamos por partes. Aunque esa realidad sea difícil de extrapolar en España, en Alemania las coaliciones entre formaciones de distinta ideología es una realidad común. Ahí, las alianzas y acuerdos entre gobiernos forman parte de la normalidad. Y son posibles por distintos factores.

Claudicación capitalista de los verdes

En el caso de los verdes , esa realidad es posible porque los ecologistas dejaron atrás sus orígenes hace tiempo. El partido nació en los años 80 como movimiento ciudadano de protesta, ecologista, feminista y contracultural. Aunque eso sirvió para trastocar el tablero político de la época e irrumpir en la República Federal Alemana (RFA) –el bloque capitalista—, la ideología interna terminó mutando y los pragmáticos ganaron terreno a los idealistas, abandonando las posiciones marxistas para abrazar un capitalismo verde. Con el paso de los años, los principios del partido fueron adaptándose a la realidad hasta terminar siendo vendidos en pro de unas políticas militaristas y de apoyo al recorte del estado del bienestar, lo que perjudicó su posición y dio margen a Merkel para cooptar sus postulados.

Convertidos en un partido centrista, de posiciones progresistas en lo social, pero liberales en lo económico, les ha permitido ahora asumir una posición más cómoda para captar votantes de todos los espectros políticos. El 14,5% obtenido este domingo es el mejor resultado de su joven historia. Su actual programa político se basa en acelerar los planes climáticos de la actual Gran Coalición –también la supresión del uso del carbón— y en medidas sociales como aumentar el salario medio, incrementar los impuestos a las grandes fortunas y rebajarlos para la clase media y baja. Sin embargo, buscan mantener las pensiones tal y como están.

Esa posición permitirá a los de Annalena Baerbock y Robert Habeck vascular entre posiciones idealistas y pragmáticas dependiendo de quienes sean sus socios de gobierno. Su fuerte resultado electoral será, en todo caso, muleta para influenciar el rumbo de Alemania en los próximos cuatro años.

Liberales, al poder

El futuro de Alemania podría estar en manos de los liberales. Especialmente el económico. El regreso liberal a la vida política alemana en 2013 ha modificado un partido cada vez más personalista que gira en torno al protagonismo de su líder, Christian Lindner, que aspira a ser el próximo ministro de Hacienda, condicionando así la política económica europea.

En los últimos años el partido ha estado profundamente atravesado por el personalismo de Lindner y por un márquetin político que lo empaña todo. Torpedear las negociaciones para entrar en el gobierno en 2017 se reveló como un tremendo error del que han aprendido. Los liberales quieren formar parte del próximo gobierno, una oportunidad de influencia política que no quieren dejar pasar.

Durante la campaña electoral, los liberales han defendido ideas como una menor restricción social por el coronavirus, reducciones generalizadas de los impuestos y de la inversión pública y la eliminación de los subsidios para el transporte eléctrico. En materia climática rechazan las prohibiciones de coches contaminantes y buscan acelerar el comercio de emisiones de dióxido de carbono (CO2), dejando la crisis climática en manos de la oferta y la demanda del libre mercado. El FDP ha hecho bandera electoral de la digitalización, un problema que, incluso tratándose de la primera potencia económica de la Unión Europea (UE), es un problema mayúsculo.

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