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Auge yihadista

La victoria talibán activa las alarmas antiterroristas en el sudeste asiático

Los países de ASEAN temen que la nueva situación en Afganistán anime a los integristas a llevar a cabo acciones violentas

Un grupo de talibanes en el palacio presidencial de Kabul, según Al Jazeera.

La victoria talibán inspira a los extremistas del sudeste asiático y activa las alarmas de sus gobiernos, tan temerosos como el resto de que Afganistán vuelva a incubar y exportar terroristas. La región cuenta con el 15% de los musulmanes del mundo, son mayoría en Indonesia, Malasia y Brunei y cuentan con una presencia apreciable en el sur de Filipinas y Tailandia. Disfrutó durante mucho tiempo de un islamismo moderado, procapitalista, neoliberal y amistoso con la diversidad y el turismo. Es aún mayoritario pero las facciones más radicales acabaron colándose y hoy es, después de Oriente Medio, el rincón del mundo con más integristas y el que más los ha sufrido.

Los atentados en la turística Bali dejaron cientos de muertos a principios de milenio y el asedio en 2017 de la ciudad filipina de Marawi provocó más de un millar de víctimas. En aquel episodio se contaron una decena de nacionalidades entre los atacantes, corolario de una amenaza transnacional. Asimismo, grupos insurgentes como el Frente de Liberación Islámico Moro, en la isla filipina de Mindanao, suman décadas pegándose con el Ejército. En ese delicado contexto emergen los talibanes de nuevo.

La lucha contra el terrorismo es la prioridad de la ASEAN, la organización que reúne a 10 países de la zona. El mes pasado, tras conocerse la salida estadounidense de Afganistán, recordó "la importancia de una acción colectiva e integral contra el terrorismo y la radicalización". No escasea el rencor hacia Washington. Joe Biden deja vía libre a los talibanes, incrementando el riesgo de ataques y aluviones de refugiados, después de que Donald Trump se bajara del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica. 

Talibanes como ejemplo

El regreso talibán agrava el cuadro, confirma Muhammad Haziq Bin Jani, analista de la Escuela de Estudios Internacionales S. Rajaratnam. "Hasta ahora no han animado a los musulmanes del mundo a que lleven a cabo acciones violentas pero su toma de poder puede ser interpretado como un buen presagio y usado como ejemplo por los islamistas hacia sus seguidores. En algunas ocasiones basta con una interpretación simplista y utópica, irreal y no islamista, para que prendan movimientos que desembocan en ataques mortales", alerta. 

Los urgentes comunicados de células que conforman el ovillo del integrismo radical confirman el regocijo. La Jamaah Ansharusy Syariah, cercana a Al Qaeda, se felicitaba estos días por "la victoria de los luchadores del Emirato Islámico después de 20 años intentando liberar Afganistán de la ocupación estadounidense y su Gobierno títere", firmaba el hijo del clérigo que había ordenado aquellos atentados con bomba en Bali dos décadas atrás.

Entusiasmo talibán

Los analistas que escrutan las redes sociales han percibido el entusiasmo de las nuevas generaciones. Los nuevos talibanes perseveran con las barbas y los AK-47 pero se han sofisticado con gafas de sol, zapatillas de deporte y coloridos atuendos. Su versión 2.0 no es sólo un referente ideológico sino estético. También inquieta que la fórmula del éxito amplíe la masa de seguidores. Los talibanes aspiran a solidificarse en el Gobierno afgano en su segunda experiencia y, de conseguirlo, se confirmarán como la alternativa a los fracasos del Estado Islámico (EI) en Siria e Irak.

La cuestión de fondo es si del entusiasmo se pasará a los ataques. Las variables son múltiples. La lucha antiterrorista en Indonesia, el país con más musulmanes del mundo, ha sido ejemplar en los últimos años. La tarea policial y las campañas para prevenir la radicalización explican que los atentados sean menos y más artesanales. Influirá también la sinceridad de las promesas talibanas de embridar el terrorismo. Y, por último, su capacidad para cumplirlas en un entramado integrista atomizado y desjerarquizado.

Richard Heydarian, profesor de la Universidad de La Salle y experto en terrorismo en la región, recuerda que los talibanes son más afines a Al Qaeda que al EI. "No creo que sean capaces de ejercer un control absoluto en todas las regiones del país. En algunas habrá resistencia de fuerzas seculares democráticas pero otras podrían caer bajo la influencia del EI", señala. Afganistán se precipita a un escenario complejo e inestable, añade. "Y eso atraerá a elementos extremistas que competirán con los talibanes por la legitimación y la distribución de servicios. Hemos visto al EI aprovecharse de estados fallidos como Irak o Siria", alerta.  

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