El arranque de Le Senne se juzga por lo civil o lo penal

El año se abre con heridas atrasadas sin cicatrizar. En 2025 se conocerá el desenlace de la peripecia más inaudita vivida en público durante la era autonómica. Gabriel Le Senne es el primer president del Parlament imputado por su ejercicio del cargo, durante un pleno y en una escena captada fielmente por las cámaras. Cuesta sostener la involuntariedad esgrimida ahora por el abogado de Vox, cuando antes confesó que «había perdido los papeles» al despedazar, estrujar y arrojar lejos de sí un retrato de Aurora Picornell.

La concienzuda instrucción de un delito de odio a cargo del juez José Manuel Sobrino ha concluido sin favorecer los intereses de Le Senne, desasistido incluso por los servicios jurídicos de la cámara. El error del PP ha consistido en mantener por lo civil a un president del Parlament acuciado por lo penal. En caso de procesamiento, el Govern se vería contaminado por no degradar al diputado de Vox, que además ha respondido a la galantería boicoteando los presupuestos.

El futuro de Le Senne es una carta decisiva de Prohens para presionar a Vox, pero se está presuponiendo que la ultraderecha solo gana en caso de que se proclame la inocencia de su cargo más relevante en Balears. No es así, el propio querellado ha insinuado que desea agotar el trámite penal con independencia del veredicto.

En el cincuentenario de la muerte de Franco, una efemérides que copará 2025 con visos de maldición, Vox se plantea la utilidad de un mártir de la libertad de expresión que podría canjear con las víctimas de las querellas que multiplican Hazte Oír o Abogados Cristianos. En la resaca de la victoria del trumpismo, hasta la afrenta a una veinteañera violada y ejecutada de un tiro en la nuca puede esgrimirse como una manifestación del derecho a discrepar. A la izquierda más le vale ganar el juicio.

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