Entrevista
Miguel Quiñones Rey, veterinario en Sa Coma: «Han salido muchísimas opciones para Ikram, pero aquí hay otros 40 o 50 perros»
Estudió veterinaria en la Universidad Complutense de Madrid y colabora con el Centro de Protección Animal Sa Coma desde 2012. Su vínculo con el centro empezó ofreciendo asistencia a la vacunación, entre otras actividades, y dos años después comenzó a trabajar a jornada completa. Desde entonces, su ocupación va más allá de las ocho horas, ya que en ocasiones le toca despedirse de animales cuya vida acaba sin haber tenido la oportunidad de dormir en un hogar desde que entraron en el centro.

El veterinario del Centro de Protección Animal Sa Coma, Miguel Quiñones. / Vicent Marí

Hace cerca de dos meses que Miguel Quiñones publicó en redes sociales su despedida a Tyson, un veterano del Centro de Protección Animal Sa Coma, que pasó sus últimos nueve años «sin hacer apenas ruido, importándole muy poco a la mayoría, importándole muchísimo a unos pocos», como escribió entonces. Ayudó a que más personas se interesaran por Tyson, aunque tarde, cuando su nombre se sumó a una lista «demasiado larga» para Quiñones, que dedicó despedidas similares a otros tantos que no olvida y tiene marcados en la piel en forma de tatuaje.
Tras tantas despedidas, en una publicación confesaba que ya no sabía qué «reflexión hacer».
A veces incluso me es difícil encontrar la explicación. Llevamos muchos años apostando por el sacrificio cero, por dar una oportunidad a todos los perros que llegan, y eso conlleva que desgraciadamente no todos lo consiguen. A veces en redes se da la imagen de los que tienen una segunda oportunidad, los perros que encuentran un nuevo hogar... Pero detrás de esas adopciones que se ven hay unos cuantos perros que por el motivo que sea, a veces quizá porque son un poco complicados y a veces simplemente porque tienen mala suerte... Acaban aquí sus días. Hace ya casi 13 años que estoy vinculado al centro y hay muchos perros que hemos ido perdiendo con el tiempo y siempre es muy difícil.

Miguel Quiñones con Ciro en las instalaciones de Sa Coma. / Vicent Marí
Para hablar de cuántos, en lugar de dar una cifra, ¿quiere dar sus nombres?
Voy a dar muchos y se me van a olvidar algunos seguro, pero que hayamos perdido últimamente... Está Zeus, Rocco, hemos tenido a Tyson, que ha sido un poco más famoso... Nos pasó algo parecido con otro Zeus, que era un dogo argentino que falleció hace unos años... Te puedo nombrar a Kinder, que fue una perrita que llegó aquí preñada y tuvo un montón de cahorretes el segundo día... Bola, que era un pastor alemán que estuvo muchos años con nosotros... India, que era una american stafford muy viejita... Son muchos perros, la verdad. Aquí tenemos algunos [nombres] puestos en la pared para tener otra forma de recordarlos.
Muchos se hacen famosos cuando se despide de ellos. ¿Qué podría revertir esa situación?
Es difícil. Tengo incluso un dilema con este tipo de publicaciones. No siempre las hago porque a veces tengo la sensación de que acaparamos una atención en un momento que ya no es el adecuado, pero es verdad que también ayuda a hacer la reflexión de que esto pasa en nuestro centro y seguro que en muchos más. Es complicado porque creo que atraemos a gente, publicamos muchas cosas, se sabe que estamos aquí... Pero desgraciadamente algunos de los perros que entran en centros como el nuestro, por las condiciones que tienen, seguramente no consigan salir.
¿Para algunos es más fácil?
Sí. Si entra un perro de raza pequeña, joven y que tenga un carácter simpático, va a salir en cuestión de días. Imagínate que entra un labrador de cuatro meses, todo el mundo lo va a querer. De hecho, tras una de las últimas camadas, hubo un día que hasta se nos colapsó el centro de coches, de gente que venía buscando a esos perros... Con ellos nunca vamos a tener un problema.
Sin embargo, ¿hay reticencia hacia los Perros Potencialmente Peligrosos (PPP)?
Hacia casi todas las razas PPP y perros que, por la vida que han tenido antes, o por lo que sea, tienen una conducta que hay que manejar con un poco más de cuidado, aunque ni siquiera sean agresivos o delicados, que también hay algunos, pero con que hayan tenido un problema de socialización... Son perros que tienen muchas papeletas para quedarse aquí mucho tiempo.
