María Juana, usuaria de la AECC: «En cada prueba sientes la incertidumbre de si vas a tener cáncer otra vez»
La Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) estrena su nueva sede en Ibiza, en la calle Josep Zornoza, número 5, con una sala más grande para organizar actividades que permitirá celebrar más talleres y acciones enfocadas a las pacientes. La mayoría de ellas aprovechan para hacer un llamamiento: necesitan voluntarios y socios que colaboren con la organización.

Galería: Voluntariado contra el cáncer en Ibiza / J.A Riera

Hablar, bailar, salir de casa, evadirse... Son algunos de los quehaceres diarios que, a pesar de sencillos, son los que más cuesta cumplir cuando a una persona le diagnostican cáncer. «Entras en shock» es la frase que mejor describe ese momento para María Juana García Lozano y Pepi Saborido, dos mujeres que se han enfrentado a esta difícil situación y que desde entonces han contado con el apoyo que brinda la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC) en Ibiza, que este viernes inaugura su nueva sede en la calle Josep Zornoza, número 5.
Estas instalaciones son más grandes y permitirán ofrecer tratamiento de fisioterapia, además de organizar más actividades para los afectados por cáncer y sus familiares, entre otras formas que tiene la organización de ayudar y acompañar. En la isla lo hace de tal manera que quienes acuden a ella son como una familia y es muy fácil comprobarlo sentándose junto a las más de cinco mujeres que un día antes de la inauguración esperan el comienzo de un taller que imparte la psicóloga de la asociación, Paloma Medina.
El miedo al cáncer
Entre ellas está María Juana, a quien diagnosticaron con cáncer de mama en 2022, a los 55 años. «Todo fue muy rápido», recuerda. Recibir esta noticia fue un impacto: «Iba acompañada de mis dos hermanas y me puse a llorar y a chillar [...] Es algo que mueve todo por dentro y da tanto miedo que no te quieres abrir... Te bloqueas y piensas en su conexión con la muerte», cuenta con la mirada perdida al pensar en aquella época. Entonces se preguntó «¿qué hago?». Le hablaron de la asociación, fue. Y le proporcionó ayuda instantánea.
«Gracias a la asociación he podido interactuar y estar integrada», aprecia, pensando en la ayuda emocional, psicológica y social que sigue recibiendo.
El sufrimiento y la angustia que María Juana recuerda no llega a desaparecer: «En cada prueba que te haces vuelves a revivir el pasado y a tener la incertidumbre de si vas a tener o no cáncer otra vez».
A día de hoy, María Juana continúa su terapia hormonal: «El famoso tamoxifeno que nos destruye las articulaciones y nos somete a cambios constantes», explica antes de insistir en que el apoyo que ha recibido por parte de la asociación y su psicóloga son su vía de escape. «Todavía no estoy al 100%. Nunca volveré a ser el 100% de lo que fui, porque esto es un antes y un después... Pero es cuestión de aceptarlo, es algo que hay que trabajar mucho», señala.
Movilizar conciencias
María Juana estima que «gracias a Paloma» se ha ido abriendo y ha ido progresando en los objetivos marcados. «Estoy resurgiendo», define. Ahora quiere ayudar, como le han ayudado a ella, de manera que el año pasado se convirtió en la representante del paciente en Ibiza y viaja en ocasiones a Mallorca, donde se encuentra la sede provincial de la asociación, algo que incrementa sus ganas de «movilizar conciencias para que las personas se hagan socias, participen y que cuando vean que la causa beneficia a los pacientes... Les anime a colaborar».
«Todo el mundo debería colaborar, tenga cáncer o no, porque son geniales [el personal de la asociación] y ayudan en todo lo que se puede», coincide Pepi, que conoce la organización desde que le detectaron cáncer bilateral hace cerca de dos años, con 49. «La psicóloga te va abriendo poco a poco», describe y cuenta que empezó a formar parte de la organización por mediación de otras compañeras. Apunta que desde entonces le ha proporcionado «mucha ayuda», tanto psicológica como fisioterapéutica: «Con la medicación nos quedamos que no podemos ni mover los huesos... Lo mío fue una reconstrucción grandísima de los pechos, los ganglios... Y te quedas perdida», constata.
