Entrevista | Sergio González Juez decano de Eivissa y Formentera
Sergio González: «A veces se ve peligrar la condición independiente de la Justicia»
Sergio González hace un repaso tras un año en el cargo como decano. La falta de personal, el retraso en la ampliación de la nueva sede judicial y la sobrecarga de trabajo siguen siendo, 365 días después, un problema. Por otro lado, destaca que en este primer año de representación ha luchado por «recuperar el prestigio» de la Justicia, cuya «condición independiente» advierte de que está en peligro. «Esta todo excesivamente politizado», lamenta González.
En una entrevista de hace un año a Diario de Ibiza, afirmó: «En la Justicia no damos abasto y lo único que podemos hacer es decirlo». ¿Se ha dado cuenta de que, efectivamente, lo único que está en su mano es denunciar lo que no funciona?
Sí, decirlo e insistir. Es lo de siempre: falta gente. Por ejemplo, en julio llamé al taller para llevar el coche al mecánico y llevo esperando tres meses a que me den cita porque también falta mano de obra, tanto en el ámbito privado como en el público, entre ellos la Justicia.
¿Qué va a hacer con respecto a este problema?
Reclamar y reclamar. Se debe invertir más en Justicia y si falta personal, habrá que buscar la solución para que quieran venir. Es decir: incrementar las retribuciones. Las estadísticas del Tribunal Superior de Justicia del primer semestre del año salieron la semana pasada y los nuevos asuntos se habían incrementado una barbaridad. Aunque las resoluciones de los jueces también han tenido que incrementarse, por mucho que pongamos más de nosotros mismos, esto llegará un momento que colapsará.
Los jueces, en realidad, son el último eslabón de una cadena mucho más larsga.
Claro, los trabajadores que realizan el resto de funciones judiciales están en igual situación o peor. Cada persona cumple con sus horas de trabajo y tramita equis asuntos, que si superan el máximo se van acumulando.
¿Qué sucede cuando se dirige al Ministerio de Justicia y explica esta situación?
El Gobierno y el Ministerio jamás han invertido en Justicia. Si se consultan los Presupuestos Generales del Estado (PGE), se puede comprobar que la partida es mínima. La Justicia, no sé por qué, no interesa, cuando sí preocupa a la ciudadanía.
Con la llegada de pateras, el resto de asuntos se paralizan, lo traslada a los datos que ha bajado la litigiosidad, cuando realmente no es así.
Se van acumulando. La Administración de la isla está pensada para una población determinada, pero esa población se sobredimensiona por las pateras, por los turistas...o se da abasto. Es como una carretera, si la haces pensando que van a pasar por ella cien vehículos al día y de repente pasan mil, se atasca. Hay unos recursos que ya son justos para la población local, cuando realmente si tributamos queremos unos servicios de acorde a los impuestos pagados. No me gustaría saber que tributo lo mismo que en Madrid y que tengo una Administración judicial, sanitaria y educativa mucho peor.
Las demoras en algunos procedimientos pueden tener malas consecuencias o desenlaces.
Por supuesto, igual que no tiene sentido que para una prueba médica haya que esperar siete meses, tampoco es razonable que tras una demanda se tenga que esperar un año a la sentencia. Hay casos de padres que no se llevan bien entre ellos y necesitan una solución para sus hijos menores; de desahucios por impagos y de incapacidades que impiden trabajar y necesitan la resolucion de un juez. La Justicia tiene que ser rápida, nos interesa a todos como sociedad, pero en cambio al Estado parece que la Justicia solo le interesa cuando los enjuiciados son ellos mismos.
Ha cumplido algunas de las cosas que se propuso, como poner en marcha el servicio de mediación y habilitar las salas amables. ¿Qué más cambios ha habido?
Me he estado reuniendo con todo el mundo: senadores, diputados, con la directora insular, los alcaldes, el Consell, la Policía Nacional y la Guardia Civil. Esto, en un intento de recuperar el prestigio perdido.Somos los jueces, pero eso parece que ha caído un poco en desgracia con el tiempo.
¿Por qué considera que se ha perdido el prestigio?
Para empezar, porque desde la clase política no se respeta la división de poderes, cuando lo más importante de la judicatura es su independencia. Cuando cualquier decisión tuya va a ser cuestionada públicamente, uno a veces ve peligrar esa condición independiente. Está todo excesivamente politizado.
Esto pasa en toda España y, por lo que dice, también en Ibiza.
Sucede en todos los sitios. Estamos intentando recuperar ese prestigio también a través de mejoras para los jueces, como que terminen el nuevo edificio o nos faciliten plazas de aparcamiento. En la sede hay trabajadores que están mandando a prisión a gente y aprobando órdenes de alejamiento. Cuando sales a la calle, no eres un cualquiera. Entonces, tener un aparcamiento propio y protegido es importante, una cuestión de seguridad. Aquí nos parece todo muy banal hasta que algo pasa. Recordemos que el año pasado hubo un intento de fuga de un capo de la mafia británico. Estamos juzgando a gente importante.
¿Hasta qué punto está en sus manos ponerle una solución a esto?
