Sant Antoni
La urbanización fallida de Sant Antoni donde "buscas paz y encuentras estrés"
36 familias han demandado a la promotora, la constructora y los arquitectos por múltiples deficiencias valoradas en un millón de euros

Uno de los agujeros producidos por las filtraciones de agua. | D.I.

«Belisla Vistabella, un oasis de diseño en la bahía de Sant Antoni». Así se anunciaba hace seis años una promoción inmobiliaria de 36 apartamentos «emplazados en un bosque de esterlicias, palmeras y buganvillas» y elaborados «con materiales de la más alta calidad».
Las viviendas, de entre 60 y 90 metros cuadrados, contaban con dos o tres dormitorios, dos baños, trastero y plaza de garaje. Costaban entre 290.000 y 450.000 euros. «En el año 2019 ya era un precio bien caro. Nos sentimos estafados porque encima nos hemos gastado un pastizal en unas viviendas que no eran nada baratas», cuenta un portavoz vecinal que, cansado de pelearse con la promotora, prefiere no decir su nombre.

El aparcamiento se anega cada vez que llueve. | D.I.
Las 36 familias que viven en el complejo se han unido para presentar una demanda en reclamación de vicios y defectos constructivos contra la promotora Belisla y la constructora Urban Infraestructuras G4, así como el arquitecto y el aparejador.
Explican que han «tenido muchísima paciencia» y que se han «comportado lo más caballerosamente», apurando las opciones de solucionar el problema por las buenas, pero que ya estaban hartos. «Nosotros entendemos que no sólo hemos tenido un problema constructivo, sino que además se han reído de nosotros», lamentan.

La verja de entrada ya indica lo que espera dentro. | D.I.
Porque la realidad de Belisla Vistabella dista mucho de las imágenes idílicas que siempre acompañan a cualquier proyecto inmobiliario, diseñadas para entrar por los ojos y comprar sobre plano, como hicieron la mayoría de propietarios de esta urbanización de Sant Antoni situada entre las calles Encant, Retir y Travessía Vista Bella, la que da nombre al complejo.
No hay más que echar un vistazo a la piscina, cuyos soláriums debían estar cubiertos con pavimentos de madera tropical natural y únicamente cuentan con una capa de cemento irregular y cuarteado.

La piscina de la urbanización / D.I.
«La urbanización tiene dos años y por su aspecto parece que tiene veinte», lamentan los vecinos, cansados de que los materiales estén muy alejados de los que prometía la memoria de calidades, de que el óxido campe a sus anchas, de que se inunden los garajes cada vez que llueve. En definitiva, de haber invertido los ahorros de su vida en una decepción que incluso ya está tasada: 1.047.767,98 euros. De acuerdo a un informe pericial, esa es la cantidad que costaría reparar todas las deficiencias acumuladas en la urbanización.
Múltiples problemas
Son tantos los defectos que el informe los agrupa en siete apartados diferentes para intentar poner algo de orden: filtraciones y humedades, problemas en el drenaje y la evacuación de pluviales, fallas en pérgolas y elementos metálicos, problemas en piscina y solarium, deficiencias en espacios residuales bajo los bloques y otros defectos constructivos, cajón de sastre donde incluye las filtraciones en los ascensores, las grietas en las fachadas o los problemas e jardineras y escaleras comunitarias.
«Recurrimos a un perito para saber qué pasaba exactamente aquí porque veíamos que había muchos problemas, pero no sabíamos la dimensión de los problemas», dicen los vecinos. El resultado es que las taras visibles y las ocultas se combinan por encima del millón de euros.
«Y este peritaje ni siquiera incluye la compensación económica por haber reducido las calidades. Hablamos únicamente de reparar lo que han hecho mal. Ya nos conformamos con que esté todo dignamente hecho, que cuando llueva no nos llegue agua al aparcamiento, que no filtre la piscina, que la zona de baño no sea un peligro con óxido y cemento levantado...», añaden.
Las viviendas se entregaron a sus propietarios durante los primeros meses de 2023 y «ya desde el inicio se detectaron múltiples deficiencias que fueron notificadas a la promotora».
Una vecina señala que, desde que abrieron las puertas de su nueva casa, ya comprobaron que «había muchísimas cosas que estaban en mal estado como rodapiés, armarios, rotos, puertas rayadas, cocinas no bien fijadas». «Al final no había casi nada que estuviera en condiciones. Compras una casa con mucho esfuerzo e ilusión y en lugar de encontrar paz encuentras estrés y te sientes estafada», se sincera.
Otra propietaria se sorprendió al comprobar que el aparcamiento subterráneo se convertía «en las cataratas del Niágara» cada vez que llovía. La comparación no es para nada exagerada, como se puede comprobar en los vídeos que otro vecino ha subido a una cuenta de Instagram creada expresamente para denunciar todos esos desperfectos. «Solo en mi bloque hay en el techo cuatro agujeros de filtraciones que están sin arreglar y el ascensor se estropea cada vez que llueve», se resigna.
Negociación y demanda
Por su parte, desde Belisla confirman a este periódico que son conscientes de «las incidencias constructivas en las zonas comunes» y añaden que «desde hace casi dos años» se pusieron «a disposición de la comunidad los medios para resolverlas».
Los propietarios de las viviendas reconocen que la promotora ha hecho reparaciones, pero aclaran que han sido «totalmente deficientes». «No tenían mucho sentido. Se han dedicado a reparar filtraciones estructurales con un poquito de masilla y silicona. Como arreglar una grieta en la pared con cinta aislante», comparan. Estos parches alentaron su sensación de que la empresa estaba «intentando estirar el chicle para que se pasaran los plazos de la demanda».
Con el informe pericial en la mano, y sabiendo que la hipotética derrama ascendía a 29.000 euros por propietario, empezó la fase de negociación, que fue «totalmente infructuosa»: «Su primera oferta fue de 100.000 euros. La última oferta que recibimos fue 270.000 euros y decían que ellos iban a demandar al arquitecto y al aparejador y que con lo que se sacasen nos iban a dar a nosotros la mitad. Yo interpreto que con esta oferta incluso pensaban ganar dinero con nosotros. Tuvimos que declinar y el mes pasado pusimos la demanda».
Desde Belisla subrayan que «es importante notar que en todo proceso constructivo surgen errores». «No obstante lo anterior, queremos dejar constancia de que en todo momento ha existido, por parte de la promotora, una actitud de diálogo, colaboración y voluntad de solución, en línea con lo que exige la ley y cumpliendo con nuestro habitual compromiso con los clientes», se defienden.
Por último, los residentes de Vistabella apostillan que es «algo tremendo» lo que están «sufriendo con esta gente». «Ellos siempre dicen que es culpa nuestra, que nosotros no queremos que lo arreglen. No entendemos cómo tienen el morro de decir eso», se indignan. Ahora, deberán hablar los tribunales.
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