Agricultura

La sequía y las torcaces arruinan la cosecha de aceitunas en Ibiza

Solamente Can Rich logra salvar una parte de la producción y podrá comercializar 3.400 litros

Algunas marcas no han recolectado ningún fruto y otras apenas consiguen aceite para autoconsumo

Tareas de recolección de aceituna el año pasado en Can Llaudis, en ses Salines. | V.MARÍ

Tareas de recolección de aceituna el año pasado en Can Llaudis, en ses Salines. | V.MARÍ

Josep Àngel Costa

Josep Àngel Costa

Ibiza

La peor cosecha de aceituna que se recuerda en Ibiza. Solamente en Can Rich han sacado adelante un volumen que les permitirá comercializar aceite y, ante las previsiones nefastas que vaticinaba todo el sector, se dan por satisfechos con un producción que ha sido tres veces menor que la del año pasado. El resto, como mucho y con suerte, ha podido sacar algo para el autoconsumo.

Hay una cifra que evidencia este desastre. Unos 300 productores, la inmensa mayoría de ellos pequeñas fincas para consumo familiar, llevan cada año sus aceitunas a molturar al trull (almazara) de Joan Prats, Benet, en Benimussa. Este año sólo han ido dos. «Uno de ellos, que solía venir con 15.000 o 16.000 kilos, solo ha traído 2.800. El otro apenas trajo algo más de 200 kilos», detalla Prats.

De hecho, si puso en marcha la almazara de Can Benet, y tan solo un día, fue porque esas dos personas son clientes suyos de siempre. En cambio, Prats no ha recolectado absolutamente nada y, hasta la próxima cosecha, no queda aceite Joan Benet a la venta, ya que se han agotado todas las existencias de la temporada pasada.

Prats, que fue el pionero en la comercialización de aceite ibicenco, no se había topado con una situación similar desde que se aventuró en esta empresa, a finales del siglo pasado. Desde hace meses, ya preveía que la gran mayoría de los 1.200 olivos de que dispone en Can Benet no iban a dar fruto.

La vecería

Cabe tener en cuenta que, debido al fenómeno de la vecería, este frutal alterna un año de buena producción con otro de escasez. Así, esta temporada ya estaba condenada de antemano a la carencia, pero no hasta los niveles con que se han encontrado.

"En una semana, las torcaces devoraron toda la aceituna que había salido"

Las condiciones meteorológicas del pasado mes de abril, con temperaturas elevadísimas, secaron las flores que habían brotado en los olivos de Prats. Curiosamente, se salvó parte de un bancal en el que crecen sus árboles más jóvenes («solo tienen siete u ocho años»).

La mitad de ellos estaban cargados, así que, aunque escaso, parecía que se podía obtener algo de aceite, pero llegó una sorpresa inesperada. «En una semana, las torcaces devoraron toda la aceituna que había salido», comenta aún con cierta incredulidad.

La plaga

Jamás le había pasado. «Las torcaces empezaban a comer olivas cuando estaban maduras y eran negras. Como nosotros las recolectamos bastante verdes para elaborar el aceite, no nos afectaba. En cambio, este año la han devorado toda» detalla.

Prats tiene un teoría al respecto. En 2024 no se ha obtenido nada de grano en Ibiza, el alimento principal de estas aves, que se han convertido en una plaga que está desesperando a todo el sector agrícola. Al estar hambrientas, han buscado alternativas allí donde han podido.

En los cables de los postes eléctricos veías bandadas de hasta 300 torcaces"

Esta misma explicación sobre la repentina voracidad de estas aves con las aceitunas la comparte otro de los principales productores de la isla, Miquel Guasch. «En los cables de los postes eléctricos veías bandadas de hasta 300 torcaces», indica.

«Jamás nos habían dado tantos problemas como hasta ahora. Ya nos hemos puesto en contacto con el Consell para ver si se pueda ampliar el periodo de caza, porque están haciendo muchísimo daño a toda la agricultura», subraya Guasch.

En su finca de Santa Eulària, junto a la carretera de Sant Joan, cuenta con cerca de 3.000 olivos, que en una temporada normal le aportan unos 30.000 o 40.000 kilos de aceituna. «Este año solo hemos recogido 3.845 kilos», precisa Guasch. Les bastó una semana para recoger una cosecha tan exigua y el 15 de septiembre ya habían finalizado todos los trabajos.

Tan solo han podido obtener 462 litros, lejos de los 3.000 o 4.000 de un año vecero, así que esta temporada tampoco se podrá comercializar el aceite Miquel Guasch. Sí que embotellará esa cantidad para autoconsumo en su restaurante, la Oleoteca ses Escoles.

Sequía y lluvia a destiempo

A los efectos de la vecería y las torcaces hay que sumarle unas pésimas condiciones meteorológicas, que han formado la peor de las combinaciones posibles. Por mucho que los principales productores dispongan de regadío por goteo en sus explotaciones, este sistema no puede corregir por completo los efectos de una sequía tan persistente como la que sufre el campo ibicenco.

Por si fuera poco, las escasas precipitaciones de este año llegaron en el peor momento posible para los olivareros. «Llovió en abril y mayo, cuando las olivas estaban en flor. Después hizo un calor terrible que tampoco ayudó nada», lamenta.

Al igual que en Can Benet, en la almazara de Miquel Guasch molturan cada año la aceituna de otras fincas, normalmente de un centenar de productores. «Este año solo han venido dos», precisa. El trull de Sant Joan, también de uso colectivo, ha corrido la misma suerte.

La suerte

En cambio, en Can Rich, el mayor productor de Ibiza con más de 3.000 olivos, se han encontrado, sorpresivamente, con que sus árboles han rendido «más de lo esperado», explica Stella González. Así, esta temporada podrán comercializar 3.400 litros de AOVE de producción ecológica, que acabaron de molturar esta misma semana, lejos de los 9.000 de 2023, pero una cantidad óptima para un año vecero.

En Can Rich cuentan con más experiencia combatiendo las torcaces para proteger las vides de su bodega. Incluso recurren a emisores de sonido de aves rapaces, entre otros métodos, para ahuyentarlas. Aún así, «este año han afectado más que nunca», lamenta González. La mayor parte de sus olivos se encuentran en Can Llaudis, en ses Salines, pero también cuentan con una plantación en su finca de Buscastell.

Se da la circunstancia de que en el último año vecero, la cosecha de Can Rich fue la peor parada, ya que les afectó más la sequía en la finca de Can Llaudis, la explotación más meridional de Ibiza. Así, en 2022 no pudieron comercializar nada de aceite y el poco que obtuvieron lo reservaron para autoconsumo.

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