Historias de Ibiza

Asesinado en Santa Agnès por vender el voto a un candidato y votar a otro

Pocas semanas después de las elecciones a Cortes de 1923 un hombre acabó muerto de dos disparos en un camino. En el juicio, celebrado hace ahora cien años, se desveló que la víctima había vendido su voto a uno de los candidatos, pero los que lo compraron supieron que no había cumplido

Una imagen antigua de la iglesia de Santa Agnès. | JOAQUÍN GOMIS/ARCHIVO DI

Una imagen antigua de la iglesia de Santa Agnès. | JOAQUÍN GOMIS/ARCHIVO DI

Fernando de Lama

Fernando de Lama

Ibiza

48 pesetas. Es el precio que puso Juan Costa, Racó, por votar a uno de los tres candidatos ibicencos que concurrían a las elecciones de diputados a Cortes de abril de 1923. 48 pesetas que le costaron la vida pese a que no parece una gran cantidad, teniendo en cuenta que en un anuncio del Teatro Pereyra que aparece en el Diario de Ibiza el día del juicio, se venden abonos para la temporada de zarzuela a 2 pesetas la butaca, 10 los principales y 12 la platea.

El juicio se celebró el 15 de abril de 1925, hace ahora un siglo, y lo cuenta Es Diari bajo el titular: «Vista de una causa motivada por las últimas elecciones». El caso es que según las declaraciones del procesado, Vicente Boned Boned, y de los testigos, la causa del homicidio de Racó queda clara. Boned le había pagado para que votara a uno de los candidatos y votó «al contrario», dice la crónica.

La pena es que no aclara a cuál de ellos prometió votar y a cuál apoyó. En aquellas elecciones presentaron candidatura a ser el diputado por Ibiza en las Cortes Carlos Román, por el Partido Liberal de Ibiza; Luis Tur y Palau por el Partido Conservador, que se presentaba para renovar su cargo, y Pedro Matutes Noguera por los liberales disidentes, que contaba con el apoyo de dos de las familias más poderosas de las islas, los Matutes y los March. Ganó por mayoría aplastante Román, pese a que dos semanas antes de los comicios sufrió un atentado durante un mitin en Sant Rafel atribuido a los ‘marchistas’. Le pegaron dos tiros de postas por la espalda, aunque solo sufrió heridas leves.

Pero volvamos al caso. Unas semanas después de las elecciones se encontraron en un bar de Santa Agnès Racó y los que le habían pagado por su voto, Vicente Boned Boned, de 26 años, y Miguel Tur Boned, de 28. Y Racó acabó muerto de dos tiros en un camino oscuro, con su cuchillo al lado.

Versiones contradictorias

A partir de aquí las versiones son muy diferentes. El acusado, que según la crónica del Diario del 16 de abril de 1925 entra en la sala «elegantemente vestido, con traje negro» y «algo melancólico», relata que era amigo de la víctima, que la noche de autos se encontraba en el café Sa Plana con Micaló y Lluch, para comer unos buñuelos. Que la víctima no llegó a entrar en el local, pero que lo encontraron luego por el camino de Can Lluch. Allí debió haber un cruce de palabras entre ambos, aunque el procesado asegura que nunca insultó a la víctima por no votar al candidato con el que se había comprometido. Que en un momento dado Racó le «embistió» y él le disparó dos veces para defenderse a unos dos metros de distancia, y que cuando vio que el otro estaba muerto se dirigió a Can Lluch para que le condujeran en un carretón hasta Vila y entregarse en el juzgado.

Después declara Miguel Tur Boned, cuñado del propio Racó. Admite ante las preguntas del fiscal que él y el procesado habían convenido «trabajar la elección», es decir, comprar votos para un determinado candidato, y que dio a Racó las 48 pesetas señaladas para que votara al que patrocinaba, aunque después supo que «había votado en contra». Asegura que los tres se encontraron cerca del bar Can Lluch, que la víctima y el procesado se retiraron para hablar y que en ese momento oyó los disparos y cuando se acercó a ellos vio que Racó caía herido y se fue del lugar.

Otro parroquiano, Antonio Boned Costa, primo del acusado, cuenta que estaba en Can Lluch y que vio entrar a Racó, tomar un vino y despedirse, y que detrás salieron Boned Boned y Tur Boned.

Por último declaran el propietario de Can Lluch, Lucas Costa, que simplemente afirma que fue informado por Tur Boned de lo que había ocurrido y que cuando salió encontró el cadáver de Racó en el camino junto a un cuchillo, y el hijo de Racó, Juan Costa Tur, de 16 años. El adolescente relata que fue avisado por su tío de lo que había ocurrido y que cuando llegó al camino encontró a su padre muerto. No recuerda haber visto el cuchillo hasta que se lo enseñó un agente de la Guardia Civil. Entonces reconoció que era el de su padre, «acostumbraba a llevarlo porque era carretero», señala. Lo del cuchillo es clave en el juicio, porque será utilizado por la defensa para justificar los disparos del acusado. El joven, que va vestido de «riguroso luto», apunta la crónica, pide la palabra al bajar del estrado y reclama «que se haga justicia».

También comparecen dos peritos militares, que certifican que los disparos se produjeron a más de dos metros de distancia, «porque de lo contrario se hubiera notado el chamuscamiento» en la herida, algo que pesa como una losa en la estrategia del abogado defensor, basada en la defensa propia del procesado.

«Una colilla en los labios»

Tras las declaraciones llegan las conclusiones finales ante el presidente del tribunal, don Ramón Cayetano. El fiscal Serna califica lo ocurrido de «típico homicidio». Asegura que no hubo «agresión o amago de ella por parte de la víctima» y que el cuchillo pudo haber sido puesto junto al cadáver por el procesado, o habérsele caído al muerto al recibir los disparos. Destaca la «actitud pacífica en que se encontró el cadáver», que incluso «llevaba una colilla en los labios».

Por todo ello pide para Boned Boned una pena de 14 años, 8 meses y un día de prisión y una indemnización de 10.000 pesetas a la familia de la víctima.

El defensor es José Sáez Martínez, abogado de oficio en su primer juicio en la isla, que tras descalificar el informe de los peritos por «emitir su dictamen sobre la herida, en lugar de sobre el arma», y señalar las múltiples contradicciones entre los testigos, pide la absolución de Boned Boned o que se tenga en cuenta como pena los dos años que lleva en prisión preventiva: «Pido en nombre del procesado, si no misericordia, al menos equidad», termina su «brillantísima peroración», en palabras del cronista.

El tribunal dicta la sentencia solo dos días después y tras encontrar culpable a Boned Boned le condena a 12 años, 8 meses y un día de prisión, al restar los dos ya cumplidos, y a la indemnización solicitada por el fiscal, mucho mayor que las 48 pesetas pagadas por un voto que se fue a otro candidato. No sabemos a cuál.

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