Voluntariado Valencia

De Ibiza a Paiporta: 400.000 raciones cocinadas con el corazón

Llevan en la comunidad valenciana desde el segundo o tercer día tras el paso de la DANA. Son Carlota Bonder Moreno, Laura Miranda Rodríguez, Melissa Herrera, Ana Esparcia y María Álvarez. Tres de ellas son chefs privadas en Ibiza y se han preocupado por preparar platos calientes para los más afectados, llegando a repartir 20.000 raciones diarias.

Voluntarios en la Feria de Valencia con muchas de las cajas llegadas de todas partes de Europa. | FOTOS DE ‘CHEFS SOLIDARIOS’

Voluntarios en la Feria de Valencia con muchas de las cajas llegadas de todas partes de Europa. | FOTOS DE ‘CHEFS SOLIDARIOS’

Estela Torres Kurylo

Estela Torres Kurylo

Son un grupo de cinco chefs mujeres que están en Valencia, aunque también, como advierten, son «chicas guerreras» y lo que hacen lo demuestra. Se movilizaron desde Barcelona, Granada, Madrid, Asturias y Ibiza el segundo o tercer día tras el paso de la DANA para prestar toda la ayuda que pudieran. El día 1 de noviembre abrieron la cuenta de Instagram ‘Chefs solidarios’ para hacer llegar comida caliente a los más afectados y movilizar voluntarios que les ayudasen. A día de hoy cuentan con cerca de 15.000 seguidores y preparan entre 15.000 y 20.000 raciones diarias, que en total suman 400.000 platos de comida hasta el momento.

Una de las cocinas en las que se prepara comida a diario. |

Una de las cocinas en las que se prepara comida a diario. |

«Creamos un grupo de WhatsApp y a raíz de la conexión que tuvimos, las ganas de encarar el proyecto y ante la inacción y la poca profesionalidad que había, además del desastre... Nos pusimos manos a la obra» explica la chef ibicenca Carlota Bonder Moreno en una llamada telefónica. Junto a ella está Laura Miranda Rodríguez, que también participa en la conversación, y las demás chefs, que están ocupadas en el momento, son Melissa Herrera, Ana Esparcia y María Álvarez.

Envasado de comida caliente. |

Envasado de comida caliente. |

Donaciones de toda Europa

Los túper con comida recién preparada. |

Los túper con comida recién preparada. |

Cuando las cinco decidieron movilizarse, el chef Miguel, de General Paellas, fue su primer «salvoconducto para empezar» porque movió hilos para poder trabajar en el estadio del Levante, donde pudieron cocinar durante dos semanas. Después se cambiaron a la Feria de Valencia debido a los eventos y partidos conmemorativos organizados en el Levante: «Muy amablemente José María y Cuca, que también han ayudado un montón, nos han dejado las instalaciones de la Feria para poder continuar con esto», señala Bonder.

Equipo logístico de ‘Chefs solidarios’ trabajando en Valencia. |

Equipo logístico de ‘Chefs solidarios’ trabajando en Valencia. |

En estos lugares han recibido donaciones de alimentos de todas partes de Europa: «Nos hacen donativos de Holanda, de Italia... Ahora [refiriéndose al miércoles 20] acaba de llegar un camión gigante de Toledo. Vienen de Granada, de Madrid, de Barcelona, de Murcia, de Almería... También llegan cosas de Mallorca y de nuestros proveedores de Ibiza», indica la chef ibicenca. Reciben alimentos, conservas, comida no perecedera, verduras, fruta, carne, pescado... Y según lo que llega cada día deciden los menús, los preparan y los reparten en las diferentes zonas afectadas. Para que lleguen calientes, la organización está medida al milímetro: «Hay un equipo de logística, un equipo de informáticos, otro de seguridad, de embalaje, de etiquetado, de tapas, de almacén», enumera Bonder, y sigue: «Equipo de basura, de limpieza, de calientes, etcétera».

Preparación de uno de los menús diarios, antes de que se repartan en los diferentes municipios valencianos.  |

Preparación de uno de los menús diarios, antes de que se repartan en los diferentes municipios valencianos. |

En esta labor, cada una de las chefs tiene una función específica: «Yo me encargo de estar en el barro, cara a cara y puerta a puerta y de la logística del almacén», adelanta Bonder. «Yo me encargo de supervisar todo. De que cada partida esté correcta, de que haya una comunicación entre todas y de que no haya ningún problema», indica Rodríguez.