¿Cuántos animales hay ahora en Sa Coma?
Siempre es un número arriba un número abajo, pero ahora tenemos un par de adopciones en marcha... De media suelen ser unos 50 o 54 perros y ahora, con la época de gatos cachorros, tenemos unos 40 gatos.
¿Cómo llegan a Sa Coma?
Cuando empecé aquí encontrábamos perros por la calle, sin chip, y los traíamos a Sa Coma. Nadie los reclamaba nunca y se ponían en adopción y ya está. A día de hoy, a casi todos los perros que llegan los traen sus dueños por problemas de vivienda o de conducta... Esto ha cambiado mucho. Antes había mucho abandono.
¿Ahora suele ser gente que se tiene que marchar de la isla?
O que acaba un contrato de alquiler y la alternativa que encuentran no les permite una mascota. Es un motivo bastante habitual últimamente pero también lo es el problema de conducta.
¿La gente no tiene paciencia para educuarlos?
Tener un cachorro es muy bonito pero es mucho trabajo. Hay etapas en la vida del perro en las que tienes que intentar hacer las cosas muy bien para precisamente evitar esto. Si yo tengo un perro muy pequeño al que le enseño a morder y a jugar muy brusco y a ser demasiado nervioso, cuando es muy pequeño es muy divertido, pero cuando pesa 35 kilos a lo mejor ese juego se me va de las manos.
¿Qué ocurre con los gatos?
Los que viven aquí son gatos que no estamos seguros de dónde han salido, por lo que no podemos volverlos a soltar. Gatos que vienen directamente de un domicilio o de camadas que aparecen sin madre o de lugares en los que consideramos que es peligroso que estén.
Respecto a las colonias, ¿tienen calculado cuántas hay en el municipio de Ibiza?
No tengo el censo tal cual pero unas 50, más o menos.
Hace bastantes años que en Ibiza apostamos por una gestión de la población de gatos creando colonias felinas.
¿Qué quiere decir?
Tú tienes que registrar tu colonia, contactar con el Ayuntamiento, explicar el número de gatos que hay, en qué zona están y registrarte como responsable de la colonia para ser el autorizado para alimentarla. Nosotros la señalizamos y no movemos a esos gatos del sitio. Lo primero que hacemos es esterilizarlos a todos, porque si no no solucionamos el problema, y a partir de ahí tenemos un contacto con el alimentador por si aparece un individuo nuevo que haya que esterilizar o por si hay algún animal con un problema de salud. La idea de una colonia felina es, al final, que cada vez haya menos gatos en la calle.
Aquí también está Ikram, el cachorro llegado a Ibiza en patera, que el Ministerio debía decidir si se sacrificaba o no. Pero como él hay muchos otros que buscan hogar.
Ha sido un caso bastante especial para nosotros. Es algo nuevo. Viene de un país [Argelia] en el que la rabia es un problema y aquí está erradicada, por lo que tiene que haber un control. Hemos actuado a medida que recibíamos las noticias y queríamos evitar las alternativas que nos estaban dando, pero es lo que dices. Ha focalizado toda la atención durante unos cuantos días, nos han salido muchísimas opciones para ella, y es fantástico, pero hay otros 40 o 50 perros aquí que también necesitan atención.
¿Cuánta gente se ha interesado por la cachorra?
Durante toda la semana pasada llegó un momento en el que no éramos capaces de contestar ni a los mensajes ni al teléfono. No podíamos hacer el trabajo diario porque todo el rato venía gente preguntando por ella. Incluso han escrito a otros ayuntamientos.
¿Qué pasaría si cada uno de los interesados mostrase el mismo interés por los demás perros y gatos?
Seguramente acabaríamos con el problema... Pero son casos muy mediáticos, además de que es un cachorro y hay quienes lo prefieren por pensar que lo pueden educar a su manera. Para mí eso tiene dos lecturas, porque o lo haces muy bien y asumes el trabajo o a lo mejor no es mala idea llevarte un animal un poco más mayor que tiene su carácter formado y sabes cómo es. Hay esa creencia popular de que es mejor un cachorro que crece contigo y lo educas a tu manera, pero vemos que muchas veces el resultado de esa educación es un perro que acaba aquí.
Al menos tienen un ‘hogar’ en Sa Coma. ¿Cuántos profesionales forman el equipo?
