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Los 100 años de Rosa Ribas: "Aprendí todas las canciones de la Guerra Civil"

El alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, visita a la centenaria en su domicilio para felicitarla por su cumpleaños y le regala un anillo de 'pagesa'

Claudia Marí Prats

Claudia Marí Prats

Sant Antoni

La risueña Rosa Ribas de ca n' Alfonso ha celebrado su cumpleaños dos veces. Y no es para menos, ya que el pasado 29 de octubre esta majora cumplió 100 años. Está contenta, alegre y satisfecha de poder celebrar esta cifra rodeada de sus seres queridos. Tras una primera fiesta con familiares y amigos en su casa, recibe este viernes otra visita inesperada. El alcalde de Sant Antoni, Marcos Serra, y Neus Mateu, concejala de Obras Públicas y Seguridad Ciudadana, visitan a la centenaria con unas orquídeas y un regalo muy especial.

Relajada en su sillón, sonriente, risueña y rodeada de sus familiares, Rosa espera a la inesperada comitiva en el salón. Todavía cuelgan guirnaldas, globos y carteles de 'feliz cumpleaños' por el salón. Restos de una primera fiesta que, según sus palabras, "fue muy bonita". Familiares y amigos celebraron con ella este aniversario tan especial. "La vecina de arriba, que es una enfermera jubilada que toca la guitarra, bajó e interpretó varias canciones", explica uno de sus familiares. Hasta el propio sacerdote de Sant Antoni se acerco al domicilio de Rosa para hacer una misa en su honor en su casa.

Serra la escucha y se acuclilla a su lado para entregarle su regalo a Rosa. "Va a ser la primera vez que me arrodille", bromea, y abre una pequeña caja con un anillo. "Es un anillo de oro de tradición pagesa", le explica. Rosa sonríe y le extiende la mano para que le ponga el anillo. "¿Y con quién hablo?", le pregunta alegre, ya con el anillo, desatando la risa de los presentes. "Tiene algún problema de visión", explican. El alcalde se presenta, sonriente. "Ah, mucho gusto de conocerte", le responde Rosa, alegre. También aprovecha para presentarse Mateu, quien le cuenta que es hija de Marieta. Enseguida Rosa comienza a hacer memoria y a desarrollar el árbol genealógico de la familia. "Mi madre y tu abuela eran primas hermanas", le explica.

100 años con mucha historia

Rosa Ribas nació en 1925. Tenía diez cuando estalló la Guerra Civil, algo que aún recuerda. "Estaba en el colegio, yo estudiaba en las monjas de la Consolación, y comenzaron a llegar padres a recoger a sus hijos. Yo no sabía qué pasaba. Al poco llegó también un hombre al que mi padre había enviado para recogerme", recuerda Rosa.

Rosa Ribas, junto con su familia y el alcalde Marcos Serra y la concejala Neus Mateu

Rosa Ribas, junto con su familia y el alcalde Marcos Serra y la concejala Neus Mateu / JA RIERA

La mujer todavía recuerda muchas de las canciones de guerra de aquella época. "Nos enseñaron muchas y yo las aprendía", rememora la centenaria, quien confiesa que le gusta cantar. "Y canta muy bien", reafirma su familia mientras trata de animarla a que cante alguna. "¡Uy!", responde Rosa, quien parece sentir algo de vergüenza ante tanto público. Las canciones que declara recordar más, sin embargo, son las de misa. "Antes iba a misa todos los días, pero ahora hace un año y pico que casi no puedo salir de casa", lamenta. "Pero veo la misa por la tele todos los días y conozco las canciones que cantan", añade Rosa. La visión es uno de los pocos achaques que tiene a su edad. "No tengo ninguna enfermedad y tomo pocas pastillas", cuenta orgullosa la centenaria, quien afirma caminar todos los días por el largo pasillo de su casa y por su terraza.

Respecto a llegar a cumplir los cien años, Rosa confiesa no haber pensado nunca que los alcanzaría. "Mi padre murió joven, con 60 años, pero es verdad que mi madre vivió muchos años", recuerda. La centenaria agradece tener una familia que la "cuida mucho y muy bien", cuenta con cariño. Ribas no tiene hijos, aunque sí sobrinos, a los que considera como hijos. "Los he conocido y cuidado desde que eran muy pequeños, para mí han sido siempre como mis hijos", declara orgullosa.

Si hay un plato por el que Rosa Ribas siente especial predilección es la tortilla francesa, pero no cualquier tortilla francesa. A Rosa le gusta que lleve azúcar por encima. Se trata de un plato que probó de pequeña y que desde entonces sigue comiendo. "Me lo enseñó mi abuela, una vez que fui a visitarla a Port des Torrent". La centenaria rememora la vez en que lo probó por primera vez. Cuenta que su abuela tenía una empleada en el hogar, que a su vez trabajaba en una casa de franceses, y que fue ella quien les compartió cómo preparaban el plato. "Cuando volví a casa dije que ya no la quería más con aceite y sal, sino con azúcar", ríe la mujer. "Y también me gusta el plátano tostado", añade Rosa. "Flambeado", le corrige su familia entre risas.

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