Ibiza Medieval: La «dura» y «libre» vida de los feriantes

De los cerca de 210 tenderetes que forman la feria Ibiza Medieval de este año, unos 120 vienen de fuera. Son feriantes que viven de ello y se dedican a recorrer la Península con su arte, comida y productos. Todos los que pisan Ibiza vienen de otra feria y en menos de una semana estarán en otra ciudad honrando el medievo.

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Ibiza

«Esto no se ve todos los días», advierte Julián Urbano Martos, uno de los dos únicos feriantes acuñadores de moneda que hay en España, a un pequeño que, junto a su madre, se ha parado a elegir un dibujo para cada cara de la moneda que se convertirá en un recuerdo de esta Ibiza Medieval.

Esto es a lo que se dedica Urbano desde hace ocho años, en los que no sólo Ibiza, sino la mayoría de ciudades de España con ferias medievales se convierten por unos días en su oficina. «Vengo de una feria de El Álamo, en Madrid, donde estuve cinco días, y antes estuve otros cinco en la feria de los barcos [‘Escala a Castelló’], en Castellón», explica.

En su recorrido semanal, parar en Ibiza no le supone mucha diferencia a hacerlo en cualquier otro punto de la Península. Cuenta que le resulta más «práctico» porque el trayecto en barco le evita kilómetros de carretera. Independientemente de esto, su furgoneta, además de su transporte, es su hogar allá a donde va. De hecho, antes de volver a casa ha decidido quedarse unos días para disfrutar de la isla y ahorrarse un viaje, porque el día 16 empieza la medieval de Capdepera, en Mallorca, donde sin duda estará.

A pesar de este ir y venir, Urbano es de los que disfruta de su trabajo «viendo a gente y estando al aire libre»: «Como todo, tiene sus momentos duros y sus momentos buenos», opina.

Dos meses sin pisar casa

También es así para Manolín, ‘El rana’, que valora «no tener la misma presión que en un bar», en el puesto en el que prepara carnes de Jaén. En su caso, describe su «trabajo duro» de nueve de la mañana a dos de la madrugada mostrando un paquete de tiritas para las ampollas de los pies. A esto le añade «las agujetas» y el hecho de llevar un mes sin pasar por casa: «Venimos de la Feria del Fórum [Feria de Abril de Cataluña], de Barcelona, y ahora volvemos para participar en la medieval de la Barceloneta». Cuando ésta acabe, Manolín se dirigirá a Segovia para participar en otros tres días de medieval, por lo que calcula que llegará a cumplir los dos meses sin pisar su hogar.

Aún así «compensa», señala. Explica que no sólo para él, que cobra bien, sino también para la empresa con la que viene, que lleva 15 años participando en esta medieval. En ella trabajan una treintena de hombres que, como Manolín, se alojan en un hostal de la isla. Antes de ello, detalla que han llegado aquí con un tráiler y tres furgonetas, una de ellas frigorífica para los alimentos, y que «gracias a Dios, el último día apenas queda nada».

También alojado en un establecimiento hotelero está Antonio Jesús Malagón, que viene con Cabalburr, empresa que hace muestras de combates y talleres de oficios medievales.

El medieval como ‘hobby’

Malagón va alternando la actividad en la que participa en esta feria desde hace seis o siete años, aunque confiesa que éste no es su verdadero oficio. De profesión es electricista, por lo que estos días entran en su «semana de vacaciones» porque para él su labor aquí es casi un hobby: «Vestirme, hablar con la gente, explicar... Me encanta», indica. Además de esto, en esta edición le toca mostrar el trabajo de la piel, algo que no sólo ha aprendido de forma autodidacta, sino que también cree que tiene «mucho valor» porque «es algo que se está perdiendo y hay poca gente que lo sepa hacer».

Ambiente en la jornada del sábado en la Ibiza Medieval

Estela Torres Kurylo

De vestimenta y hablar con la gente son también Bru Cuevas y Cristian Uroz, de Tonitón: «Circo, teatro y animación», entona el segundo, que se dedica desde hace 21 años a animar el ambiente en ferias medievales. Cuevas, por su parte, es feriante desde hace siete años y cuenta que, en todo este tiempo, ésta es la primera vez que ambos están en la de la isla.

Con gracia, se quejan de que, a diferencia de en otras ferias: «Aquí todo está muy lejos». Esto se debe a que forma parte de su atrezo un carro que arrastran por todo Dalt Vila. A pesar de esto, valoran que aquí haya más público y éste sea «más desinhibido y alegre» que en otros lugares.

"Vivir del aire"

Cuevas explica que antes de llegar a Ibiza, estuvieron en la feria medieval de Hostalric y en la de Calonge, ambas en Girona, y ahora vuelven a Cataluña porque participarán en las fiestas de Nou Barris, en Barcelona, del 15 al 18 de mayo. A pesar de este no parar, también coinciden en su amor por este oficio. «Me gusta mucho», continúa con su broma Uroz, a lo que Cuevas le añade: «Sabes qué es el arte ¿no? Saber vivir del aire».

Cruz Fernández Méndez indica, en su lugar: «Cada fin de semana estás en un sitio diferente, conoces mucha gente, ciudades, pueblos...», pero, como todos, tiene en cuenta que es un trabajo «muy sacrificado». «Te tiene que gustar», indica.

Fernández trabaja en un puesto de panes y pastelería en la medieval ibicenca, que también se venden en varios negocios de hostelería en Lugo, Galicia. De allí viene ella desde hace 11 años y cuenta que antes de atracar en Ibiza ha estado en una feria en Madrid, otra en Málaga y en «muchos más sitios» que en este momento no recuerda. Por eso, tras ésta, se tomará unos días de descanso, que serán pocos porque el viernes vuelve a Madrid donde, como los demás, seguirá dando valor a eso que no se ve todos los días.

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