Cáritas| Comida de Nochebuena
Menú especial para hacer menos amarga una Navidad sin hogar en Ibiza
Algo más de medio centenar de personas que viven en la calle o en infraviviendas pasaron este martes por el comedor social de Cáritas Diocesana de Ibiza, donde les ofrecieron una comida de Nochebuena con ‘vichyssoise’, lubina y turrones
Sanaa Choueli, Lorena Martín y Lucía Ortega, el equipo habitual del centro de día y el comedor social de Cáritas Diocesana de Ibiza llevan ya un buen rato con los preparativos para la comida de Nochebuena. Les echan una mano Susi Ferreira, encargada de la tienda de la entidad; una de sus voluntarias, y algunos de los usuarios habituales de este servicio.
Están todos pendientes de la llegada de la furgoneta procedente de la Residencia Reina Sofía, que transporta un menú especial para 54 comensales. «De primer plato serviremos vichyssoise de manzana y jamón, de segundo, lubina con pimientos asados y muselina de ajo, y de postre, dulces navideños», explica Lorena Martín, trabajadora social de Cáritas.
La idea, comenta, es ofrecer estas viandas a la gente que vive en la calle o en infraviviendas que acude con asiduidad al centro, con una capacidad máxima de 42 plazas , y los menús restantes repartirlos entre todas las personas sin techo que con la llegada de las bajas temperaturas han empezado a acudir a Cáritas, incluidas las que todavía están pendientes de valoración.
La responsable del centro de día y del comedor social apunta que también se ha extendido la invitación a esta comida de Nochebuena a «ocho mujeres que fueron desalojadas en verano del asentamiento de Can Rova y que, a la espera de encontrar una vivienda, residen actualmente en el Centre d’Acollida Natzaret», que se encuentra en el mismo edificio.
Alguien anuncia que la comida ha llegado y algunos usuarios del centro se ofrecen voluntarios para ir a recoger las grandes bandejas y cargarlas hasta el comedor. «Yo siempre intento sumar», comenta, siempre dispuesta a ayudar, Ainara Yolanda Suñer. Vive actualmente «en un campamento, en una casita de madera, con una manada de diez perros» y lleva «casi dos meses acudiendo casi a diario a comer a las instalaciones de Cáritas». «Antes iba una vez cada dos semanas al banco de alimentos», comenta esta ibicenca que en los últimos dos años solo ha conseguido algunos trabajos esporádicos «como camarera y decoradora de festivales». A pesar de que sus circunstancias no son nada fáciles, Ainara no pierde la esperanza. «Todo tiene solución menos la muerte», dice, y agradece la oportunidad de «reconstruirse» que le ofrece Cáritas.
Regalo sorpresa
Mientras la comida se empieza a emplatar, llega al comedor social una visita inesperada para hacer una donación. Se llama Filippo y acaba de depositar en el suelo un buen cargamento de bolsas con guantes, gorros y calcetines para regalar a los usuarios de Cáritas.
No serán los únicos obsequios que recibirán en estas fechas navideñas. Lorena Martín adelanta que están preparando también bolsas de regalos «con perfumes donados por Perfumerías Clapés y con gorras y bufandas que les ha regalado la Liga española de fútbol».
Empiezan a sonar villancicos y la gente hace cola para recoger la vichyssoise. Los más golosos, antes de catar el primer plato, ya le han hincado el diente a los panetones, los polvorones y el turrón que hay de postre.
Aunque esta comida de Nochebuena, como explica Martín, «supone un evento muy especial» para los usuarios del programa para personas sin hogar de Cáritas, no es la única iniciativa que la entidad lleva a cabo en estas fechas navideñas. «El jueves de la semana pasada hicimos una excursión al circuito de karts de Santa Eulària y luego fuimos a comer a un restaurante», cuenta la trabajadora social. Tampoco el de este 24 de diciembre es el único menú especial que se servirá en el comedor social de la entidad durante estos días. «Los hay para Navidad, Nochevieja, Año Nuevo y Reyes», comenta Choueli, mostrando las cartas de menú para esas fechas.
Mientras buena parte de los congregados empiezan a saborear la lubina, Francisco Ales Muñoz explica que ya lleva un tiempo acudiendo diariamente a desayunar y cenar al comedor social de Cáritas. «Tuve una recaída en la droga pero por fortuna ya me he rehabilitado y me encuentro bastante bien. Gracias a Dios que existen proyectos como éste, que, además de comida, te facilitan oportunidades en la vida», resalta. El plan de compartir menú especial y anécdotas con sus compañeros le gusta mucho, aunque lamenta no poder compartir estos momentos con su familia.
Arruinado por la ludopatía
El ajetreo continúa en el comedor social, decorado con motivos navideños, y en algún momento alguien decide cambiar los villancicos por todo un himno de Bob Marley, ‘Could You Be Loved’. Mohamed Sidi, un saharaui de 25 años, se levanta para recoger su segundo plato, que come de pie, mientras habla de su situación precaria. «Tenía casa, trabajo como cocinero y novia» hasta que «la ludopatía» le arruinó la existencia. Ha intentando «tres veces» quitarse la vida y ahora duerme en el centro de primera acogida de Sa Bodega. Va a comer a diario al centro de día de la calle Carlos III, en Vila. «Si no fuera por esto no podría vivir», asegura este joven que habla cinco idiomas y sueña con ser actor.
A las dos y media de la tarde empiezan a hacer cola en la puerta del comedor social personas que no son usuarias habituales del centro, pero que también están atravesando situaciones muy difíciles. Un padre con su hijo con necesidades sociales entra por la puerta para recoger el menú especial que comerá su familia en casa esta Nochebuena. También se sienta a la mesa una de las mujeres que fue desalojada de Can Rova y que ahora vive provisionalmente en el albergue de Cáritas, que se reabrió a mediados de este año después de una importante remodelación.
A cuentagotas los primeros comensales van despidiéndose de sus compañeros y del equipo de Cáritas dando las gracias por este menú especial y deseando a todos feliz Nochebuena. Antes de abandonar la sala, Susi Ferreira les entrega un par de calcetines, guantes y gorro, regalo de ese Papá Noel inesperado llamado Filippo.
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