25 AÑOS DE EIVISSA PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD | Las crisis del proceso
Ibiza, Patrimonio de milagro: la historia jamás contada
Como cualquiera puede imaginar, el proceso para la obtención de la declaración de Ibiza Patrimonio de la Humanidad, en diciembre de 1999 en Marrakech, no fue un camino de rosas. Hubo espinas, y no pocas, algunas más afiladas que otras, para ingresar hace 25 años en el club exclusivo del sello que otorga la Unesco.
Sabido es el primer intento fallido, en 1986, de la propuesta de la Asociación de Vecinos de Dalt Vila, con el difunto Lluís Llobet al mando, que fue rechazada dos años después. Y aunque el historiador Felip Cirer asegura que la Unesco «no es partidaria de dar segundas oportunidades», el Ayuntamiento de Ibiza, de la mano esta vez del Gobierno de España, no tiró la toalla y a mediados de los 90 lanzó un nuevo proyecto en el que, por recomendación de Icomos (Consejo Internacional para la Defensa de Monumentos y Sitios Histórico-Artísticos, organización asociada a la Unesco), se apostó por añadir bienes naturales (la Posidonia oceanica, finalmente) a los culturales.
La arqueóloga Rosa Gurrea recuerda que todos estos elementos «se encajaron en la evolución histórica» de la isla y «se creó un discurso, no fue algo arbitrario». Pese a que la idea inicial era incluir también los valores naturales de ses Salines y ses Feixes de Vila y Talamanca, se tuvo que descartar porque, según Gurrea, la Unesco sólo aceptaba bienes «protegidos legalmente».
Después de escuchar una conferencia del biólogo Manu San Félix, que entonces «predicaba en el desierto» las bondades de la posidonia, la entonces concejala de Cultura Pepita Costa, del PP, contactó con él para preguntarle si creía que esta planta marina tenía «suficiente importancia» para que formara parte de la candidatura. «Lo vi clarísimo», dice. Y así se lo manifestó San Félix, que recuerda que el ya desaparecido Instituto para la Conservación de la Naturaleza (Icona) no lo veía igual. «Para casi todo el mundo era un alga. No estaba reconocida su importancia como hábitat y ecosistema como sí lo está ahora», indica el biólogo afincado en Formentera.
Para no fallar de nuevo, el Ayuntamiento de Ibiza, con el apoyo clave e imprescindible del Estado a través de la figura del entonces ministro de Exteriores, el ibicenco Abel Matutes, se puso manos a la obra con la nueva candidatura. Para ello, contrató al que era secretario general de Icomos en España, Javier Morales, para coordinar la candidatura. «Los técnicos municipales saben de lo suyo, pero [hilvanar una candidatura de este tipo] quedaba muy lejos», rememora Gurrea, que entonces (entró en 1999 en el Ayuntamiento como técnica de Patrimonio) participó en el proceso como experta en arqueología.
En ese momento, Gurrea dirigía las escuelas-taller que contribuyeron al inicio de la transformación del casco histórico de Vila. De hecho, estas fueron el embrión del impulso de la candidatura. «A principios de los 90, no subía nadie a Dalt Vila. Era muy triste. En agosto se perdía algún guía por ahí. Estaba olvidada», indica.
Benjamí Costa, Cristòfol Guerau de Arellano, Ángeles Martín, Jordi Fernández, Bartolomé Planas, Eduardo Posadas, Josep Antoni Prats o Carlos Tur fueron algunos de los colaboradores que, junto a Gurrea, contribuyeron, con sus informes, a hilvanar el relato de la candidatura.
La misma función desempeñó la historiadora y archivera municipal, Fanny Tur, que explica que Icomos marcaba «las directrices». De hecho, fue este organismo el que determinó que había que incorporar bienes naturales en una candidatura mixta para presentar algo distinto porque «ciudades y conjuntos históricos había muchos».
Fanny Tur recuerda que en un despacho del claustro del Ayuntamiento se instaló «la oficina central» desde la que se gestionó la elaboración del dosier, de seis volúmenes, que se presentó en la sede de la Unesco, en París, en julio de 1998. La técnica de protocolo, Lourdes Roig, coordinó junto con Dolores Silvestre este trabajo que duró 52 días, que, en ocasiones, se alargaron hasta bien entrada la madrugada. También participaron activamente en este trabajo Carmen Redondo, Margalida Roig y, en la planimetría, Juan López.
Desaparición del documento
Lo que no se dijo entonces, «ni nunca», según revela ahora Lourdes Roig, es que los seis volúmenes llegaron a París casi de milagro. El dosier se montó «hoja a hoja» en la época de las máquinas de escribir con memoria y en la que, en el Ayuntamiento, había sólo un par de ordenadores. De todos modos, para montar el dosier sí se instaló una de esas voluminosas computadoras de entonces en la oficina central de la candidatura. «Vino el informático y me dijo: ‘Esto se enciende y se apaga por aquí’. Fue así, literalmente», recuerda entre risas Roig.
Por aquellos misterios insondables de la tecnología, a menos de una semana de la fecha de la entrega del dosier, cuando éste estaba listo para imprimir y encuadernar, al encender el ordenador, Lourdes Roig se llevó un susto descomunal: «El documento había desaparecido». «Nunca supe qué pasó», señala. Fue un momento de crisis, como otros que se sucedieron a lo largo del proceso, pero este fue de los gordos. «Se daba casi por perdido», apunta.
