SANIDAD

Sin UCI pediátrica en Ibiza: «Enzo estuvo a punto de morir»

Vicente Nadal es técnico de emergencias sanitarias del 061. Acostumbrado a contemplar muchos dramas desde fuera, le ha tocado sufrir en sus carnes el enorme peligro que corrió su hijo Enzo

Incubadora en el interior del helicóptero de transporte pediátrico

Incubadora en el interior del helicóptero de transporte pediátrico / UTP

Guillermo Sáez

Guillermo Sáez

Vicente Nadal nunca olvidará las primeras Navidades de su hijo Enzo. Tampoco lo hará su mujer, Raquel, ni la hija mayor de la familia, Gala, de cuatro años. Al menos a la pequeña solo le quedará un recuerdo borroso de unas fiestas navideñas que tuvo que pasar en Ibiza junto a sus abuelos, benditos abuelos, porque lo de sus padres será harina de otro costal. Con final feliz, eso sí, pero después de tener diez días sobre sus cabezas una de las peores espadas de Damocles imaginables: el fallecimiento de un hijo de apenas un mes de vida.

«A Gala le contamos que su hermanito tenía un bichito que le había hecho resfriarse, que estaba malito y que hasta que no pudieran quitarle el bichito y estuviera bien, no podría ir a verlo. Imagínate al nene con la sonda nasogástrica y con todo… Es que llegó a un punto de poder morir», recuerda Vicente en conversación con este diario. En el momento de ese delicado diálogo con la niña, los padres ya habían recibido la noticia que elevaba su alarma a niveles más que preocupantes: había que trasladar a Enzo al hospital Son Espases de Palma, en Mallorca.

«Tuvimos la suerte de que los abuelos ya no trabajan. ¿Pero la gente que trabaja y no puede dejar el trabajo?», se pregunta Vicente. Buscar acomodo a Gala era peccata minuta comparado con lo que estaba viviendo su hermano pequeño, inconsciente por completo de que su corta, muy corta vida, ya corría peligro por culpa de una bronquiolitis grave. El 27 de diciembre, sus padres lo habían llevado a Can Misses, donde lo ingresaban tras un examen médico que no hacía intuir nada bueno. Dos días después, el estado de Enzo no mejora y los facultativos del centro ibicenco no dudan: hay que subirlo a un helicóptero y trasladarlo a la única UCI pediátrica del archipiélago balear.

Vicente lleva 26 años trabajando en el sector sanitario, en el que también ejerce su mujer. Concretamente, como técnico de emergencias sanitarias en el 061, así que está familiarizado con los traslados urgentes, con las angustias familiares, con la peor incertidumbre de todas. Claro que no es lo mismo ver el partido desde la grada que ponerse las botas y saltar al césped.

«Yo hago traslados sanitarios todos los días, pero una cosa es hacerlo y otra cosa es vivirlo tú. Hostia, es que ahora que me puedo poner de verdad en el sitio de los papás… Ahora es cuando yo digo: ‘joder, tío, qué mal lo han pasado’», se sincera.

Una semana en el alambre

Así que estamos a 29 de diciembre, solo faltan dos días para el nuevo año, pero en la familia de Vicente todo eso parece más mundano que nunca, sobre todo cuando se ven obligados a separarse de Enzo. No pueden subirse al helicóptero, gestionado por la Unidad de Traslado Pediátrico de Balears. En el corazón de este transporte aéreo se encuentra la incubadora de 200 kilos de peso en la que Enzo va a realizar el primer viaje de su vida y posiblemente el más importante de todos, ocurra lo que le ocurra en el futuro.

La culpa es del temido virus respiratorio sincitial (VSR), uno de los principales enemigos que acechan a los recién nacidos, y Enzo ha caído en sus garras. 130 kilómetros separan Ibiza y Palma en línea recta. Enzo los recorre en helicóptero. Sus padres, en un vuelo regular. Se reencuentran en Son Espases, todos menos Gala, que esperaba noticias desde Ibiza sobre la batalla contra el «bichito».

«Nos dieron una habitación que le dan al acompañante, en principio a la madre, y yo dormía en los sofás de la sala de cuidados de Pediatría, que estaba muy bien montada, con una sala para los familiares en la que pueden dejar la comida y lo que necesiten. Con mi mujer intentábamos dormir por turnos. Por la mañana dormía uno tres horas, por la tarde el otro tres horas, luego cada noche se quedaba uno para poder descansar un poco dentro de lo posible, ya que Enzo estaba en estado crítico», recuerda Vicente sobre esos días de máxima preocupación.

Uno de cada cinco niños ingresados por bronquiolitis acaban en la UCI. Enzo es uno de ellos. El peligro es real. Llega el momento de la verdad, los médicos actúan. Y actúan bien, muy bien. Enzo comienza a mejorar poco a poco y sus padres, en medio del cansancio acumulado por la tensión y la falta de sueño, reciben las buenas noticias como chutes de energía. Pasa la Nochevieja, pasan los primeros días de 2025, y la mejoría del pequeño se confirma. Ya está fuera de peligro. El 5 de enero, después de una semana de intensa congoja, Enzo recibe el alta médica, justo a tiempo para convertirse en el mejor regalo de Reyes.

Final feliz

«Hemos ido esta semana al pediatra y está todo bien. Enzo ya solo tiene mocos y ahora hay que estar atentos a que no empeore», cuenta una semana después Vicente, que combina su satisfacción con una encendida crítica a la falta de infraestructuras médicas en Ibiza, como la propia UCI pediátrica. «¿En la sanidad se necesita que algo específico sea rentable? No, en la sanidad se mira la cobertura de los pacientes y de los ciudadanos. ¿Acaso no pagamos nuestros impuestos igual que los ciudadanos de Mallorca?», se pregunta. Y pone cifras a las ayudas recibidas por los padres: les pagarán los vuelos a Mallorca, más 20 euros por día a cada uno, siempre que prospere la petición elevada para que se reconozca a Vicente como segundo acompañante.

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