El trabajo diario de limpieza de las instalaciones, alimentarlos a todos, atención veterinaria, atención a los voluntarios, al público, recogida de animales que aparecen por el municipio... Lo hacemos entre cinco personas. Podríamos ser el doble y me parecería poco porque siempre hay mucho trabajo y quieres intentar atenderlos mejor.
¿Hay varios que lleven aquí mucho tiempo?
Siempre los hay. Hay un perfil de perro. Cuando hablamos de un PPP, por ejemplo, que tiene cuatro o cinco años en adelante, un carácter un poco nervioso... Cuando entra por la puerta ya sabemos que, en el mejor de los casos, estará con nosotros meses y, en la mayoría de los casos, años...
Algunos de ellos también tienen enfermedades.
En Ibiza la enfermedad más habitual es la leishmaniosis [causada por parásitos protozoos] y tenemos a unos cuantos que afortunadamente la tienen muy controlada. No distinguirías cuál la tiene y cuál no. Tenemos a Bubba, que tiene 11 o 12 años y es PPP y buenísima; Hop también tiene leishmania y es una maravilla de perro; Thor es el perro más veterano, lleva diez años con nosotros, está medio sordo y afortunadamente ha sido adoptado, lo que para nosotros es la noticia del año porque vamos a evitar lo que pasó con Tyson, con Rocco o con Zeus... Son perros a los que la gente ni siquiera les da la oportunidad. No preguntan por ellos, no los vienen a conocer... Suelen pasar aquí desapercibidos, son invisibles, como decimos nosotros. Un día llegan y un día se nos van.
¿Será por pensar que se tendrán que despedir de ellos al poco tiempo?
Siempre digo que la vida de un perro es corta. Tienen una esperanza de vida de entre 12 y 14 años y, aunque les des un año de vida en una casa, es muchísimo tiempo para ellos. Se trata de dar la oportunidad a perros que sólo han conocido la jaula, el frío del invierno, el calor del verano y la soledad, porque al final pasan mucho tiempo solos.
¿Pasa lo mismo con los gatos?
No es exactamente igual. Tenemos algunos gatos adultos que llevan más tiempo y para ellos tenemos una parte habilitada arriba [en Sa Coma] que está más abierta, pero no llevan tanto tiempo como los perros.
¿Si hubiera más voluntarios, podría cambiar esta la situación?
Afortunadamente tenemos unos 1.600 registrados, la cuestión es que sean voluntarios activos. Además, en los últimos años ha cambiado el perfil de los animales. Antiguamente teníamos perros de más tipos y más tamaños y edades y era más sencillo venirlos a pasear. A día de hoy la mayoría, que son PPP, requieren que se tenga una licencia de voluntario. También hay perros más nerviosos y a lo mejor no se tiene la fuerza física suficiente para pasearlos, por lo que a día de hoy es más complicado por los perros que hay.
Hay quienes critican la Ley de bienestar animal.
Para nosotros, lo principal que le falta es una regulación nueva sobre la raza PPP. Nos hablaban de empezar a considerar a los animales individualmente en vez de por raza y esperábamos encontrar algo nuevo al respecto y está todo igual. Seguimos teniendo las mismas restricciones para estos perros. Tenemos a 25 o 30 animales de estas razas y nos supone un problema porque con perros como Thor, que es adulto, prácticamente no escucha, no es agresivo en absoluto... Tenemos que pedir una licencia a quien lo adopta y este perro igual podría estar en casa con sus dueños hace dos semanas.
La ley prohíbe la venta de animales. ¿Se deja algo?
La cría indiscriminada de animales. La ley contempla la cría entre particulares, hay unas restricciones, tienes que registrarte... Pero su control es un poco relativo y para nosotros es la clave. O controlamos la cría o siempre vamos a tener las perreras llenas.
¿Siente a veces que está sólo con los compañeros en esto?
Siempre digo que estamos aquí trabajando para algún día no tener trabajo, ojalá... Que esto no pase más o que sea algo muy puntual, porque aquí lo normal sería que hubieran cinco o diez animales, y no sé si llegaremos a ver eso. Tenemos un poco asumido que es lo que nos toca. Acompañarlos el tiempo que podemos, disfrutarlos, cuidarlos... Nos acordamos de los que no están y siempre intentamos centrarnos en los que sí están y conseguir que la mayoría de ellos salgan adoptados. Pero asumimos que muchos se acabarán convirtiendo en publicaciones, tatuajes... Es inevitable.
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