VIVIENDA EN IBIZA. Una mirada al pasado

Ibiza, 1979: «Estos alquileres no los piden ni en Miami Beach»

Alquileres «abusivos», falta de vivienda social, chabolismo... No estamos hablando de la actualidad, sino de lo que reflejaban las cartas al director, reportajes y artículos publicados en Diario de Ibiza en 1979

Tráfico en la confluencia de la avenida de Isidor Macabich y la calle Extremadura, en los años 70. | BUIL MAYRAL

Tráfico en la confluencia de la avenida de Isidor Macabich y la calle Extremadura, en los años 70. | BUIL MAYRAL

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

Ibiza

«Se han disparado los alquileres de apartamentos y viviendas unifamiliares en el casco urbano de la villa y su zona de influencia. Treinta y veinte mil pesetas mensuales es el precio ‘normal’, aquí y ahora, que piden los propietarios de viviendas a los inmigrantes que vienen a trabajar». Si no fuera por el detalle de las pesetas, la mayoría de los lectores pensaría que esa frase es de ahora. Pero no. Quien crea que lo de llevarse las manos a la cabeza por el precio de la vivienda en Ibiza es algo exclusivo del primer tercio del siglo XXI que sepa que está muy equivocado. El debate y la indignación popular por el elevado coste de los alquileres ya llenaba páginas y artículos de opinión de Diario de Ibiza mucho antes. No pocas piezas hablaban sobre este tema a finales de los años 70.

Así comenzaba un artículo de Nito Verdera publicado en este medio el 24 de marzo de 1979. «Nos cuentan que hasta un estudio vale alrededor de veinticinco mil pesetas. ¿Quién y cómo puede pagar estas cantidades que no las piden ni en Miami Beach?», continuaba el artículo. Esas 25.000 pesetas serían 150 euros. Eso sí, hay que tener en cuenta que el salario mínimo en 1980 era de alrededor de 20.600 pesetas (124 euros) y que un administrativo de la administración pública cobraba unas 36.000 pesetas mensuales. Apenas unos días después en el diario se informaba, en una breve pieza titulada ‘La escalada de los alquileres’, de que los precios habían «sufrido una nueva alza»: «Una señora andaluza nos relataba que por un apartamento amueblado, en un edificio del puerto, le pidieron cincuenta mil pesetas para los tres primeros meses y veinticinco mil cada uno de los siguientes. ¿Cómo podemos pagar eso los trabajadores?, dijo la señora. Eso, ¿cómo?».

Pisos de lujo

También estaban sobre el tapete a finales de los 70 otros debates en pleno apogeo ahora mismo como las mansiones o la falta de viviendas de protección oficial. «Comprendemos que apartamentos de lujo y chalets en buenas urbanizaciones sean caros para los acomodados turistas que nos visitan. Lo que no vemos tan claro es que nadie, ni tan siquiera la Administración en cualquiera de sus facetas, se acuerde de los trabajadores y de los menos favorecidos por la fortuna», rezaba la publicación, en la que también se expresaba la preocupación porque los candidatos a las elecciones municipales que se celebrarían en apenas unas semanas, el 3 de abril, no incluyeran en sus programas «la construcción de viviendas sociales baratas y asequibles a los que tanto las necesitan». «Con los salarios actuales no se pueden hacer milagros ni mucho menos pagar treinta y veinte mil pesetas de alquiler al mes», concluía.

Apenas unos días más tarde de la publicación de este artículo la candidatura del Partido Comunista de España-PCIB al Ayuntamiento de Ibiza hacía suya esa petición de viviendas protegidas: «Proponemos un programa de edificación de viviendas sociales, con alquileres asequibles a las familias modestas dotadas de todos los servicios imprescindibles». De la misma manera, en el apartado de vivienda de su programa prometían la «erradicación del chabolismo que se ha creado en algunas zonas cercanas al cinturón de ronda».

«Ibiza se vende»

Ese mismo verano, en un extenso reportaje sobre la realidad inmobiliaria de la isla titulado ‘Se vende Ibiza’ se insistía en el tema. Era finales de julio y se calificaban los alquileres como «abuso». Se mencionaban alquileres de 45.000 y 50.000 pesetas al mes de pisos de dos habitaciones, amueblados, con baño y cocina. «No faltan los abusos y especulaciones. Se dan casos en que se han pagado y se están pagando más allá de las 100.000 pesetas por mes por un piso de los mencionados».

Curiosamente, la mayoría de los anuncios de alquileres que se publicaban en ese momento en Diario de Ibiza (compartían página con el próximo partido de la SD Ibiza o con el último Jeep llegado al concesionario) obviaban el precio. Cosa que no pasaba con los pisos en venta: 1,75 millones de pesetas se pedía por un piso de tres dormitorios en el edificio Astoria (isidor Macabich) y 2,2 millones por un chalet cercano a la localidad de Santa Eulària.

"¿A dónde vamos a llegar?"

Lo de los precios del alquiler y de lo que no era el alquiler dejaba constancia algún lector cabreado al ver lo poco que podía estirar el sueldo: «Siguen abusando en el mercado, en los bares, en los alquileres... ¿a dónde vamos a llegar?», escribía B. R. en diciembre. «Y pasa el tiempo. Y suben los alquileres como burbujas de un champán carísimo, saboreado con el gusto unilateral de los dueños de viviendas», apuntaba en noviembre alguien que firmaba su carta al director, titulada ‘Alquileres elásticos’, como Cricri. Una carta en la que aseguraba que conocía casos en los que, al salir los antiguos inquilinos, los propietarios habían «triplicado y más» el precio. «Es realmente triste que los propios hijos de una patria se vean imposibilitados para adquirir una vivienda pagando un alquiler normal», concluía. La misma reflexión que se hace todo el mundo en estos momentos en Ibiza. Casi medio siglo después.

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