«La falta de agua en Ibiza es más un problema de gobernanza que de agua»

Entidades relacionadas con el medio ambiente sitúan la crisis hídrica, la conservación de los espacios protegidos y la biodiversidad como los principales retos de la isla para el 2025

Imagen del pasado mes de agosto de camiones de transporte de agua potable esperando para cargar.

Imagen del pasado mes de agosto de camiones de transporte de agua potable esperando para cargar. / TONI ESCOBAR

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

La urgente mejora de la gestión de los recursos hídricos, la falta de precipitaciones, el crecimiento turístico, la presión humana o el consumo desenfrenado son algunas de las cuestiones que más preocupan a las entidades relacionadas con el medio ambiente de Ibiza, por lo que piden, un año más, acciones contundentes en estos ámbitos. Algunos ponen énfasis en qué deben hacer las instituciones y otros apelan también a la responsabilidad de cada individuo, a lo que puede hacer la sociedad. Estas son sus principales reivindicaciones para 2025, a modo de carta a los Reyes Magos.

El director de la Alianza por el Agua, Juan Calvo, desea que, ante «una sequía muy fuerte», lleguen por fin las lluvias, pero matiza que de poco servirán si no se pone freno a la sobreexplotación de los recursos hídricos. Señala, por tanto, a la presión humana en temporada: «Cada año batimos récords y aunque lo hiciésemos bien, con tanta gente es muy difícil, porque sacamos más agua de lo que la isla puede soportar». Así, pide «una reflexión colectiva sobre cuál es nuestro techo».

Agua para los agricultores

Con todo, concluye que «el problema del agua es más de gobernanza que del agua». «Necesitamos un mayor control, que los ayuntamientos hagan los deberes y consigamos reducir el consumo de agua de pozo de manera que solo se consuma la desalada, porque debe reservarse para el verano, sobre todo para el campo y la agricultura». Finalmente, pide que haya más transparencia («para saber qué está pasando, quién está consumiendo más agua») e innovación para que no se pierda ni una gota.

Joan Carles Palerm, presidente del GEN-GOB, señala que «un paso básico sería hacer marcha atrás con la ley ómnibus» del Govern balear, en referencia al decreto de simplificación administrativa que, entre otras cosas, contiene la amnistía urbanística. «Habría que volver a una línea moderada y no dejar la puerta abierta a que todo se desmorone».

Así, enmarca dicho decreto en «las reformas que se llevan a cabo sin pensar en las consecuencias». «Por otro lado, poder crecer de cualquiera manera va ligado al problema que tenemos de agua. Cuanto más crecimiento, peor», advierte Palerm.

Amics de la Terra, por su parte, hace hincapié en el territorio. «Nuestro deseo es que se comiencen a cuidar los espacios naturales protegidos, sobre todo pensando en la parte de Cala d’Hort, un espacio masificado por el turismo. Hay un plan de gestión y todo, pero no se está aplicando. Es urgente que los espacios de la Xarxa Natura comiencen a gestionarse correctamente», destaca Hazel Morgan, su presidenta.

También aboga por que «las administraciones incluyan el cálculo de emisiones de CO2 en todos los proyectos que realicen», así como por reducir la cantidad de turistas que visitan la isla y «aplicar de manera muy estricta la limitación de la entrada de coches» a Ibiza, medida que, según lo previsto, entrará en vigor esta temporada.

Sobre la gestión del agua, señala que las principales responsables de buscar una solución son las instituciones, y les pide que solucionen las pérdidas y la cantidad de sal en el agua que llega a las depuradoras. «Para la sociedad en general pido que seamos solidarios. El precio de los alquileres es una demostración de falta de solidaridad entre los ibicencos», concluye Morgan.

Equilibrios y circularidad

La directora ejecutiva de IbizaPreservation, Inma Saranova, señala que el horizonte debe ser que «las Pitiusas den pasos significativos hacia un modelo de sostenibilidad y preservación ambiental en el que el equilibrio entre la actividad humana y la naturaleza sea una realidad tangible». Así, urge a dar prioridad a la protección de la biodiversidad de ambas islas, teniendo en cuenta desde la recuperación de la sargantana hasta «la conservación efectiva de las praderas de posidonia, que son esenciales para la salud de nuestros ecosistemas marinos».

