Riada histórica | Los testimonios de los voluntarios

Voluntarios de Ibiza en Valencia: «Casi todos somos civiles, esto requiere ayuda especializada»

Ibicencos residentes en Valencia o desplazados allí como voluntarios relatan las duras imágenes que ven estos días tras la DANA; que también ha movilizado hasta Algemesí a una comitiva de Ibiza con siete vehículos cargados de material

Miembros del Grupo Balear de Rescate ante un coche enterrado en Paiporta.

Miembros del Grupo Balear de Rescate ante un coche enterrado en Paiporta. / GRUPO BALEAR DE RESCATE

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Ibiza

Muchos ibicencos han estado colaborando estos días con los afectados por la DANA de la manera que han podido. Desde donaciones a través de un Bizum a alguna ONG, hasta entregas de lotes con comida no perecedera o productos de limpieza, pasando por la difusión en redes sociales de la petición de más profesionales especializados y maquinaria por parte de quienes han visto cómo, de un día para otro, sus pueblos quedaban arrasados y todavía esperan auxilio. De ahí que en muchos casos la autoorganización de civiles parezca la única opción. Una tragedia que ha afectado a la Comunitat Valenciana y a Castilla-La Mancha. Además, son innegables los vínculos de Ibiza con Valencia, ya que muchos jóvenes se marchan cada septiembre a estudiar allí y no son pocos los valencianos asentados en la pitiusa mayor.

Voluntarios de Ibiza ayer en el Parque Insular de Sa Coma.

Voluntarios de Ibiza ayer en el Parque Insular de Sa Coma. / J.A. Riera

Algunos han ido directamente allí. Es el caso de una comitiva de residentes que anteayer zarpó hacia la Comunitat Valenciana para movilizar a siete vehículos cargados con material solidario. En total, son 14 las furgonetas o camiones que han salido rumbo a la península desde el puerto de Vila estos días. Todo ello, organizado por la Asociación Cultural Valenciana Sant Antoni de Portmany, Sa Nostra Falla (la colla fallera de la isla) y l’Associació de Voluntaris d’Eivissa. Paqui Rodríguez, integrante de la junta directiva de la colla, explicaba ayer desde el Parque Insular de Sa Coma, donde decenas de voluntarios seguían organizando lotes, que su pareja, Raúl Márquez, es una de las personas que integran dicha comitiva y que la idea en un principio era dejar el material directamente en la localidad de Algemesí, una de las más afectadas, y volver el mismo día a Ibiza. Finalmente, debido a los problemas de movilidad evidentes que hay en las zonas afectadas, perdieron el barco. «No llegaron a tiempo, así que vienen ahora, en el barco que sale a las 12 desde Dénia, que es donde han pasado la noche», relataba ayer Paqui poco después de las once de la mañana. «Lo que me cuenta Raúl es desolador. Todo está lleno de coches destrozados cubiertos de barro, completamente marrones. Todo arrasado, casas derrumbadas... La gente ha perdido los recuerdos de toda la vida», lamenta Paqui, que es natural de Montcada. «Es una zona que no ha quedado afectada, pero la gente está ayudando mucho. Toda mi familia de allí lo está haciendo». Señala que la colla y la asociación tienen contacto directo con Algemesí: «Casi la mitad de los miembros son de allí. Y a medida que fueron acercándose a la zona, fui perdiendo la conexión con Raúl. No hay luz ni agua. Esta mañana y anoche pude hablar con él un rato y lo que ha ocurrido es muy triste». Los ibicencos llegaron a un centro polivalente de la zona completamente lleno de alimentos, mantas, ropa... «Todo el mundo está muy volcado».

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Colas de voluntarios entrando por Benetússer. / M.L.

Marta López, estudiante ibicenca de Medicina en Valencia ciudad, estuvo de prácticas en un centro de salud de Aldaia seis horas antes de que se inundase. Por eso recalca en varias ocasiones que es muy afortunada: «Los protagonistas de todo esto son quienes siguen en su pueblo con una situación terrible todo el rato». Eso sí, ha ejercido de voluntaria en la localidad de Alfafar junto con compañeros de la universidad y lo que ha visto y le han explicado los vecinos no deja indiferente a nadie. La huella emocional que dejará esta tragedia entre las poblaciones que lo han vivido es evidente.

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Coches amontonados en Alfafar. / M.L.

Inundaciones

«Cuando llegamos, nos enviaron a limpiar la parroquia de Santa Fe. Cuando pasó todo, estaban en misa, me contó el párroco. Eran unas 30 personas». De pronto comenzaron a oír alboroto desde el exterior y «cinco minutos después tenían el agua por las rodillas». Subieron al piso de arriba y pudieron salvarse, relató a esta joven de 21 años. En una de las fotografías que acompaña este reportaje se ve la marca de hasta dónde llegó el agua.

Marca de la inundación de la parroquia de Santa Fe, Alfafar.

Marca de la inundación de la parroquia de Santa Fe, Alfafar. / M.L.

Cuando Marta y sus compañeros de facultad llegaron a la parroquia (después de tener que recorrer los últimos cinco kilómetros a pie debido al colapso en las carreteras), no podían ver de qué color era el suelo. Muchos se dedicaron intensamente a sacar de ahí el barro con lo que podían. Pero esto, admite, produce «impotencia»: «Sacas barro al barro». A la calle. Fuera también se acumulan los coches «unos encima de otros» o reventados contra locales comerciales y portales. Hay quienes continúan atrapados en sus casas porque abajo hay un vehículo impidiendo el paso o porque está completamente lleno de lodo. Por eso muchos piden agua, leche o pañales desde los balcones, describe Marta, que estos días realizará otros voluntariados. Ayer domingo quería ir a Paiporta, pero restringieron el acceso a pie.

En la iglesia, como ella llegó con las manos limpias, también sacó documentos junto con otros compañeros. Eran registros de bautizo y de matrimonio, de los pocos que han quedado intactos.

«A mi círculo cercano no le ha pasado nada muy grave, pero tengo amigos a los que se les ha inundado la casa y que han perdido el coche (...) Hace falta ayuda especializada urgente. Casi todo son civiles y gente que no está preparada. Hay cuerpos en descomposición, la gente puede enfermar o cortarse», añade Marta mientras atiende a este diario por teléfono. Quienes le imparten medicina forense en la universidad están trabajando estos días en la calle, donde aún hay cadáveres. «Hace poco tuvimos una clase de protocolos ante desastres naturales y nos pusieron el ejemplo de un episodio en Valencia con 47 muertos». Ahora, hasta el momento, se han contabilizado más de 200. En Paiporta se encuentra Jorge Nacher, valenciano-ibicenco integrante del Grupo Balear de Rescate, quien el sábado, como muchos otros entrevistados, definía lo que ve como «apocalíptico». Ayer esta unidad trabajó, entre otras labores, para desenterrar vehículos. También llevan bombas de achique para sacar agua de garajes o sótanos y perros para buscar personas.

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