El paso de los días y los trabajos de limpieza van dejando al descubierto la dimensión de los destrozos generados por las inundaciones en el oeste de Alemania: carreteras y puentes intransitables, kilómetros de vías férreas – 600 kilómetros, según la Deutsche Bahn –levantadas por las aguas, casas literalmente arrancadas de sus cimientos, viviendas en las que no ha quedado nada que rescatar, redes de telefonía, electricidad y gas que habrá que sustituir. Además de las pérdidas humanas – 170 fallecidos en un recuento que no es definitivo porque sigue habiendo decenas de personas desaparecidas –, los gastos de reconstrucción serán millonarios.

Este fue el cuadro que se ha encontrado este martes Angela Merkel en su segunda visita a las zonas afectadas. Tras acudir el pasado domingo a la localidad de Schuld, en el estado de Renania-Palatinado, la cancillera ha estado esta vez en el municipio de Bad Münstereifel, en Renania del Norte-Westfalia. “La ciudad está tan duramente golpeada que uno se queda realmente sin palabras”, ha dicho Merkel, acompañada por Armin Laschet, primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, presidente de la CDU y candidato democristiano para sustituirla en la cancillería federal.

Merkel, al mando

La dimensión histórica de la catástrofe y su relación con el cambio climático – extremo que ya casi nadie pone en duda en Alemania – han provocado que Merkel asuma en primera persona el liderazgo de la reconstrucción. Laschet, duramente criticado por haber aparecido riendo jovialmente en una de las localidades barridas por las aguas mientras el presidente federal alemán atendía a los medios, ha quedado así en un segundo plano.

Merkel ha prometido ayudas rápidas para los afectados y para financiar una reconstrucción que llevará meses y que no tiene parangón en la historia reciente de Alemania. En el gabinete ministerial de este miércoles, el gobierno federal aprobará previsiblemente 400 millones de euros en ayudas inmediatas.

Las autoridades alemanas también se plantean dar luz verde más adelante a un fondo de reconstrucción millonario en el que también participarían los estados federados. Fuentes internas del gobierno federal citadas por medios alemanes como el tabloide Bild y la agencia internacional Reuters apuntan que los daños en las infraestructuras rondan los 2.000 millones de euros.

Críticas al sistema de emergencia

Mientras la política promete ayudas a ciudadanos que en algunos casos lo han perdido todo, no cesan las críticas al sistema de avisos de emergencia de la República Federal. Sobrevivientes de las inundaciones coinciden en criticar que las advertencias emitidas por la Oficina Federal de Protección Civil no llegaron a tiempo, que los mensajes de los bomberos fueron en ocasiones incomprensibles y que el envejecido sistema de sirenas – que en parte se remonta a los tiempos de la Guerra Fría – no sonó en algunas localidades a pesar de que la tromba de agua ya se estaba acercando. En la capital, Berlín, por ejemplo, hace tiempo que este sistema de sirenas fue desmantelado.