Carreteras
La reparación de los desperfectos de la travesía de Jesús se retrasa a octubre
Las dos constructoras a las que en diciembre se les adjudicó las obras, junto al asfaltado de la carretera de Cala Llonga, renunciaron en febrero a su ejecución

Imagen de archivo de una de las zonas del firme de la travesía que se hundió tras la finalización de las obras. | VICENT MARÍ
El Consell de Ibiza se ve obligado a retrasar a octubre las obras de reparación de los desperfectos del firme de la travesía de Jesús, pendiente desde hace siete años, que se ejecutará conjuntamente con el reasfaltado de la carretera de Cala Llonga, con un trazado de 11,5 kilómetros.
La Unión Temporal de Empresas formada por Tecopsa y Hermanos Parrot, adjudicataria desde el pasado mes de diciembre de estas obras con un presupuesto de 3,6 millones de euros (el coste de salida de la licitación era de 4,9 millones), renunció a su ejecución a finales del pasado mes de febrero. Esto ha obligado a la institución insular a readjudicar las obras.
Inicialmente, el Consell proyectaba que las obras, adjudicadas con un plazo de ejecución de seis meses, se iniciaran en este primer semestre y dejarlas en suspenso en el inicio del verano, para culminarlas después. Ahora se retrasa todo a octubre y se encarece el proyecto.
La mesa de contratación lo ha adjudicado ahora a Islasfalto, que había presentado la segunda mejor oferta de las tres que optaron a la licitación, con un presupuesto de 4,6 millones de euros, un millón más que la primera oferta ganadora y que suponía una baja del 25,6% del coste de salida. La tercera oferta, la de Aglomerados Ibiza, se situaba en 4,7 millones de euros. El plazo de ejecución propuesto por la nueva empresa adjudicataria de las obras también será de seis meses.
Travesía de Jesús
Por otro lado, el Consell mantiene una larga disputa con la empresa que ejecutó, entre octubre de 2015 y enero de 2017, la travesía de Jesús (Vías y Construcciones SA) sobre el supuesto sobrecoste de las obras y los desperfectos en el firme que, pese a las tres actuaciones de reparación acometidas, aún no se han solucionado.
Ante la negativa de la constructora a reparar los desperfectos, la institución insular se ve forzada a hacerlo por su cuenta a costa de la garantía de la obra, de 65.000 euros. Si dicha cuantía no es suficiente, la institución exigirá a la empresa que abone la diferencia. El pleno del Consell acordó el jueves la desestimación del recurso de alzada presentado por Vías y Construcciones contra la negativa de la institución a devolverle la garantía, lo que abre ahora la vía judicial.
Hay que tener en cuenta que la constructora también reclama judicialmente al Consell el cobro de un sobrecoste de casi 154.000 euros en concepto de costes indirectos, gastos generales y mantenimiento de avales por la suspensión y prolongación de las obras como consecuencia de la excavación de los restos arqueológicos hallados y otras circunstancias, como las conexiones de suministros que no estaban previstas en el proyecto.
El Consell formalizó el contrato con la constructora en marzo de 2015, pero las obras no se iniciaron hasta finales de octubre de ese año. Pese a que el plazo de ejecución era de solo cinco meses, desde la comprobación del replanteo transcurrieron 22 meses hasta la finalización de los trabajos, con 12,5 meses efectivos de trabajo, considerando ocho meses de suspensiones y 1,3 iniciales sin ejecutar obra. En concreto, durante el periodo de ejecución hubo dos suspensiones de las obras, cinco ampliaciones de plazo y una modificación del proyecto al alza. Estas obras, aparentemente sencillas y rápidas, se convirtieron en un calvario para el anterior gobierno de izquierdas.
Más y más desperfectos
La apertura al tráfico del primer tramo de las obras se produjo en mayo de 2016, pero en agosto se detectaron los primeros signos de deterioro del pavimento, lo que obligó, hasta diciembre de ese año, a acometer diversas reparaciones. En febrero de 2017 se formalizó el acta de recepción negativa de las obras debido a la existencia de más deficiencias en el firme. Un mes más tarde, en marzo, se acometieron las obras para arreglar los desperfectos y, posteriormente, en abril, se firmó el acta de recepción de las obras, con un plazo de garantía de dos años (hasta principios de abril de 2019). No acabaron aquí los problema,s porque durante el período de garantía, surgieron más signos de deterioro, lo que obligó a una tercera intervención para subsanarlos. De todos modos, en marzo de 2019, a dos semanas de que venciera la garantía, el Consell emitió un informe en el que denegaba la devolución de la garantía al detectar nuevas deficiencias. Dio un plazo de 11 meses a la constructora para subsanarlas, pero esta hizo caso omiso.
Reparaciones «desmesuradas»
En marzo de 2020, Vías y Construcciones comunicaba al Consell que las reparaciones que proponía eran «desmesuradas en comparación con las deformaciones presentes en la vía». Además, advertía lo siguiente: «Son muchas las deformaciones que no son imputables a Vías y Construcciones». Es el mismo argumento que ya había esgrimido anteriormente en contra del criterio de los técnicos del Consell. Con ello, la constructora justificó que no había llevado a cabo ninguna actuación durante al plazo de 11 meses que le había dado la institución insular.
En concreto, la constructora sostiene que los defectos de la travesía «no se deben a vicios ocultos» sino que la causa radica en que durante el período de garantía, «la vía fue sometida a cargas superiores a las diseñadas». Anteriormente, una consultora contratada por Vías y Construcciones concluyó que el proyecto consideraba que el tráfico real que debía soportar era superior (T2) al que realmente se planteó (T31).
El Consell, en cambio, defiende que las deformaciones del pavimento se deben a «defectos de ejecución» de las obras y, por ello, «imputables al contratista». Para los técnicos del Consell, el argumento de la carga del tráfico «no tiene ningún fundamento» porque las carreteras se dimensionan para una carga de tráfico por un periodo de unos 20 años de duración. Así, asumiendo que T31 fuera un tráfico inferior al real y la vía estuviera sobredimensionada, lo que cabría esperar, según el Consell, es que se acortara la vida útil del firme, «pero nunca fallaría inmediatamente después de su inauguración».
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