Un ibicenco en Paiporta: «Los Reyes pagaron todo el dolor que sentía la gente»
Un ibicenco y su pareja ayudaban el domingo en la zona cero mientras llegó la comitiva oficial
En la gran marea de apoyo que ha aprovechado el puente de noviembre para acercase a Valencia a ayudar después del destrozo causado por la DANA hay un joven ibicenco que ha pasado allí dos días y vivió el domingo la llegada de los Reyes a Paiporta, la zona cero del desastre: «Fue una situación tensa, nos vimos metidos en el barullo, con empujones por todos los lados... La policía iba saturada en ese momento», explica el ibicenco, que prefiere no dar su nombre, sobre el momento en el que decenas de vecinos increparon a los Reyes, Felipe VI y doña Letizia; el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón.
«Estábamos sacando materiales y lodo de la calle con una pala y nuestras parejas se habían ido a repartir alimentos», relata el joven, que de un momento a otro vio que «se acumulaba muchísima gente [...] gritando ‘asesinos’, preguntando por los muertos, porque no se creen que sean poco más de 200 a día de hoy... Tirando barro, palos, subidos en coches y señales».
Frustración del pueblo
Como la mayoría de quienes vivieron la experiencia, el joven destaca la actuación del Rey: «Mantuvo la compostura a pesar de los gritos y la frustración». Para el ibicenco, esta fue una situación en la que la realeza pagó «todo el dolor que tenía la gente», porque la impresión del desastre es totalmente diferente en persona: «Tienes que vivirlo, parece una guerra», lamenta el ibicenco. Apunta, incluso, que varios días después sigue habiendo calles en las que «te llega el agua y el barro por las rodillas». «Las calles están destrozadas, los coches destrozados... Alcantarillas saturadas... Es una imagen impresionante», describe.
Esta imagen es solo una parte de lo que puede ayudar a entender lo que sienten los valencianos: «Están muy tristes y con mucha impotencia», destaca, y añade: «Se ve mucha frustración» porque piensan «que la ayuda ha llegado tarde y se podrían haber evitado muchas cosas». Sin embargo, la rabia no lo es todo, el ibicenco también se encontró con «mucho ánimo de ayuda». En los diferentes lugares en los que estuvo ayudando encontró «gente de Madrid, de Castellón, de Valencia, del sur... Había gente de todos los lados», explica.
Echar un cable en casa
Por el momento, todas estas personas se están organizando a solas: «Íbamos preguntando si alguien necesitaba ayuda o ellos mismos [los vecinos] te paraban y te pedían ayuda para sacar o limpiar algo», cuenta el ibicenco, que recuerda: «Estuvimos un par de horas entre unas quince personas sólo para quitar un poco de fango del suelo».
Para él esta experiencia ha sido la manera de «ir a echar un cable a casa», ya que tanto él como su pareja tienen familiares en Valencia. Ya de vuelta, apunta a la necesidad de que llegue maquinaria pesada a los diferentes pueblos para limpiar las calles: «Porque la gente ha conseguido sacar muchas cosas de casa y están todas las calles que pasas como puedes». Además de despejarlas, hay que hacerlas seguras: «Hay alcantarillas levantadas en las que puedes meter un pie en cualquier momento... En la zona en la que se desbordó el agua se han caído el asfalto y las aceras y estás allí que te caes», concluye el ibicenco.
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