Sucesos

Una 'casa' cueva quemada con vistas en Ibiza

Los bomberos vuelven a intervenir para sofocar un incendio en es Soto

Guillermo Sáez

Guillermo Sáez

Ibiza

Descender a la brava por es Soto de Ibiza no es una tarea sencilla. Van surgiendo pequeñas veredas entre la vegetación que no queda claro si van o vienen, o si llevan a alguna parte, o si al final de alguna de ellas estará el gato de Chesire, ese que traía por el camino de la amargura a Alicia en el país de las maravillas.

Al menos los agentes de la Policía Local de Ibiza y del cuerpo de bomberos de la isla contaban con una luz que les guiaba el lunes por la noche, aunque, si les hubieran dado a elegir, habrían optado por no verla nunca. Porque su origen era un fuego, más fuego en el mismo día del temible incendio de Santa Eulària, solo que esta vez las llamas no atacaban un edificio residencial, sino una morada mucho más modesta: una cueva quemada con vistas.

Enseres calcinados al fondo de la cueva. | GUILLERMO SÁEZ

Enseres calcinados al fondo de la cueva. | GUILLERMO SÁEZ

A primera hora del miércoles, la Policía Local de Ibiza informaba a través de redes sociales de una actuación: «Anoche, sobre las 21.51h, recibimos un aviso sobre un incendio en una cueva de Es Soto. Al llegar, nuestros compañeros de la unidad D30 vieron el fuego desde la parte superior de la muralla y bajaron rápidamente con extintores para contenerlo. Gracias a su rápida actuación, a la intervención de los bomberos y a la colaboración ciudadana el incendio se sofocó sin más complicaciones».

El texto iba acompañado de dos fotos donde se veía a dos agentes cargando extintores entre la vegetación, un bombero y humo, mucho humo pervirtiendo la tranquilidad de la noche y de todas esas lagartijas que hacen crepitar las ramas secas a su paso.

Uno de los colchones repartidos por Es Soto. | GUILLERMO SÁEZ

Uno de los colchones repartidos por Es Soto. | GUILLERMO SÁEZ

Diario de Ibiza recoge el guante y va en busca de la cueva chamuscada subiendo por el Camí del Calvario, esa cuesta asfaltada de 400 metros que parte de la Universitat de las lles Balears y muere en faldas de Dalt Vila, por cuyas murallas se advierte una fila de hormigas.

Vistas desde el interior de la cueva. | GUILLERMO SÁEZ

Vistas desde el interior de la cueva. | GUILLERMO SÁEZ

Buscando el rastro humano

Tras cruzar la primera señal de madera que advierte de la entrada en terreno peligroso, sobre el terreno se van enervando distintos senderos de un par de palmos de grosor. Queda claro que esto es un sálvese quien pueda. Caminando recto se llega rápido a las ruinas de las baterías antiaéreas del Calvari, aunque ese nombre tan sugerente ya no sea más letras en un mapa.

Solo hay una pequeña explanada terrosa y una persona extendiendo al sol un saco de dormir y un puñado de prendas de ropa. ¿Será el inquilino de la cueva quemada? A la primera aproximación («Buenos días») responde con silencio y a la segunda («¿Qué tal?»), con un gruñido amenazante. Ambas van a acompañadas de mirada asesina envuelta por una barba muy poblada. Mejor dejarlo tranquilo con sus quehaceres.

Tomando rumbo noreste se ve Botafoc al fondo. La naturaleza se va comprimiendo y espesando, cerrando sobre sí misma y ofreciendo mejores opciones de camuflaje a sus habitantes. Es Soto se vuelve más traicionero, listo para provocar caídas (confirmado), y los pequeños caminos se llegan a difuminar por completo. Momento de buscar huellas al estilo indio, de los de plumas en la cabeza y tótem para adorar.

Pero tampoco es para tanto. Hay tantas ramas secas cubriendo el suelo que es fácil leer el rastro humano. Así se llega a una especie de murete de piedras levantado en forma de círculo casi cerrado. Por el suelo hay esparcidas basuras varias, botellas, ropa, una cazuela y dos lonas bajo las que duermen dos personas protegidas de un sol demasiado potente en estas fechas.

Fuego para calentarse

Hay que seguir bajando en dirección al mar para encontrar un rastro diferente, ya que no lo muestran las ramas, sino la vegetación baja que lo cubre todo. Toca pisar a ciegas siguiendo el recorrido de los tallos aplastados por los pies de otros. Y bastante cerca ya de la orilla, de las entrañas del paisaje emergen dos cuevas limítrofes que es imposible imaginar tan solo unos metros más arriba.

En la zona exterior hay de todo: tablas de madera, cajas de todo tipo, botellas, ropas, hasta una puerta y otros objetos voluminosos e indeterminados que alguien ha bajado hasta aquí jugándose el tipo. La diferencia es que la cueva de la izquierda mantiene su color original grisáceo, mientras que su vecina de la derecha está completamente negra. Bingo. Quien sea que la habite no se encuentra por los alrededores.

Solo hay ceniza, enseres calcinados y un vago olor a humo que ni el aire fresco de es Soto ha conseguido eliminar por ahora. Que no engañe el sol penetrante del mediodía. La noche anterior el termómetro llegó a bajar hasta los tres grados y los bomberos dan por hecho que el inquilino de la cueva encendió fuego con el objetivo de calentarse. No es difícil imaginar el resto. Se ven los muelles negros de lo que fue un somier, pero no queda ni rastro del colchón.

Es la segunda vez que ocurre algo así en menos de un mes. El 11 de enero, los bomberos recibieron a medianoche el aviso de que estaba ardiendo otra cueva habitada en la que también encontraron varios colchones y mucha basura a su alrededor.

Este diario ha preguntado al Ayuntamiento de Ibiza si existe algún tipo de censo sobre las personas que pernoctan en es Soto, pero por el momento no ha llegado la respuesta.

El incendio de 2019

Tras el incendio que se produjo en julio de 2019, el Consistorio se planteó la necesidad de trabajar en la recuperación de este espacio para evitar futuros incendios y favorecer su uso para el paseo. En aquel momento, fruto de no aplicar ningún tipo de gestión silvícola, es Soto se había convertido en una zona abandonada, habitual para la práctica del cruising -encuentros sexuales en espacios públicos, principalmente entre hombres homosexuales- que provocaba una degradación del paisaje por el abandono de residuos.

La última novedad hasta la fecha data de noviembre, cuando se anunció que el Camí del Calvari, que llega a los pies del túnel de es Soto Fosc desde la antigua Comandancia Militar será reformado como un paseo de un solo carril para vehículos, aceras más amplias y espacios de embellecimiento, como dos miradores con vistas a es Freus.

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