«Soñamos con una Ibiza donde el uso responsable del agua y la transición hacia una economía circular sean prácticas habituales y donde la agricultura regenerativa impulse no solo la sostenibilidad ambiental, sino también el bienestar de las comunidades locales», agrega. Con todo, IbizaPreservation desea que más individuos, empresas e instituciones se sumen a este modelo, centrado en «garantizar un futuro próspero y respetuoso con el entorno natural».

Marina Cardona Baos, presidenta de la Associació de Productors d’Agricultura Ecològica d’Eivissa i Formentera (Apaeef), señala que el objetivo es contar con unas islas en las que todo el cultivo de la superfície agraria sea ecológico, así como «solucionar el despropósito del mal uso del agua». «Es un mensaje para todos, gastamos mucha agua sin tener en cuenta que estamos en una isla y que hay cambio climático. También me lo aplico yo, todos podemos contribuir a mejorar, cada uno que mire cómo gasta el agua y cuál utiliza. Las instituciones, por suerte, están levantando la cabeza», según considera Cardona.

También solicita que se cumpla «el mínimo del 3% de producto local en los establecimientos turísticos», una medida que se aprobó a escala balear. «Que se haga efectivo y que no sea solo una ley política». En este sentido, llama a la población de Ibiza a consumir producto local y defiende que así es como se salvará la superficie agraria: «Ya no hablo a nivel particular como agricultora. Venimos de un recorrido de pérdida de un paisaje agrario que nuestros abuelos mantuvieron y que ahora tenemos totalmente olvidado».

Graciela Masiano Castellano es integrante de Extinction Rebellion en Ibiza y anima a todo el mundo a «unirse al cambio» que, en su opinión, debe implicar potenciar las energías renovables y reemplazar totalmente los combustibles fósiles.

En todo caso, también aboga por «el decrecimiento en todos los sentidos», ya sea en el consumismo desenfrenado de ropa («la industria de la moda, del fast fashion de usar y tirar, es altamente contaminante»), en la presión turística, en la cantidad de viajes que se realizan o incluso en el consumo de carne. «El planeta no da abasto», concluye Masiano.

A la espera de la lluvia

Por su parte, Joan Tur Roselló es coportavoz de la campaña vecinal que ha surgido en 2024 para denunciar e intentar evitar la sobreexplotación de los acuíferos. Esta agrupación de vecinos de las zonas rurales con los pozos más castigados, defiende que el Govern traspase sus competencias al Consell Insular. «Si este invierno no llueve, el verano que viene lo pasaremos muy mal», advierte Tur, al tiempo que hace hincapié en que lo ideal es que «todo el consumo humano, se produzca donde se produzca, sea de agua desalada».

«En todas las playas y calas [urbanizadas] donde hay casas cerca de la costa no hay conexión con la red municipal, así que se nutren de los camiones», añade. Así, señala que hay construcciones en zonas como Sant Miquel, Benirràs, Cala de Sant Vicent y es Figueral que «chupan de pozos desde hace 50 años». «No ha habido nunca ningún tipo de planificación ni control. Si se hubiese planificado, se habrían hecho más desaladoras y se habría extendido la red para que llegase a la costa», lamenta.

Institut d’Estudis Eivissencs

El IEE pide «una mayor concienciación de toda la población hacia la lengua, la cultura y el territorio». «Somos conscientes de que no se puede integrar de golpe a la gran cantidad de personas llegadas en poco tiempo, pero sí que lo es hacer un pequeño esfuerzo, espero que ya con la ayuda de los nuevos ibicencos de primera y segunda generación, para que nuestra lengua y cultura no se desintegren», indica Marià Mayans, su presidente. «No olvidamos el grave problema de infraestructuras sociales y de vivienda, generados el primero por una financiación totalmente insuficiente y negativa del Estado hacia Balears, y el segundo por una política de crecimiento sin medida (culpa, en este caso, del Govern) que es necesario controlar si no se quiere ir a peor», añade.

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