Tribunales
Confirmada la condena de seis años de cárcel en Ibiza para un narco adicto con dos trastornos mentales
El traficante protagonizó una escena dantesca en su detención y fue pillado con 180.000 euros en drogas

Fachada del Tribunal Supremo / Fernando Villar

Pasa media hora sobre la medianoche del 27 de julio de 2023. Cuatro agentes de la Policía Nacional de Ibiza reciben una llamada de la comisaría. Deben acudir urgentemente a un edificio de Ibiza desde el que han llamado varios vecinos alertando de que un hombre está desatando el caos en el rellano del tercer piso. Enchufan las sirenas de sus coches y acuden raudos a la llamada del deber.
La escena que encuentran es digna de una película de Tarantino, gritos y mucha sangre, pero solo tiene un intérprete principal. Es el protagonista de nuestro historia y su nombre ficticio es Jesús Luis, narcotraficante y adicto a las drogas.
El Tribunal Supremo acaba de confirmar su condena de seis años y medio de cárcel, más multa de 269.904 euros, por un delito contra la salud pública en la modalidad de notoria importancia.
Aquella noche veraniega que cambiará para siempre la vida de Jesús Luis, antes de que la Policía llegue a su casa han pasado cosas que siguen sin respuesta. La principal, que nuestro protagonista tiene un torniquete en su pierna derecha, a la altura de la ingle.
Se trata de un cinturón que lleva apretado al máximo para evitar un desangramiento fatal por culpa de una «herida incisiva en la región medial del muslo con exposición de plano muscular». Es decir, un señor tajo por el que asoma el interior de su cuerpo. Solo Jesús Luis sabe, y nunca lo ha revelado, si la herida y/o el torniquete implican la participación de otra persona o si, por el contrario, son sus propias manos las autoras del estropicio.
Un puñetazo de saludo
Lejos de bajar revoluciones por su maltrecho estado físico, Jesús Luis aprieta aún más el acelerador y brinda a la Policía un recibimiento a la altura de Hulk Hogan. Se encuentra «en actitud muy agresiva, incontrolable, en estado de excitación, sin responder a ninguna pregunta» de los policías. Por eso no extraña que les lance un objeto pesado -la sentencia no detalla de qué se trata- y le atice un puñetazo en la cara a uno de los agentes, antes de que sus compañeros logren reducirlo.
El descansillo y la entrada de la vivienda, que está abierta, están regadas de sangre. Por eso, uno de los policías decide entrar para confirmar que no hay nadie más involucrado en los hechos. No encuentra más presencia humana, pero sí «numerosos daños, mobiliario roto, cristales por el suelo y manchas de sangre por toda la vivienda». También encuentra un montón de sustancias estupefacientes repartidas por el salón y los dormitorios.
Ese mismo día, el Juzgado de Instrucción número 3 de Ibiza autoriza el registro completo de la vivienda, que comienza a las 18.15 horas. El alijo que Jesús Luis tenía en su poder hasta el día anterior está compuesto por 835 gramos de MDMA, 750 gramos de ketamina y 627 gramos de cocaína. El valor total de las sustancias en el mercado alcanzaría los 180.000 euros. También se intervienen 7.140 euros en efectivo y varias básculas. Dos días después, Jesús Luis ingresa en prisión.
La pregunta clave
Arranca entonces la fase judicial del proceso, dónde la pregunta clave es la siguiente: ¿Hasta qué punto la alteración mental de Jesús Luis, que además es consumidor abusivo de sustancias, puede servirle como herramienta para recortar su castigo?
La Audiencia Provincial de Palma dicta sentencia el 21 de febrero de 2024, tras quedar acreditado que Jesús Luis padece dos trastornos «permanentes e irreversibles», uno paranoide de la personalidad y otro neurocognitivo leve. Y, muy importante, «ambos consecuencia del abuso de sustancias».
Es decir, el juez tiene muy claro que el huevo fue antes que la gallina. Además, subraya que esos trastornos «disminuyen de manera leve su capacidad volitiva, pero no disminuyen sus facultades intelectiva». O lo que es lo mismo, que merman su voluntad, pero no su discernimiento.
El segundo asalto del combate judicial se produce dos meses después en el Tribunal Superior de Justicia de Balears, donde la defensa de Jesús Luis se apunta una victoria parcial. La corte estima parcialmente su recurso y reconoce la atenuante de trastorno mental como muy cualificada, por lo que rebaja la pena a cuatro años y medio de prisión y multa de 100.000 euros.
La corrección del Supremo
Pero ni la defensa ni, lógicamente, la Fiscalía quedan satisfechos y elevan sus respectivos recursos para disputar un tercer y definitivo asalto en el Tribunal Supremo. El abogado de Jesús Luis pide para su cliente la eximente completa por alteración psíquica alegando trastorno mental y toxicomanía. Con eso aspira a rebajar un poco más la condena hasta los tres años de prisión.
Por su parte, la Fiscalía alega que es un atenuante simple, que no se puede considerar la enfermedad y la adicción por separado, sino que ambas forman parte de un mismo todo a efectos legales.
Y el Supremo le da la razón al ministerio público: «Los trastornos mentales que padece el condenado son consecuencia del consumo de sustancias de abuso, con lo cual no se dejan de valorar en esos trastornos los efectos de ese consumo de sustancias causantes de su drogodependencia, de manera que, valorados ya, no es procedente volverlos a valorar por separado».
La consecuencia es fatal para Jesús Luis, que retorna a la casilla de salida: su condena recupera lo recortado y se ancla definitivamente en los seis años y medio más multa de 270.000 euros. Seguirá encerrado hasta 2030.
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