El último dirigente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, cumple hoy 88 años rodeado de su familia y con la agenda despejada.

"No hay ningún acto programado (para hoy), pero, naturalmente, va a celebrar su cumpleaños. Ha invitado a familiares y amigos", dijo a la agencia RIA Novosti el representante del líder soviético, Pável Palazhchenko.

El año pasado Gorbachov también organizó una celebración discreta que tuvo lugar en la fundación moscovita que lleva su nombre.

En vísperas del cumpleaños del expresidente soviético, el portavoz de la Fundación de Estudios Políticos Gorbachov, Vladímir Polyákov, negó las informaciones que especulaban sobre la emigración del "padre" de la perestroika de Rusia.

"Es absurdo. Gorbachov vivía y sigue viviendo en Rusia", afirmó y agregó que en los últimos años el exmandatario soviético no ha realizado viajes al extranjero por motivos de la salud, "aunque ha recibido numerosas invitaciones".

En la actualidad, agregó, Gorbachov vive solo en una residencia estatal en las afueras de Moscú.

En vísperas del cumpleaños de Gorbachov, varios expertos rusos volvieron a valorar su papel en la historia de este país, que sigue despertando opiniones encontradas en la sociedad.

Según el analista político Leonid Gozman, el último presidente de la Unión Soviética tuvo que elegir en su momento la necesidad de "apretar más las tuercas" o iniciar un proceso de "liberalización" y "optó por lo segundo".

"Estoy convencido de que no era plenamente consciente adónde iba a llevar ese camino", consideró el experto en alusión a la desintegración de la URSS, pero agregó que agradece al artífice de la perestroika "la decisión de emprender la ruta hacia la libertad".

Mientras, el senador ruso Oleg Morozov opinó que las tareas que afrontó Gorbachov al frente del imperio soviético en sus últimos años de vida requerían de unas cualidades que el político "no tenía".

"Asumió las riendas del país, pero no sabía qué hacer", dijo el legislador.

Por su parte, el exasesor de Gorbachov para asuntos económicos, Abel Aganbegyan, calificó al último líder soviético de una persona "extraordinaria" y "muy controvertida" que "dio derechos a la gente, pero también cometió muchos errores".