Violencia contra la mujer
«Lo normal en una cita no es que el maltratador diga su nombre y luego pegue una bofetada»
Juan Carlos Palomino imparte un curso en el Casal d’Igualdat sobre técnicas de autodefensa psicológica para mujeres

Juan Carlos Palomino, impartiendo su curso | VICENT MARÍ

«Lo normal en una cita no es que el maltratador diga su nombre y luego pegue una bofetada». Este ejemplo extremo le sirve a Juan Carlos Palomino para subrayar que, en cualquier situación de maltrato, «siempre aparece primero la violencia psicológica». Esa es una de las ideas que inculcó ayer en el Casal d’Igualdat de Ibiza, donde impartió el primer módulo del curso de defensa personal para mujeres impulsado por el ayuntamiento de Ibiza.
«El objetivo de la formación es que las asistentes sean capaces de detectar e identificar una serie de factores a modo de señales que, de alguna manera, les ayuden a prevenir posibles relaciones de maltrato por parte de la pareja. Y también que les ayuden a afrontar este tipo de situaciones, que pongan límites a tiempo e incluso que salgan reforzadas de ellas», explica Palomino en conversación con este periódico.
Durante tres horas, entre ayer y el próximo sábado 1 de febrero, el psicólogo quiere ayudar a las diez mujeres inscritas en el curso a que sepan levantar la primera barrera contra el maltrato en cuanto aparecen las primeras señales: «Actitud autoritaria o intolerante hacia la pareja, presencia de creencias machistas, falta de empatía o empatía mínima, celos abusivos, dificultad en la gestión de emociones, sobre todo en el control de la ira, conductas de aislamiento o de control hacia la pareja…». «Cada persona es distinta y no todos los condenados por violencia de género dan las mismas señales al principio, pero sí que se reproducen habitualmente», orienta.
Sin embargo, al principio de una relación de pareja puede ser muy difícil detectar esas señales porque los maltratadores, arteros, a menudo «se comportan de manera muy encantadora», con el objetivo de «agradar, con tal de conseguir la relación». «Pero poco a poco va saliendo su verdadera identidad. En ese segundo grado de manipulación a veces sí que cuesta más identificar las señales, pero tarde o temprano suelen aflorar», cuenta Palomino.
El aspecto clave, una vez que el maltrato por fin empiece a asomar las orejas, es la autoestima de la víctima. Porque el objetivo del maltratador «siempre es el mismo»: «Tener poder, control y dominio de la relación». «Y eso se consigue a costa de que la autoestima de la otra persona se vaya rebajando y que se vaya anulando su voluntad. A medida que eso va avanzando, cada vez es más difícil salir de ese ciclo vicioso», advierte.
Tratando a condenados por violencia de género
La experiencia de Palomino en el centro penitenciario de Ibiza, donde imparte un programa contra la violencia de género a personas condenadas por estos delitos, le permite conocer las dos caras de la moneda. Su trabajo consiste en que estas personas «reconozcan sus errores y asuman responsabilidades», pero reconoce que «no es fácil».
«Cuando empiezan el programa, su actitud suele ser bastante decisiva. No suelen reconocer fácilmente los hechos que han protagonizado. A medida que va pasando el tiempo es cuando se van abriendo un poquito y empiezan a reconocer cosas. Obviamente, no todos lo hacen, pero hay algunos que sí reconocen las cosas que han hecho», detalla.
El tercer pivote de una relación de maltrato es el entorno de la víctima y todos los medios a los que puede acudir para encontrar esa ayuda que tanto necesita. Porque cuando las primeras barreras han caído y ya se ha pasado de las agresiones verbales a las físicas, «es fundamental pedir ayuda a familiares, amigos, compañeros de trabajo y, por supuesto, recurrir siempre a la instituciones». «Lo que no se puede hacer es silenciar el maltrato. Hay que denunciarlo, visibilizarlo y pedir ayuda. Si eso no ocurre, la violencia siempre irá a más y al final esa persona terminará destruida», avisa.
En el plano positivo, el psicólogo recalca que la sociedad ha avanzado mucho en los últimos tiempos para atajar toda la problemática de la violencia contra la mujer y destaca la «importante labor» que realiza la Oficina de la Dona en Ibiza, que ofrece «apoyo de todo tipo a las mujeres que han sido agredidas» por sus parejas o exparejas.
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