De todos modos, como siempre ha sido «muy prudente», la responsable de Protocolo guardaba los folios impresos con «las correcciones» de los técnicos de Icomos. «Me reunieron los jefes y me dijeron: ‘Si nos dices que esto se puede volver a montar en cuatro días, seguimos adelante’. Yo fui muy inconsciente y dije: ‘Por supuesto, si tenemos aquí las copias’», rememora.
Roig recuerda «bien» lo «intensos» que fueron esos contados cuatro o cinco días, en los que apenas pasó por su casa para dormir unas pocas horas. Algunos de los expertos habían entregado sus informes en un disquete, pero no todo el mundo disponía entonces de ordenador, por lo que muchos de ellos se tuvieron que mecanografiar de nuevo. «Cuando vi la primera caja [se construyeron ex profeso para enviar tres ejemplares del dosier a París] se me saltaron las lágrimas», resalta la responsable de protocolo.
La escalera de Elías Torres
Superado este trance, y a pesar de la participación del secretario general de Icomos en España en la elaboración de la candidatura ibicenca, poco después los servicios técnicos de esta organización asociada a la Unesco ponían otra piedra en el camino, y no pequeña. Advertía por carta al Ayuntamiento de que la escalera adosada al Castillo en 1992 constituía una auténtica agresión al conjunto histórico de Dalt Vila y, por ello, recomendaba su «erradicación». No fue necesario llegar a este extremo, pero se tuvo que justificar el valor de la obra del arquitecto Elías Torres. «Con el tiempo ha quedado demostrado que esta escalera forma parte del patrimonio arquitectónico y que es otro bien que se debe salvaguardar. Está perfectamente integrada en el Castillo y el entramado urbano de Dalt Vila», destaca Fanny Tur.
Luego vino, y cuando apenas quedaban unos meses para que el comité de la Unesco se reuniese en Marrakech, la crisis del dique de es Botafoc. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), organismo colaborador de la Unesco, cuestionó si la ampliación del puerto proyectada en es Botafoc podía afectar a los valores naturales de la candidatura. Se encendieron de nuevo las luces de alarma en el Ayuntamiento. Se tuvo que justificar «con una adenda» al dosier que la construcción del dique no supondría ningún impacto sobre las praderas de posidonia. «Si no hubiésemos presentado este documento adicional, probablemente tendríamos que haber retirado la candidatura [para no perder la votación y volver a intentarlo más adelante]», afirma Gurrea, que destaca que se viajó a Marrakech sin garantías de nada. «Te lo jugabas todo a una carta», remarca.
Propuesta de Tarrés a Fajarnés
Todo esto sucedió, además, después del cambio de gobierno que se produjo, tras las elecciones locales de mayo de 1999, y que llevó a la alcaldía al socialista Xico Tarrés, en sustitución de Enrique Fajarnés, del PP, quien había impulsado la candidatura. Recientemente, en la inauguración de la plaza que lleva su nombre, Tarrés reveló que, en el discurso de investidura del 3 de julio de ese año, propuso a Fajarnés que siguiera dirigiendo la candidatura como «comisionado», después de que se lo aconsejara el que era director de Diario de Ibiza, Joan Serra. «Es cierto, pero las ideas son de los que las hacen suyas y las ejecutan no de los que las proponen», matiza Serra, al tiempo que explica que hizo esta sugerencia a Tarrés porque le «preocupaba» que, ante «el duro enfrentamiento político» que se vivía por el cambio de gobierno, «se pudiera malograr la candidatura». «Eran unos meses críticos y no nos podíamos permitir que se paralizase», subraya.
Fajarnés aceptó la propuesta insólita e inesperada de Tarrés y facilitó que la tensión política que se vivía entonces en Dalt Vila no afectase a la candidatura en su recta final. De hecho, viajaron juntos a Marrakech Tarrés, Fajarnés, la concejala de Cultura saliente, Pepita Costa, y su sucesora, Lurdes Costa, en otro gesto de unidad para obtener la declaración de la Unesco.
Durante el proceso, Diario de Ibiza se volcó en la candidatura de muchas maneras, aunque el signo más evidente fue el convenio suscrito con el Ayuntamiento, durante la alcaldía de Fajarnés, para llevar durante meses en la cabecera del periódico el logo de la candidatura y contribuir con ello a «la sensibilización social». Toda ayuda, más allá del trabajo diplomático crucial comandado por el exministro Matutes, fue necesaria para que la candidatura llegara viva y con garantías a Marrakech.
Suscríbete para seguir leyendo
- Una gran cadena abre dos nuevos supermercados en Ibiza
- Las causas del brutal accidente de la autovía del aeropuerto en Ibiza
- Atropello en una de las avenidas principales de Ibiza
- Guerra de supermercados en Ibiza por las nuevas aperturas
- Un brutal accidente paraliza la autovía del aeropuerto de Ibiza
- Noche muy fría en Ibiza: esta es la temperatura que ha marcado el termómetro en los diferentes puntos de la isla
- Fuego en una yurta de madrugada en Sant Llorenç: «Mejor que no se publique nada»
- Un hotel de Ibiza del que se rumorea que se servía cocaína en el desayuno será el eje de una nueva película