«La vida te cambia totalmente... No eres tú, eres otra persona... Y tienes que irlo asimilando», detalla pausadamente Pepi, que sigue en este proceso que, señala, la asociación hace «más ameno». A Pepi la han operado recientemente por segunda vez, un ejemplo de la preocupación de la que hablaba María Juana. «Como lloro tanto, ahora no puedo ayudar a otras personas para que se sientan mejor, pero es un proceso», confiesa. Eso sí, no se pone límites: «En cuanto pueda ser una voluntaria más, pues iré».
Una ayuda necesaria
Para Medina, acompañar en este proceso «es una de las labores más importantes que hace la asociación», porque la profesional tiene en cuenta que un servicio así desde la Seguridad Social no estaría bien cubierto: «Habría mucho tiempo de espera y estas cosas necesitan atenderse pronto».
Según explica Medina, la asociación atiende tanto a quienes llegan tras «el primer impacto» y hay que prepararles para el proceso, como a los familiares, «para quienes la noticia también es fuerte». Tras este paso, se atiende durante el proceso, «que es largo, con tratamientos complicados que hay que aceptar y saber llevar...», apunta antes de añadir que «una vez que se sale del tratamiento también existe el miedo a la recaída...».
En este contexto, en talleres como el de la mañana del jueves Medina apunta al ambiente familiar que se respira en la asociación: «Se lo pasan muy bien, conocen a gente nueva que está en su misma situación, que lo ha pasado o lo está pasando muy mal... Eso ayuda mucho. Se entienden, se acompañan, se protegen... Ees muy bonito».
En este rayo de luz en la oscuridad que pretende ser la asociación también es muy importante la labor que hacen voluntarios y voluntarias como Carmen y María, que son socias desde hace más de un cuerto de siglo, desde 1999, y también están sentadas en la nueva sala de actividades. «Son maternidad y sanación», describe María Juana, sentada junto a ambas: «Un paciente de cáncer necesita ternura, escucha, compasión... Cosas que no todo el mundo concede por las limitaciones que le produce oír la palabra cáncer».
Carmen también incluye en ello el ayudar a «echar balones fuera» para tratar de disminuir la preocupación de las pacientes: «No le puedes quitar la importancia que tiene, pero a veces al decir una barbaridad, una tontería o alguna idiotez no les queda más remedio que reírse».
En este sentido, tanto Carmen como Olga recalcan la necesidad de que haya «más humanidad» en el trato a las pacientes, algo que consideran que se está perdiendo con el aumento de demanda en los centros sanitarios y la falta de personal. Por ello también remarcan la necesidad del acompañamiento y de servicios como el de ‘Bienestar y confort en el hospital’ con el que la asociación ofrece un café, infusiones o galletas a pacientes que se encuentran en la sala de espera de Oncología del Hospital Can Misses: «Es algo maravilloso porque ayuda a abrirse y a relajarse un poco», indican.
Para que este trabajo pueda seguir adelante, según apuntan Carmen, Olga, María Juana y Pepi, es necesario que más gente se anime a ser voluntaria en la asociación. «Las asociaciones no somos nada sin los voluntarios», añade Medina, e insiste: «Les necesitamos para las campañas informativas, para acompañar, para ayudar... Se hacen carreras solidarias, cenas, comidas...».
También se imparten talleres como el de esta mañana, enfocados al «beneficio de la risa». En el de este jueves, para amenizar la espera (y empezar a calentar), María Juana, que ha sido durante mucho tiempo profesora de baile, se coloca ante sus compañeras y, a ritmo de la canción ‘Si antes te hubiera conocido’, de Karol G, indica algunos pasos de baile para que la sigan. Un paso más para seguir resurgiendo.
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