NAVIDAD | Compras en el Mercat Nou
Las compras de Navidad dejan un sabor agridulce en el Mercat Nou de Ibiza
Coincidiendo con las fiestas navideñas, el Mercat Nou vive los días con mayor carga de trabajo del año. Sin embargo, pese a este repunte de actividad, los comerciantes tienen claro que el mercado necesita cambios.

Galería: Compras de Navidad en el Mercat Nou de Ibiza / Toni Escobar

El día y la noche. El yin y el yang. Acudir estos días al Mercat Nou de Vila para preguntar a los comerciantes cómo está funcionando la actual campaña de compras navideñas supone escuchar dos historias muy distintas, depende de si nos dirigimos a la sección de carne o si nos acercamos a los puestos de pescado y marisco. En unos se trabaja sin parar y hay optimismo. En los otros, las ventas no arrancan y el ánimo es pesimista.
«Está la cosa flojita. O es que la gente tiene el bolsillo fastidiado, o es que se espera al último día», comenta Silvia Triguero, propietaria de Pescados Carmen Moya. «Nos ha llegado algún pedido de almejas o de gallo. La roja y el pargo tienen salida, pero no hay mucho movimiento», se lamenta. Señala que los precios no han subido excesivamente, solo ha notado un ascenso importante del rape: «En general, el pescado está caro, pero es que todo está caro».

Juan Carlos Castillo sostiene un pavo entero. / Toni Cardona
Maria Marí, una veterana con 45 años de historia en el Mercat Nou, y propietaria de Pescados y Mariscos Oliver, considera que el mercado necesita cambios profundos para remontar: «La gran queja que me hacen los clientes es que no hay sitio para aparcar. La gente da vueltas y vueltas y no tiene dónde dejar el coche. Y claro, los grandes supermercados tienen un parking enorme al lado y el cliente lo tiene fácil, carga la compra y listos. Así no se puede competir».
Falta gente joven
Con la experiencia que le otorga su trayectoria de casi medio siglo, señala: «Cuando el Mercat empezó, estaba en las afueras de la ciudad. Todo esto eran descampados y los clientes no tenían problema para aparcar, pero ahora aquí estamos asfixiados».

Una pescadera entrega la bolsa con la compra. / Toni Escobar
María José, una clienta fiel, le escucha y le da la razón: «Los que aguantan la parada son unos héroes». Ella es vecina, acude a las compras andando y comenta que viene siempre al Mercat Nou porque «en este mercado hay mucha calidad de pescado». Hoy está comprando una almejas que llevará a la cena del 24, y se ve a sí misma como la resistente de una especie en extinción: «Fíjate en la clientela que hay por aquí. No se ve a gente joven. Solo quedamos los mayores».
Más pesimista aún se muestra Paula Martín, dueña de la Pescadería Mar-Fish, y que constata que en estos días hay «poco movimiento». «Supongo que el 23 y el 24 habrá mucho trabajo, pero no se puede sobrevivir trabajando fuerte solo un día al mes», reflexiona.
Martín echa en falta actividades que dinamicen el mercado y atraigan a la clientela: «No se hace nada para fomentar el mercado», y coincide con Maria Marí de que es necesario «que haya parquin. Y más que reformar el mercado, tienen que hacer uno nuevo». Ella lo tiene claro: «Llevo doce años aquí y cada año es peor que el anterior. Como no hagan algo, este mercado tendrá que cerrar».
Optimismo cárnico
La otra cara de la moneda la encontramos en los puestos de carne, que durante toda esta semana han puesto el pie en el acelerador y trabajan a destajo. «Está siendo una semana muy muy intensa. No nos podemos quejar, estamos trabajando muy bien», admite Pepe Rodríguez, trabajador del puesto de Carnicería Javi. Este año, explica, lo que más se pide es cordero: «La paletilla del cordero lechal tiene muchísima demanda. El cochinillo también. Lo que se pide cada vez menos es el pavo. Pero la estrella es el cordero».

Unas clientas esperan su turno. / Toni Escobar
Lo mismo opina Juan Carlos Castillo, propietario de la Carnicería Juan Carlos, y que no da abasto para atender todos los pedidos que le llegan: «El lunes 23 tenemos que entregar 80 pedidos. Se ha juntado tantísimo trabajo que le hemos pedido al Ayuntamiento que nos permita abrir el mercado el domingo, porque tenemos que entregar otros 40 pedidos». El Consistorio ha sido sensible a esta petición, cosa que agradece: «Podremos abrir durante cuatro horas para atender a los clientes».
Después de servir a una pareja de clientes -«son de Cala Vedella, han venido expresamente para comprarnos a nosotros», explica con orgullo- el propietario de Carnicería Juan Carlos coincide en que lo que tiene más demanda es el cordero y también «el producto de aquí, la carne local, el gallo y el pollo payés» Es más optimista respecto al futuro del Mercat Nou, pero coincide en que los cambios son necesarios: «Nuestro clientes necesitan poder aparcar cerca, pero yo soy partidario de que el mercado permanezca en el centro de la ciudad, porque así la gente mayor lo tiene más cerca».
Compras especiales
Lo único que está claro es que el Mercat Nou seguirá existiendo mientras haya clientes, y que el futuro de este lugar está en sus manos. Una clientela compuesta en su gran mayoría por vecinos aunque también los hay que bajan a la ciudad para realizar una compra especial a su puesto de confianza. La mayoría son personas de edad, aunque también hay algún cliente joven, como por ejemplo Vicky Sánchez, que ha venido a hacer la compra navideña junto con su madre.
«Hemos comprado un pato entero para la cena de Navidad. Nos ha costado 60 euros», comenta, «lo veo un poco caro, aunque ha subido todo. El año pasado la panceta estaba a nueve euros el kilo y este año ha subido a once».
El gasto y las compras de cada uno depende de un factor principal: de si la familia es numerosa y de si serán muchos o pocos en la mesa. «Nosotros seremos poquitos. Yo y mi hijo, nada más», comenta María Luisa Martín, que espera su turno en un puesto de carnes: «Voy a comprar un pollo para hacer el caldo de Navidad, pero poco más».
María Baos también tendrá una comida navideña minimalista: «Este año estaremos mi hijo y yo. No haré grandes cosas. Compraré un poco de cordero y una bandeja pequeña de gambas».
«A medida que pasan los años son más los que faltan que los que quedan», comenta con melancolía Pepita Ferrer, a quien no le gustan estas fecha: «Además, la familia se va de vacaciones fuera de la isla. Este año seremos poquitos». Su compra será también discreta. «Mucha gente se va de vacaciones y la isla se vacía, y eso repercute en las ventas», dice Silvia Trigueros, de Pescados Carmen Moya.
María José, que espera su turno en Pescados Oliver, explica que para la comida del 25, que será en su casa, preparará un arroz con bogavante: «Está todo muy caro, pero ellos [señala a la dependiente] no tienen la culpa», y asegura que, mientras pueda, seguirá comprando en el Mercat Nou. Mientras existan clientas como ella, el Mercat seguirá resistiendo.
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