Obituario
Fallece José Luis Roselló, el diplomático de Ibiza que negoció el regreso del 'Guernica'
Nacido en la plaza del Parque y criado en Vara de Rey, el primer diplomático ibicenco acabó recorriendo todo el mundo
Roselló falleció este sábado a los 82 años en Ibiza , la isla a la que regresó tras jubilarse y donde recibió el premio que más le emocionó en su vida: la Medalla d’Or de la ciudad

José Luis Roselló, en 2006, en la sede de Diario de Ibiza. / Juan A. Riera

Estudió Derecho, viajó a Estados Unidos y en 1973 se inició en la carrera diplomática. José Luis Roselló Serra (Ibiza, 1943 – Ibiza, 2025) ha fallecido este sábado a los 82 años tras una vida dedicada a la diplomacia y al servicio público. Fue el primer ibicenco en ingresar en la carrera diplomática y su nombre quedará ligado para siempre a uno de los episodios más simbólicos de la historia reciente de España: las negociaciones que permitieron el regreso a España del ‘Guernica’, de Pablo Picasso. Desde el MoMA de Nueva York, donde había permanecido durante décadas, hasta su emplazamiento definitivo en el Museo Reina Sofía de Madrid.
Hijo de un maestro al que recordaba por su «bondadosa rectitud» y de una madre de espíritu liberal que le transmitió tolerancia y amplitud de miras, Roselló creció en una Ibiza que comenzaba a abrirse al turismo internacional, según recordaba en una entrevista concedida a Diario de Ibiza en 2021, cuando recibió la Medalla d’Or del Ayuntamiento de Ibiza. Esa mezcla de rigor y de mirada cosmopolita sería un sello de su carácter.
Criado en el número 24 del paseo de Vara de Rey, ya en su adolescencia mostraba inclinaciones poco comunes para los ibicencos de la época. Mientras sus compañeros se entregaban a juegos callejeros y a las tradicionales «guerras de piedras» en la plaza, él prefería irse con sus acuarelas hasta Puig des Molins para pintar los paisajes de la isla. Aquella temprana sensibilidad artística, que heredó de su madre, discípula de Narcís Puget Viñas y una de las únicas dos mujeres pintoras en la isla en aquella época, marcaría su relación con la cultura y anticiparía el lugar que ocuparía en su carrera como diplomático.
Tras estudiar Derecho, en 1961 obtuvo una beca para viajar a Estados Unidos. Sólo había hecho un viaje en su vida, a Palma, para visitar a unos familiares, y se vio de repente en un barco con más de mil estudiantes de toda Europa con los que, debido a su pobre nivel de inglés apenas podía comunicarse. Llegó a Nueva York el 21 de agosto, justo el día de su cumpleaños. En 1973 ingresó en la carrera diplomática. Sus primeros pasos fueron como jefe de asuntos jurídicos consulares en el Ministerio de Asuntos Exteriores, cargo que ocupó hasta 1975. Poco después llegó su primer destino internacional: Nicaragua, donde fue consejero de la embajada en Managua hasta 1978.
El ‘Guernica’
Ese año fue destinado a Nueva York, ciudad en la que permaneció más de una década y donde vivió el gran hito de su carrera. Entre 1978 y 1982 ejerció como cónsul y consejero cultural de la Embajada de España y de 1982 a 1989, como consejero y ministro de la Misión Permanente ante Naciones Unidas. Aquella etapa fue crucial: durante casi once años Roselló trabajó en un contexto diplomático complejo, al final de la Guerra Fría y en una ciudad que era capital simbólica del mundo.
Fue allí, en Nueva York, donde desempeñó un papel clave en las gestiones que culminaron con el regreso del ‘Guernica’ a España. Desde la discreción, contribuyó a desbloquear un asunto cargado de simbolismo político y cultural, consciente de que aquel lienzo era mucho más que una obra de arte: era la memoria del exilio y un emblema de libertad.
Finalizada su etapa neoyorquina, Roselló ocupó otros destinos de relevancia. Pasó por Marruecos, que calificaba como su talismán —«cada vez que he estado allí, he salido de embajador»—, Angola, Kuwait y Omán, donde ejerció como emisario. Su carrera lo llevó a escenarios internacionales de enorme complejidad geopolítica en los que fue testigo de primera fila de acontecimientos que marcaron el final del siglo XX y el arranque del XXI. Para él, la diplomacia era mucho más que protocolos y negociaciones: era también empatía, humanidad y respeto por la cultura de los pueblos en los que trabajaba.
En 2013, tras cuatro décadas de servicio, fue ascendido con carácter honorífico a la categoría de embajador de España y se jubiló. Eligió entonces regresar a Ibiza, la isla donde había nacido. Aquí, ya retirado de toda responsabilidad profesional, estableció su residencia y recuperó una vida tranquila, sin dejar nunca de seguir con atención la actualidad internacional y los debates culturales, según reconocía él mismo.
A lo largo de su trayectoria recibió numerosas distinciones, como la Cruz de Caballero de la Orden de Alfonso X el Sabio y el nombramiento como comendador de la Real Orden de Isabel la Católica. Pero el reconocimiento que más lo conmovió fue la Medalla d’Or de la ciudad de Ibiza. «Unos reconocimientos son más emocionantes que otros», declaró entonces. «Que sea la Medalla de Oro de tu propia ciudad y tu propia gente la que te proponga es muy especial. Estuve varias noches sin dormir de la emoción», confesaba. Durante aquel acto recordó con emoción a sus padres y cómo la rectitud y el espíritu liberal heredados de ellos guiaron siempre su apasionante vida.
Suscríbete para seguir leyendo
- Una mujer de 39 años fallece y otra, de 48 años, resulta herida grave en un choque frontal en la carretera de Santa Eulària
- Fallece un hombre tras precipitarse en el hospital de Ibiza
- Dos heridos en un violento asalto a una vivienda en Cala de Bou
- Radar de lluvias en Ibiza y Formentera | Sigue la evolución del tiempo en directo
- Juan Manuel Moreno, maestro panadero, en Ibiza: «El pan más caro del mundo, de 10.750 euros, es casi igual que el más barato de la panadería»
- La finca con más caballos de Ibiza: en venta por 43,5 millones de euros
- Radar de lluvias: sigue la evolución del tiempo en Ibiza
- Las chicas del San Vicente de Paul de Ibiza se reúnen 50 años después