Asediada por sus compañeros de partido conservadores, Theresa May, ha tirado finalmente la toalla. La hasta ahora primera ministra británica ha puesto punto y final a la cuenta atrás hacia su salida del poder, ante la imposibilidad de consensuar entre los suyos un plan para el 'Brexit'.

Tras meses en entredicho, finalmente May abandona la jefatura del Gobierno y también el liderazgo del partido conservador, cargos que ocupaba desde julio del año 2016 cuando llegó al poder para reemplazar a David Cameron.

Desde entonces, y pese a perder en 2017 la mayoría parlamentaria, se había aferrado al poder pese a las incontables presiones recibidas a raíz del 'vía crucis' del Brexit.

El pasado diciembre incluso sobrevivió a una moción de confianza de sus colegas que en principio la protegía en el cargo durante doce meses. Pese a resistir todos los envites, May, hostigada por los suyos y sin un plan viable para ejecutar la salida de la UE, ha llegado al final de su trayecto político.

Hija única de un vicario y feminista confesa, la odisea de esta licenciada en Geografía por la Universidad de Oxford recuerda a la sufrida por su antecesora Margaret Thatcher (1925-2013), la primera mujer que gobernó en el Reino Unido (1979-90) y en Europa, que, en un proceso más corto y al final de su mandato, fue también arrinconada por su partido.

Nacida en 1956, se unió a los tories en los 80, tras haber decidido a los 12 años que quería dedicarse a la política, pese a no haber tenido un modelo específico. A diferencia de compañeros que pasaron directamente de las aulas al trabajo de partido, el currículum de Theresa May incluye seis años en el Banco de Inglaterra y un periplo como consultora financiera para la Association for Payment Clearing Services, donde llegó a estar al cargo del Departamento de Asuntos Europeos.

Su estreno en política llegó en 1986 como concejal por la autoridad local del barrio londinense de Merton, pero su entrada en el Parlamento no fue directa, ya que no fue hasta su segundo intento, en 1997, cuando consiguió su asiento en Westminster. Tan sólo un lustro después, al frente de la Presidencia de los 'tories', fue la responsable de alertar de la percepción social del 'nasty party' (el partido despreciable), una cuña que el propio David Cameron se comprometería años después a combatir.

Calificada como la nueva 'dama de hierro' -es conocida su admiración por Margaret Thatcher, la progresión política de Theresa May presenta un punto de inflexión en 2010 con su nombramiento en Interior, una cartera que ostentó por el período más prolongado en más de 50 años y cuya gestión, tras los dos atentados terroristas sufridos durante la campaña, ha quedado en entredicho debido a los recortes que bajo su supervisión registraron las fuerzas policiales.

Casada desde 1980 con Philip May, un banquero al que conoció en la universidad a través de Benazir Bhutto, la líder paquistaní asesinada en 2007, su traslado a Downing Street la dejó expuesta al resbaladizo escenario de una política británica sometida a la mayor incertidumbre de la historia reciente.

Trabajadora infatigable, durante todos estos años May ha encarnado la creencia en los frutos del esfuerzo silencioso. El único punto de relativa frivolidad que se ha permitido en la vida pública es un notable atrevimiento con el calzado, una singular extravagancia de una mandataria con un hiperdesarrollado instinto de protección de su vida privada. Uno de los pocos detalles personales que se ha permitido compartir es que padece diabetes desde 2012.