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Eliminar la combustión para reducir el riesgo de daño asociado al hábito de fumar

Movilidad o salud son dos sectores que se benefician de los impactos positivos generados por el desarrollo de la tecnología y la innovación científica. Ambos pilares de innovación nos ayudan cada día a mejorar muchos aspectos cotidianos de nuestra vida.

Como hemos comentado, los avances en ciencia, tecnología y, también, en regulación han permitido a la sociedad avanzar en muchos aspectos. Uno de ellos es la reducción del daño, es decir, la reducción de los efectos adversos de continuar con un comportamiento potencialmente dañino. Aunque la reducción del daño no es equivalente o mejor que dejar de hacer ese comportamiento original, puesto que no elimina el daño, pero es mejor que continuar con ese comportamiento.

En la industria tabaquera también se han desarrollado estrategias de reducción del daño a través de los productos libres de combustión y humo.



¿Es posible reducir el daño asociado al hábito de fumar?

Reducción del daño, ¿es posible aplicarlo al hábito de fumar?

Así es. Pero para trabajar en reducir el daño primero hay que detectar cuál es el principal problema. Y cuando hablamos del hábito de fumar, el mayor de los riesgos se encuentra en el humo del cigarrillo.

Las alternativas libres de humo que se han desarrollado gracias al aval de la ciencia e investigación, precisamente lo que hacen es eliminar la combustión de la ecuación para, así, evitar la generación de humo y los altísimos niveles de sustancias químicas. Y, es que, el humo del cigarrillo contiene aproximadamente 6.000 químicos. De éstos, alrededor de 100 han sido identificados por las autoridades en salud pública como nocivos o potencialmente nocivos.

Eliminando la combustión y, por ende, el humo, se pueden reducir de manera significativa los niveles medio de sustancias químicas nocivas y potencialmente nocivas que se liberan en comparación con un cigarrillo.

Las alternativas sin humo se basan en sistemas de calentamiento que, como su nombre indica, calientan sin llegar a quemar el tabaco (en el caso de los dispositivos de calentamiento de tabaco) o el líquido (en el caso de los cigarrillos electrónicos). Gracias a sus sistemas de control de temperatura, no llegan a alcanzar temperaturas tan extremas como cuando se enciende un cigarrillo y, por ende, generan vapor o aerosol con una disminución significativa de sustancias químicas nocivas en comparación con el humo del cigarrillo. Eso sí, hay que tener en cuenta que alternativas sin humo no están exentas de riesgo, y su uso generalmente conlleva la inhalación de nicotina , que es adictiva. Además, están únicamente dirigidas a fumadores adultos que de otro modo continuarían con el hábito.

Por eso, la mejor opción para los fumadores siempre será dejar el consumo de tabaco y nicotina por completo. Pero para aquellos que, de otro modo, continuarían con el hábito, los productos libres de humo científicamente probados son una alternativa mejor que continuar fumando cigarrillos.

Políticas de reducción del daño

¿En qué consisten las políticas de reducción del daño?

Hay países que han incluido la tercera vía de la reducción del daño de los cigarrillos a la hora de diseñar sus políticas contra el tabaquismo, como herramienta complementaria a las políticas ya existentes de prevención y cesación del tabaquismo.

Por ejemplo, en el Reino Unido, que cuenta con una de las regulaciones más estrictas del mundo respecto al consumo de cigarrillos, aunque suene paradójico, las autoridades sanitarias del país tienen una visión favorable a la posibilidad del uso del cigarrillo electrónico para reducir el daño en aquellos fumadores que, de otra forma, continuarían fumando. En este país, los cigarrillos electrónicos llegaron hace unos diez años y, mientras que en 2011 la prevalencia del tabaquismo estaba en el 19,8%, en 2019 había bajado al 13,9%, según datos de la Oficina Nacional de Estadística británica.

Por tanto, existe la posibilidad de ayudar a combatir el impacto que genera el tabaquismo en la salud pública si conseguimos complementar las estrategias existentes de prevención y cesación con un enfoque de reducción del daño, que favorezca que los fumadores adultos que de otra forma continuarían fumando cambien a mejores alternativas, revirtiéndolo en un impacto positivo en la salud pública. Por ello es esencial una regulación diferenciada para cada categoría de producto en base a su perfil de riesgo a través de la que se pueda proporcionar a los fumadores adultos información veraz basada en evidencia científica que les permita tomar decisiones informadas.

1La nicotina es una sustancia adictiva presente de manera natural en la hoja de tabaco. Aunque no es la principal causa de las enfermedades relacionadas con el hábito de fumar, no es inocua y está contraindicada para determinados perfiles (menores, embarazadas, lactantes, diabéticos, personas con hipertensión o insuficiencias cardiacas).