Tribunales

Cuando robar y agredir sexualmente sale gratis en Ibiza

Tres hombres agredieron sexualmente y robaron a Sonia en Platja d’en Bossa, pero ninguno ha pisado la cárcel

Sonia sostiene en sus manos la sentencia del caso

Sonia sostiene en sus manos la sentencia del caso / D.I.

Guillermo Sáez

Guillermo Sáez

Ibiza

¿Qué castigo debe cumplir una persona por agredir sexualmente y robarle todo lo que lleva encima a otra? En el caso de F.J.M.G., ninguno. Esas son las iniciales de uno de los tres delincuentes que a las seis de la mañana del 2 de septiembre de 2019 atacaron a Sonia, manosearon su cuerpo, le arrebataron sus pertenencias e incluso intentaron meterla a la fuerza en un coche.

La aparición de la prima de la víctima en el lugar de los hechos, un aparcamiento situado junto a un pub de Platja d’en Bossa donde ambas habían estado de fiesta, impidió que el intento de secuestro fructificara, pero ya era tarde para los anteriores delitos. «Había bebido y no supe reaccionar muy bien, aunque intenté defenderme. Se lo expliqué a mi prima, pero ella no entendía muy bien lo que había pasado», rememora Sonia a Diario de Ibiza.

Son los lógicos momentos de confusión después de haber sufrido el mayor susto de su vida, uno tan grande que a día de hoy sigue condicionando su comportamiento: «No lo he olvidado. Lo tenían todo meditado desde que nos vieron en el pub. Desde entonces, si salgo a algún lado siempre lo hago acompañada. Y ya no me fío de meterme en sitios oscuros ni nada por el estilo. Tuve que ir al psicólogo porque me quedé súper traumatizada. Nunca me había pasado algo así». La sentencia del caso llega a precisar cuánto costó cerrar aquellas heridas: «Sanaron en 42 días de perjuicio moderado».

Todo eso después de que F.J.M.G. hiciera lo siguiente: «Inmovilizó a Sonia agarrándola por el cuello evitando su defensa y, con ánimo libidinoso, comenzó a tocarle los senos y la zona genital sin su consentimiento. Acto seguido, con ánimo de enriquecimiento ilícito, se apoderó del teléfono móvil marca Wko de Sonia y de 150 euros que ella portaba encima».

Tres autores, un condenado

El condenado no actuó solo. Lo hizo con dos compinches que le ayudaron a acorralar a la mujer entre dos vehículos y que no han llegado a pisar un juzgado por sus hechos. Uno fue reconocido por las cámaras de seguridad del mismo local donde también habían estado Sonia y su prima, y está en busca y captura desde hace seis años. Del otro, ni siquiera se llegó a saber nunca su identidad.

Después de la agresión sexual y el robo, a los delincuentes también les salió una vena cómica que de gracia no tenía un pelo. Y es que se dedicaron a mandar audios a la entonces pareja de Sonia describiendo las obscenidades que supuestamente habían hecho y que, de no ser por la prima de la víctima, probablemente hubieran llevado a cabo ayudados por la fuerza bruta. Esos audios también ayudaron a la Guardia Civil a reconocer a dos de los malhechores involucrados.

Al día siguiente, Sonia y su prima se personaron en las dependencias de la Guardia Civil de Sant Antoni e interpusieron la correspondiente denuncia. Casi cinco años más tarde, el pasado 24 de julio se celebró el juicio en el Juzgado Penal número 1 de Ibiza, donde solo se sentaba en el banquillo el único de los tres delincuentes que fue identificado y localizado.

La Fiscalía solicitaba un año de cárcel por el delito de agresión sexual, seis meses por el delito de hurto y una indemnización de 4.602 euros: 2.352 por lesiones, 2.000 por daño moral, los 150 sustraídos más los 100 en los que se valoró el teléfono móvil, que era de gama baja.

La defensa no opuso resistencia y aceptó este castigo que permitía al acusado librarse de la cárcel, ya que la sentencia de prisión era menos de dos años y carecía de antecedentes penales. La única hipotésis en la que el agresor pisaría la cárcel por este caso sería si volviera a cometer un delito, de la naturaleza que sea, en el plazo de dos años. Así que cumplir la ley hasta julio de 2026 será suficiente para evitar verse entre rejas.

Esperando la indemnización

«Estas sentencias tendrían que ser más duras. Una persona que comete este tipo de actos tendría que entrar directamente en la prisión, pero lo único que tuvo que hacer fue un curso de educación sexual», lamenta Sonia, que no tiene constancia de que el condenado llegara a completar ese programa formativo al que le obligaba la sentencia.

Al menos le quedaba el consuelo económico de la modesta indemnización, pero ya han pasado 10 meses del juicio y sigue sin haber visto un duro, ya que el condenado se declaró insolvente, tampoco tiene cuentas bancarias ni bienes a su nombre que se puedan embargar, según explica la víctima después de contactar con el juzgado,

Por todo ello, Sonia se siente «indignada. «Siento que las mujeres hoy en día, a pesar de que ya no vivimos en tiempos antiguos, seguimos sin poder salir con una falda y unos tacones porque algunos hombres piensan que tienen derecho de hacer lo que quieran con una mujer que va así vestida y se ha tomado un par de copas. Me indigna mucho que en los tiempos en los que estamos una mujer no pueda salir por la calle tranquilamente sin encontrarse con este tipo de gentuza. Parece que no hemos avanzado nada», manifiesta.

Lo único positivo que Sonia rescata de toda esta historia es que será más difícil que otra mujer pueda ser agredida en ese mismo lugar, ya que el aparcamiento donde ella fue atacada ahora sí dispone de iluminación.

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