Uno se involucra hasta el punto en que se quiera involucrar, no está dentro de mis competencias, pero en muchas ocasiones me he reunido con asociaciones, por ejemplo por la sala Gesell, porque llevábamos un año esperando recursos materiales que tenía que proporcionar el Ministerio de Justicia. Hago cosas que no me competen, pero porque pienso en el bien de todos.
En cuanto al servicio de mediación, ¿está funcionando como se esperaba?
Para empezar, era un servicio que no existía y que creamos para ofrecer una alternativa más amable a los procedimientos ordinarios. El año pasado no se hizo ninguna mediación en Ibiza porque ni siquiera había esa opción, este año ya llevamos 23. Hay quienes han encontrado una solución en este servicio y otros que han vuelto al juzgado porque no les ha funcionado. Pero el servicio existe para que la gente tenga otro sitio más para resolver los conflictos y, además, en el mismo edificio judicial. ¿Que ojalá funcionara más? Paciencia, lleva menos de un año en funcionamiento.
También supone un cambio de mentalidad en cuanto a resolución de conflictos.
Sí, y hay muchos abogados que no la tienen porquedesde la universidad lo único que se enseña en Derecho es a litigar. El abogado tiene que ver que para resolver un conflicto a veces es necesario ir a juicio y otras no. No es lo mismo ir al mecánico para que te cambie la bujía que para que te cambie el motor, son problemas distintos. Lo mismo con algunos conflictos que se judicializan y que en ocasiones pueden solucionarse por una vía más rápida y consensuada.
Cite tres de los problemas principales de la Justicia en Ibiza.
La estabilidad de las plantillas a través del plus de insularidad, que es recurrente. Otro problema tremendo es que se tiene que terminar el edificio de Sa Graduada, no puede haber dos sedes judiciales, eso es inviable, tiene que estar todo concentrado en el mismo sitio. Y por último, la creación de más juzgados, en concreto, uno de lo Social. También se reclama un juzgado de lo Contencioso Administrativo pero, por datos, el Ministerio de Justicia no lo va a aprobar, aunque por la cuestión de insularidad (el que hay está en Palma), sería mucho más cómodo.
¿El estrés le pasa factura a uno cuando tiene que representar a los jueces de las Pitiusas?
Se necesita mucho tiempo, aunque también depende de lo que uno se quiera involucrar. En mi caso, hay cosas que creo que son buenas para la ciudadanía, por eso las llevo a cabo, como reunirse con las asociaciones, los medios o los representantes de las instituciones y de los cuerpos de seguridad. Por otro lado, el cargo de decano es adicional al trabajo que ya tengo en mi juzgado, del que no me he liberado. Por eso es sacrificado.
Uno de sus hobbies es salir a correr. ¿Tiene tiempo para dedicarse a ello?
Voy a las seis de la mañana todos los días con un amigo. Hay que hacer malabarismos porque luego voy al gimnasio y tengo que llegar a tiempo para llevar a mis hijos al colegio. Luego me pongo a trabajar. Ese sacrificio no se suele valorar. Por motivos personales tendría que haber suspendido dos juicios pero me pesaba más la responsabilidad de no posponer los asuntos de nadie.
En cargos con responsabilidad es difícil conciliar la vida personal y la laboral.
La Administración de Justicia funciona porque hay gente que da mucho más de lo que debería dar. Y estoy seguro de que en el resto de administraciones pasa igual. Hay personas que tienen más conocimientos de los que requiere el puesto de trabajo que ocupan y que se involucran de lleno para dar servicio a los demás.
¿Qué experiencias positivas ha tenido durante este año en el cargo?
Lo que más me gusta es ver a todo el mundo trabajar desde distintas administraciones por el bien común. Es muy gratificante ver que el cargo de juez decano tiene un papel en la sociedad. Por ejemplo, cuando senadores o consellers que van a reunirse con el Ministerio de Justicia y me piden aconsejarles o saber mi opinión. También cuando han contactado conmigo desde la Fundación Conciencia para resolver el retraso de los informes porque solo hay una psicóloga forense y hace falta al menos otro. Con ellos ya hemos firmado dos convenios mediante los que se hacen cargo de los gastos cuando este servicio se externaliza.
¿Y experiencias negativas?
¿Negativas? Pues todo lo contrario, cuando la gente critica el trabajo que haces e incluso hace comentarios personales cuando no te conocen.
¿Cuál ha sido su momento más complicado?
Lo más complicado fue el traslado del juzgado de lo Social al de Violencia Sobre la Mujer. Primero porque era una cuestión de lógica y espacio porque era la única dependencia posible cuando se creó el Juzgado de Instancia número 6. Y después, porque desde un primer momento ya estaba pensado que estuviera allí. Tuve la sensación de que se utilizaba frente a la prensa a las víctimas de violencia en ese traslado cuando lleva funcionando desde marzo y no ha habido ninguna queja. Incluso pregunté por un grupo que tenemos entre los jueces decanos de España y en muchos otros lugares compartían espacio cuando no había otra opción.
¿Se ha arrepentido en algún momento de aceptar el puesto de juez decano?
Sí, pero he ido aprendiendo. Antes me lo tomaba todo muy a pecho y ante cualquier crítica o reprimenda, entraba enseguida al trapo. Ahora ya no. Cuando recibo ciertos comentarios, intento mantener silencio, siguiendo el consejo de un compañero. Pero mantener ese silencio a veces es muy complicado.
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