Equipo de voluntarios preparando bocadillos para los vecinos afectados por la DANA en Valencia.  |

Equipo de voluntarios preparando bocadillos para los vecinos afectados por la DANA en Valencia. |

La logística en sucesos

Entre las dos explican que Melissa Herrera es «la jefa de cocina. Que cocina como los ángeles, como si fuese tu abuelita», describen con amor, e insisten: «Es que no es comida de hospital. No es pasta y arroz todo el día. No es un bocadillo con dos cachos chungos de lomo», apuntan.

En todo este entramado, las chefs apuntan a la imprescindible ayuda que han recibido por parte de los voluntarios, que también se han acercado desde todas partes de España: «Son los eslabones de toda esta cadena», afirma Bonder. Ella y sus compañeras desconocen por el momento el número total de voluntarios que se han acercado a colaborar pero los han ido archivando en Excel y saben que llegaron a los 600 diarios. Creen que ahora estarán cerca de los 300 durante los fines de semana. «Sólo somos cocineras, no sabíamos que iba a llegar este número de personas ni que íbamos a alcanzar estas dimensiones», admite Bonder.

Con tantas personas dispuestas a ayudar, las chefs han ido organizando a voluntarios como jefes de partida: «Uno que era bueno en logística se quedaba en ese área y mejoraba el sistema, igual que uno que ya hubiera participado en voluntariados. Para fotos igual, y redes sociales también», indica Rodríguez.

El efecto del boca a boca

El labor de todo este personal ha tenido un alcance mucho mayor al de llenar estómagos. Las chefs nombran a Daniela, una de las voluntarias que lleva con ellas desde el principio y a la que ya conocen todos los vecinos: «Nuestra intención no es ir a puntos muy grandes, sino a los puntos fríos, puerta por puerta y vecino a vecino», repite Bonder, y añade: «Los vecinos se han ido pasando el número de Daniela y van pidiendo lo que necesitan».

Ella misma relata las incalculables y diferentes situaciones que se han encontrado: «Subimos la comida a una señora cieguita», «a un señor en silla de ruedas», «a una señora que tiene una hija con una enfermedad rara, y también le buscamos un contacto para ayudarla», «llamamos al veterinario», «hay gente que necesita insulina, pues llamamos al doctor», «subimos la compra», enumera, antes de lamentar: «Esto es una locura, de verdad. No tiene nada que ver a lo que se ve».

Según las necesidades que van detectando, también preparan kits de supervivencia que son como pequeñas compras: «Kit de alimentación, kit de bebé, que lleva leche en polvo, pañales, etc. Si necesitan un kit de limpieza, metemos el desinfectante, la fregona, la bayeta...» especifica la chef.

Pasando por las casas, han detectado nuevas necesidades: «Ahora mismo lo que hace falta son deshumidificadores o ventiladores gigantes que vayan rotando por las calles o los barrios para que la gente pueda enchufarlos en sus casas», indica Bonder. El motivo de esta necesidad es que «se ha limpiado todo, se han desinfectado las paredes con lejía pero como son de pladur el moho y los hongos salen», detalla e insiste en que «tienen que secarse las paredes para que los vecinos puedan entrar a sus casas».

Desde que Bonder y las demás chefs llegaron a Valencia se dedican a diario, desde las ocho de la mañana y hasta la una de la tarde, a trabajar sin parar. «Hemos dejado todas nuestras empresas y también para las familias, todo apartado. Y estamos aquí al mil por ciento», reconoce la chef ibicenca.

Más de 12 horas al mil por cien

A pesar de todo lo que han visto y siguen viendo, comentan con fuerza: «Siempre, siempre adelante», porque consideran que «cuando estás haciendo el bien por alguien y lo haces de corazón, sin ningún tipo de interés, todo fluye».

Ahora mismo esperan dar con otra manera de seguir con el proyecto tan grande que han creado, porque saben que en algún momento tendrán que volver a sus rutinas.

Mientras su ayuda sigue, las chefs no se cortan de decir que «no parar de ayudar es adictivo. Da adrenalina». Igual que les pasa a ellas, cuentan el caso de «unos chicos que pasaron diez horas en coche para llegar hasta ellas» o de unos amigos que pidieron unos días libres en el trabajo y, tras cumplirlos, decidieron volver el fin de semana: «Es un síndrome de la cabaña inexplicable», opina Rodríguez. «La cosa que engancha es que te sientes muy bien cuando ayudas a los demás», apunta Bonder.

No hay duda de ello cuando detalla con emoción: «La gente ya nos reconoce, nos pita, nos aplaude [...] Les regalamos abrazos, amor, les llevamos juguetes a los niños... Es que todo es brutal». n

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