Gastronomía
Feria del pescado y el marisco de Ibiza: «Recién pescado y a la barriga, como debe ser»
De las redes de la cofradía de pescadores a la mesa en un santiamén. Sant Antoni ha acogido este sábado la segunda edición de la Fira del Peix i Marisc d’Eivissa que tiene el objetivo de promocionar el producto local, fresco y de proximidad, entre los ibicencos. Y los visitantes.

David Ventura

El pescado local está poco valorado. Al menos, esto es lo que piensa Joan Castelló, secretario de la Cofradía de Pescadores de Sant Antoni. ¿Los motivos? Ni siquiera él lo tiene claro: «Quizás porque como hay poca cantidad y se ve poco en el mercado, la gente no está familiarizada con él y no tiene el hábito de comprarlo».
Precisamente para promocionar el pescado local, el año pasado esta cofradía propuso al Ayuntamento portmanyí organizar una feria dedicada al pescado y marisco de Ibiza en la que se sirviera el producto de los pescadores locales. Este sábado se ha celebrado en el Passeig de la Mar de Sant Antoni la segunda edición de una iniciativa que intenta consolidarse, y que tiene como modelo la exitosa Fira del Gerret de Santa Eulària: «La idea es que la gente vea que hay vida más allá del salmón, la lubina y los mejillones. Lo del gerret es un ejemplo, es un pescado al que no se le había dado el valor que tiene, pero que a la gente, cuando lo prueba, le gusta».

Fira del Peix i Marisc de Sant Antoni / Toni Escobar
En el puesto de la cofradía sirven tres platos, cada uno de ellos a cinco euros: un plato de escabeche con pescado variado como bacora [albacora], verderol [serviola] y espet [barracuda], uno de gamba blanca y cigalas hervidas, y un tercero de gamba roja a la plancha. Todo es producto local, por lo que sorprende la presencia de la gamba blanca, que se asocia como un producto típico de Andalucía: «Es que la gamba blanca está subiendo de latitud. Antes se encontraba en el estrecho de Gibraltar, pero ahora cada vez la vemos más a menudo en el mar balear, igual que pasa con el langostín moruno».
Elogio al ‘gerret’
Esta defensa apasionada del producto local la comparte José Serra, un vecino de Santa Gertrudis que es pescador aficionado, y que ha acudido a la feria para probar todos los platos posibles: «Recién pescado y a la barriga, como debe ser». Serra explica que acostumbra a comprar pez de roca para hacer caldo o preparar escabeches, pero que su favorito es el gerret: «Es el más gustoso. Es el pescado de los pescadores. No se valoraba porque es pequeño y feo, costaba venderlo y los pescadores se lo quedaban para ellos. El gerret lo puedes preparar de mil maneras. Es lo mejor que hay».
A su lado asiente Alfonso Galván, también pescador aficionado. «Cuando salimos, sacamos el curricán o el volantín, a ver si pica algo», comenta. Lo que más captura son calamares, sepia, albacoras y melvas. Cuando le pregunto si se come lo que pesca, responde con un «¡¡por supuesto!!», y añade que sus recetas favoritas son «los calamares fritos y la melva escabechada o al horno».

La felicidad de después de comerse unas gambas. / Toni Escobar
Carreras de langostas
En la feria hay seis puestos que ofrecen comida y una barra de bebidas y, entre las casetas que en verano venden las excursiones náuticas, se han instalado unas mesas para que los asistentes puedan comer cómodamente. Aquí encontramos a Maria Torres Torres, mujer de un pescador jubilado, quien ha acudido acompañada de su hija, Lucía Torres Torres, y de una amiga de esta, Toñi Cardona Ferrer. Acaban de devorar un plato de cigalas y gamba blanca, otro de pescado en escabeche que ofrecen en el puesto de la cofradía, y las tres confiesan que todo estaba «delicioso».
«Mi marido todavía tiene el llaüt por aquí. ¿Qué pescaba? Pues todo lo que se enganchaba en la red. Yo hacía un guisat con lo que traía, roja, ratas de mar, gallo...», comenta Maria, quien es contraria a romatizar el oficio de marinero: «Mira, hemos vivido del mar, y ahora que estamos jubilados ya no quiero saber nada más».
Comentan que antes se encontraban muchas langostas en la bahía de Portmany, algo que ya ha pasado a la historia. «Recuerdo que de niña hacíamos carreras de langostas. Las soltábamos y las hacíamos correr, a ver cuál llegaba antes», comenta entre risas Lucía, mientras su amiga Toñi contesta: «Como en mi casa no somos de familia marinera, las carreras las hacíamos con caracoles».
Entre quienes tienen un puesto en la feria está el restaurante Es Mercat, que prepara dos platos a nueve euros cada uno: un arroz con corvina, alcachofas y sepia, o unas croquetas de bullit de peix con alioli. Juan Olmos, uno de los propietarios, explica que decidieron acudir despues de recibir una llamada de Vicent Kantaun, quien ha ejercido de organizador oficioso del evento: «Vicent me dijo que es una enamorado de nuestra croquetas de bullit de peix y nos pidió que las trajéramos. ¡Y ya lo creo que las hemos traído! Croquetas por un tubo. Hemos venido con 400 o 500».
Mucha sepia
También han traído material para hacer diez paellas de unas quince raciones cada una. En vez de llevar una de tamaño gigante para sacar mucho material, han optado por otra más pequeña y hacer una paella tras otra: «Si las haces multitudinarias no puedes garantizar su calidad. Preferimos que la gente espere un poco a que la siguiente esté lista, y asegurar». Para Olmos, el secreto de un buen arroz es «un buen sofrito, buen caldo de producto local, arroz de la albufera de Valencia, producto y mucho mimo».
Otro de los participantes es la cafetería Gran Vía, de Vila, un bar de tapas ibicencas que tiene como emblema la frita de sepia. Ha traído 80 kilos de este cefalópodo, aunque su propietario y cocinero, Manolo Izquierdo, admite que no es de la isla: «La producción local no da para toda la demanda que hay, no tenemos otra opción que traerla congelada de fuera». En cualquier caso, la frita del Gran Vía tiene una merecidísima fama, e Izquierdo explica su receta: «Hervir la sepia, hacer el sofrito, que yo solo le pongo cebolla, ajo y patata, dejar que se haga sin prisa hasta que la cebolla esté caramelizada y añadir la sepia. No tiene más».
Ana Colera es una cliente que acaba de probar la frita y confirma que está «sabrosa y espectacular», añade: «Me encanta porque soy alérgica al pimiento, me lo encuentro en todas partes y cuando hay un lugar donde hacen la frita sin pimiento me emociono».
En las mesas de los comensales encontramos a Vicenta Hernández y Mar Pacheco. Todos los platos que han pedido han quedado limpios, con lo que se deduce que estaban exquisitos, pero si le dan a elegir, Mar se queda con las croquetas de bullit de peix de Es Mercat: «Son maravillosas». Solo por eso, ha valido la pena venir.
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