El Viogén de la Guardia Civil de Ibiza: un equipo pionero que se implantó en toda España
El grupo Viogén de la Guardia Civil de Ibiza protege desde hace más de un lustro a las mujeres víctimas de una situación de violencia machista, ahora mismo, unas 500 en las Pitiusas. La confianza con los agentes es una pieza clave a la hora de denuncias los casos, muchos de ellos de riesgo alto o extremo.
«En los cinco años que llevo en el grupo Viogén, nunca he escuchado a un agresor reconocer que es un maltratador», afirma Joaquín Calderón, miembro de la unidad especial de la Guardia Civil que protege a víctimas de la violencia machista. «Ni a uno», remarca el agente: «Siempre intentan darle la vuelta, diciendo que la culpa es de ellas». Calderón es parte de la unidad desde que se creó en el año 2019 de forma pionera en Ibiza tan solo como un equipo piloto. Aunque terminó, debido a su buen funcionamiento, por implantarse más tarde a otras ciudades de España.
La unidad, que se dedica a proteger a mujeres víctimas del maltrato de sus parejas o exparejas está integrada por seis personas: una cabo y cinco agentes. «Llevamos la supervisión y el seguimiento de todos los casos activos en el momento de violencia de género en nuestra demarcación territorial», detalla Calderón.
Unos 510 casos activos
En la demarcación, que abarca toda la isla exceptuando Vila y el aeropuerto (competencia de la Policía Nacional), así como Formentera, el pequeño equipo atiende actualmente a más de 500 mujeres con orden de protección activa. «Son unas cuántas más, va variando un poco», puntualiza el guardia civil. «Hace unas semanas, por ejemplo, eran 540 mujeres y ahora ha bajado a 510», especifica. La cifra supone un aumento respecto a los casos activos respecto a años anteriores algo que el agente no achaca a un verdadero incremento sino a una mayor «visibilización». Respecto a 2019, el aumento se cifra en 300 casos (entonces había unos 200 con protección activa).
Las órdenes suponen, por orden judicial, vigilancia a la víctima y su entorno. Normalmente son órdenes de alejamiento que obligan a los presuntos agresores a mantenerse alejados de la mujer o los menores a los que maltratan. Aunque los agentes de la unidad Viogén actúan aunque no haya una orden de alejamiento vigente si ven que existe un riesgo, «independientemente de la decisión judicial» . El riesgo de las víctimas, según el sistema Viogén, se clasifica en no apreciado, bajo, medio, alto o extremo. «Si es de medio o alto -y aún sin haber orden de protección- hacemos seguimiento del caso», asegura Calderón. «Con orden, o sin orden, entendemos que existe un riesgo y se necesita vigilancia policial», añade con contundencia.
También hay riesgos no apreciados y sin orden de alejamiento en los que los agentes continúan protegiendo a la víctima porque ella teme que el agresor pueda volver a reincidir. «A lo mejor se le ha terminado la orden de alejamiento pero si no se fía y no se siente segura, nosotros no vamos a darle nunca de lado», determina. Tampoco ponen, nunca, en duda, lo que la mujer les expresa.
Aunque hay «más avisos y seguimientos por casos de menor riesgo» -señala el efectivo- la cifra que hay de riesgos altos «actualmente es muy grande». Aún así, los agentes deciden, en muchas ocasiones, elevar manualmente el riesgo al detectar que un caso más grave de lo que ha detectado el sistema. «El pasado fin de semana mismo elevamos tres riesgos a extremo», informa. «En uno de los casos porque avisó un alertante de la vía pública, ella presentaba hematomas por todo el cuerpo y [por miedo] no lo quería reconocer», continúa.
En cuanto a las víctimas de riesgo bajo y no apreciado, en los municipios de Sant Antoni, Santa Eulària y en Formentera, la atención se reparte al 50% tras la firma de un pacto de Estado, con las Policías Locales. Sant Joan y Sant Josep, por el momento, son los únicos términos municipales que no están llevando casos de violencia de género. Estos casos requieren un control muy esporádico: los no apreciados de cada tres meses y los bajos de cada dos, que realizan de manera exclusiva desde el grupo especializado del Viogén.
Tener controlado al agresor
En cuanto a los de mayor riesgo, además del equipo Viogén, también se necesita la colaboración de las demás patrullas de la Guardia Civil de Ibiza para que realicen las contravigilancias obligatorias. «En un riesgo alto, con vigilancia permanente, cada turno las patrullas de servicio contactan con la víctima y nosotros contactamos con el agresor, con su entorno y con su lugar de trabajo», explica.
También tienen que tener ubicado el puesto de trabajo de la víctima y a sus familiares por si necesitan acudir a ellos. En el nivel de riesgo extremo el control hacia ambos (víctima y agresor) se potencia garantizando una protección las 24 horas del día. «Lo tenemos que saber absolutamente todo para tener un caso bajo control», subraya Calderón. Para lo que necesitan, por otra parte, tirar de «todas las patrullas de la isla».
Aparte del aumento de casos, lo largo de este lustro durante el que lleva funcionando el Viogén, la unidad ha visto «cómo mejoraba la comunicación» con Protección de Menores, Servicios Sociales, juzgados... Una de las prácticas para mantener esa «comunicación fluida» es reunirse una vez al mes con el área de servicios sociales de los distintos términos municipales para tratar los casos existentes de violencia machista en esa demarcación. A raíz de este seguimiento, la Guardia Civil pone también muchas denuncias de oficio, ya que es muy frecuente que ante una agresión las víctimas no se atrevan a dar ese paso. «Rara es la semana en que no denunciemos tres o cuatro veces», contabiliza.
Confianza en el agente
«A veces, la mujer al principio no nos lo cuenta, pero como tiene cierta confianza con nosotros, se termina abriendo», traslada el efectivo.
De hecho, eso es clave para poder lograr que se erradique la violencia que sufre la víctima. «Al final, el seguimiento es largo y se establece una relación en la que ella puede expresarse libremente. Lo importante es que esté cómoda siempre, sino no se consigue obtener la información necesaria para poder protegerla», detalla Joaquín.
Los agentes se forman desde Palma para desempeñar su labor de manera correcta y atender psicológicamente a las personas que sufren malos tratos por parte de sus parejas o exparejas. Un conocimiento, que por otra parte, siempre se tiene que ir actualizando porque los «protocolos cambian a menudo». Respecto al posible impacto en los agentes que tiene este trato tan cercano con las víctimas, Calderón reconoce que aunque intentan no llevarse el trabajo a casa, «a veces uno se descubre preocupado por algún caso en concreto en el que aún no se ha conseguido ayudar a la víctima como gustaría».
«La violencia de género sí que existe -afirma en referencia a algunos discursos que la niegan-. Y creo que las cifras aumentan porque cada vez hay más herramientas para denunciarlo, algo que antes faltaba. Por eso los casos salen a la luz, porque las mujeres se sienten más respaldadas».
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