Vivienda en ibiza. Una mirada al pasado
Los pisos "baratísimos" de finales del siglo XIX en la ciudad de Ibiza
En mayo de 1896 se publicó en Diario de Ibiza el primer anuncio de venta de vivienda

El primer anuncio de venta de una vivienda publicado en Diario de Ibiza / D. I.

“A quien convenga. Se vende una finca en muy buenas condiciones, situada en la parroquia de San Jorge. Es una ganga”. Así rezaba el primer anuncio de venta de una vivienda publicado en Diario de Ibiza. Era el 12 de mayo de 1896 y la oferta aparecía en la página de anuncios, que nada tenía que ver con las actuales. No había imágenes en ninguno de ellos, sólo texto. Eso sí, algunos de esos anunciantes de finales del siglo XIX mostraban su nombre con tipografías algo más ensortijadas con el ánimo de llamar la atención.
En aquella época no había inmobiliarias y, según esos primeros anuncios de compraventa de vivienda, la propia imprenta de Diario de Ibiza se encargaba de poner en contacto a quienes se planteaban comprar con quienes vendían: “Informarán en esta imprenta y calle Castelar, 31”.
"Mil duros de hipoteca"
La mayoría de las veces no se especificaban los precios en los anuncios, no fueran a saber los vecinos y conocidos los tratos económicos de las familias en un lugar tan pequeño como Ibiza. Aunque en este primero, sin embargo, sí se menciona: “Se tomarán 1.000 duros en primera hipoteca”. Mil duros. 5.000 pesetas. Lo que vienen a ser 30 euros. Eso sí, hay que tener en cuenta que una americana buena, de alpaca, costaba siete pesetas y media. Y los corsés de señora, entre una y seis pesetas, según se indica, en la misma página en el anuncio del comercio La Ibicenca, de Miguel Roig y Ramis, que estaba en el número 10 de la calle Castelar.
El de La Ibicenca no es el único anuncio que acompañaba ese 12 de mayo de 1896 al de venta de la finca de Sant Jordi. En la misma página se anunciaba Juan Ticoulat, experto “en dentaduras y extracciones sin dolor”. Y Los polvos cosméticos de Franch, que prometían “no más vello” en el rostro y los brazos “a las señoras”. No sólo se podía encontrar en las farmacias a 2,5 pesetas sino también “por correo certificado” por media peseta más. El Shein de la época.

Anuncio, en 1896 del dentista Juan Ticoulat / DI
Ese mismo año, en septiembre, se anunciaba la venta de “la casa en la cual está instalada la inclusa, sita en la parte alta de la ciudad”. Entre las bondades de la vivienda, se destacaban las dimensiones y que tenía jardín. También otra, “compuesta de planta baja y tres pisos” en el “punto céntrico de la Marina”. A sus pies, un enorme anuncio, que debía costar sus buenas pesetas, del Jarabe Duhring, “depurativo, vaselinado y antiséptico”, que prometía curar el lupus, la sífilis —“el terrible azote de Venus”—, úlceras y la leucorrea.
"Se vende una hacienda y se empeña otra"
A partir del año 97 del siglo XIX empiezan a ser más habituales los anuncios de venta de viviendas y tierras en las páginas del diario. A mediados de enero, un tal señor Tur Torres, que todo el mundo debía saber quién era porque se pedía a los lectores que, de querer adquirir sus propiedades, se dirigieran a él directamente, vendía “una feixa situada en el Prat de las Monjas, nombrada ‘Matas’” y una casa en la calle de la Virgen. También se anunciaban otro tipo de transacciones inmobiliarias: “Se vende una hacienda, y se empeña otra, con buenas condiciones; las dos fincas pertenecen á la parroquia de San Jorge” o “Se tomarían a rédito de cien a 200 duros, garantizándolos por medio de hipoteca”, rezan sendos anuncios de aquella Ibiza en la que, como buena parte de la población no “sabía de letra”, había quien se ofrecía a través de Diario de Ibiza a escribir sus cartas por 50 céntimos de peseta.
El 17 de marzo de 1897 aparecía, por primera vez, un anuncio de vivienda en la portada del diario. Compartiendo espacio con las últimas nuevas del entonces sultán del Imperio Otomano, Abdul Ahmid; el ascenso a capitán de Luis Tur Palau, y que el gobernador civil había multado a todos los ayuntamientos de la isla por no haber enviado a tiempo el presupuesto. Tenía un sentido. No sólo era casa, sino que también podía funcionar como negocio, a juzgar por la descripción: “Se vende una casa, compuesta de planta baja, muy espaciosa y provista de horno (capaz para ser utilizado, como lo es en la actualidad, por un panadero), pozo y excusado. Contiene asimismo dormitorios para una familia”. Atención a lo del “excusado”, todo un lujo para la época, el de esta vivienda ubicada en la calle del Mar.
En venta la casa del Patrón mallorquín
Esos primeros anuncios son un poco rácanos en datos de las viviendas en venta. Por eso sorprende el publicado el 2 de abril de 1898, junto a una nota del corresponsal sobre las diferencias entre Estados Unidos y Cuba, encabezado por un enorme “Al público” en letras mayúsculas y gruesas: “Por tener que ausentarse de esta isla, José Mercant (conocido por el Patrón mallorquín) vende una casa de su propiedad, sita en la calle de Garijo n.º 1”. La vivienda era una “planta baja, con dos puertas” y contaba “con piezas para dormitorio y lo necesario para albergar á un matrimonio”.

Anuncio para vender la casa de José Mercant / D. I.
Los anuncios de las viviendas en venta solían aparecer varios días consecutivos y, en la mayoría de los casos, desaparecían, lo que parece indicar que habían encontrado comprador. En la Ibiza de finales del siglo XIX, donde todo el mundo se conocía, el boca oreja funcionaba muy bien. Sin embargo, algunas propiedades reaparecían al cabo de unos meses en las páginas de anuncios de Diario de Ibiza.
Las comodidades, entonces toda una novedad para la gente de a pie, como contar con cuarto de baño o dormitorios separados, eran los principales reclamos. También el precio, como se aprecia en una oferta publicada el 30 de septiembre de 1898 en la que se anunciaba la venta de tres casas: una en la calle de la Virgen por 1.125 pesetas y otras dos en la calle Passadís por mil y 500 pesetas, respectivamente. ¿El precio? “Baratísimo”, aseguraba el anuncio.
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