Temporada
Verano «raro» en Platja d’en Bossa
Los negocios de Platja d’en Bossa coinciden con quienes a estas alturas del verano aseguran que atraviesan una temporada «rara e irregular». Independientemente de si se trata de restaurantes, tiendas de ‘souvenirs’, perfumerías o taxistas, la mayoría de trabajadores opina que este verano se ve menos gente que en los anteriores.

Galería: Balance de la temporada en Platja d'en Bossa / Daniel Espinosa

Tal vez este verano se esté mirando todo con lupa y por eso resulte extraño decir que una de las calles principales de Platja d’en Bossa está menos concurrida de lo habitual cuando son la una de la tarde y hace mucho calor. Los pocos turistas que se exponen a abrasarse buscan un lugar para comer, otros se dirigen al hotel en el que se alojan y algunos de ellos entran en algún establecimiento de souvenirs. La confirmación de que, evidentemente, hay un movimiento diferente del habitual llega al charlar con varios de los dependientes de la zona: «La temporada es rara e irregular».

Antonio Perales y Melanie Maldonado. |
Una de las primeras en ofrecer esta definición es Gema Cardona. Trabaja desde hace cuatro años en Vistamar, el establecimiento de souvenirs que pertenece a su familia y, aunque considera que la temporada está yendo bien: «Se ha notado un cambio en comparación con los últimos años», indica. Para ella, el covid marcó un punto de inflexión: «Después de la pandemia [el cambio] ha sido aún más fuerte que antes de esta», señala, y confirma que «también se ve menos gente por la calle, cuando antes se veía mucho lío», recuerda.
Menos colchonetas
Del barullo que habitualmente veía Cardona al movimiento que aprecia ahora, ha observado un cambio: «hay menos británicos», «menos gente de fiesta» y, también, «menos gente joven». Por ejemplo, tiene en cuenta que este verano se compran menos colchonetas, aunque es algo que también asocia a que «los hoteles hayan prohibido que las metan en las piscinas». Entre los turistas que Cardona ve día a día tiene la sensación de que hay «más italianos, portugueses o alemanes», que «compran pequeños recuerdos, como imanes, vasos, llaveros...», cuenta. Con la experiencia de este mes, considera que «hay incertidumbre» de cara a septiembre, y no sólo en Platja d’en Bossa: «Tengo amigas trabajando en Cala Llonga a las que les han dado vacaciones ahora y no saben si en septiembre volverán», destaca.
Beatriz Sánchez, que lleva dos años trabajando en Perfumerías Clapés, también define la temporada como «muy rara». Lo afianza al decir: «Sí, creo que esa es la palabra». Su seguridad la motivan semanas que son «muy inestables». «A lo mejor un día viene muchísima gente y luego hay otros como ayer u hoy [el jueves y este viernes] que la calle está pelada», indica. Hasta ahora los días no solían ser así y, de hecho, «lo normal era que los fines de semana fueran más fuertes, pero ahora parece al revés», revela.
Igual de inestables que los días, lo es la forma de gastar del turista. Para Sánchez es complicado confirmar si gasta más o menos dinero: «Hay días en los que viene poca gente, pero las ventas son un poco más altas», apunta.
Esperanza en septiembre
A la par que Cardona, Sánchez espera que el próximo mes sea mejor: «Tenemos la esperanza», ruega. De hecho, piensa en que el año pasado fue así: «Agosto fue flojito pero septiembre fue bastante bien». Como si la hubiera escuchado, Melanie Maldonado, camarera en Friends Kitchen Ibiza, coincide: «Como ha sido tan rara la temporada no sabemos qué nos espera [del próximo mes] pero la esperanza está allí». Su compañero Antonio Perales lleva 26 años trabajando en el restaurante y va un paso más allá en su interpretación de cómo va la temporada: «Fatal, porque hay altos y bajos... De lunes a jueves no tienes nada y los fines de semana te matan...», señala antes de añadir: «Tampoco sabes cómo prepararte porque hay días que tienes mucho y días que te sobran la mitad de los camareros». A su lado, Maldonado matiza: «Se ve que la gente viene dos o tres días, se pega la fiesta y se va. Ya no hay tanto público de cenar, sentarse...».

Un grupo de turistas se sube a un taxi en Platja d’en Bossa. |
En este público, Perales no considera que se haya producido un cambio en las nacionalidades que frecuentan su zona, pero su compañera dispone de un dato revelador: «Antes sacábamos un montón de desayunos ingleses y ahora, la verdad, eso está fallando un poco... Igual se puede ver un poquito en ese aspecto», apunta. Él y su compañera consideran que, por lo menos, quienes vienen no se quejan del dinero que se gastan.
¿Más o menos gasto?
En cambio, Ikram Khan, que trabaja en un puesto de kebabs en Platja d’en Bossa, sí ha observado que sus clientes se decantan por la opción más barata de su carta. Ésta es su primera temporada en el local y afirma que cuando más trabaja es de madrugada, «cerca de la hora del amanecer», especifica, sobre el momento en el que la gente termina la fiesta y se muere de hambre al salir de la discoteca. Aunque lleve poco tiempo trabajando en el puesto, por lo que Khan ha escuchado, la temporada está siendo «muy floja», además de apreciar que «no hay gente».
Afortunadamente para Kiara, dueña de la Heladería Punto G, que lleva abierta 15 años, el verano está siendo diferente al del resto de negocios: «Todo el mundo dice que nota que hay menos gente y que gasta menos, pero nosotros no hemos tenido mucho cambio porque también trabajamos con mucha gente local». Opina que tal vez notó un cambio «al principio, con los desayunos, pero sigue estando bien. Creo que también es porque tenemos un producto económico y casero y la gente lo elige», señala.
En esta línea, Juanjo Roig, taxista en Vila desde hace doce temporadas, indica que hay mucha gente «pero en la carretera, por lo que un trayecto que se hacía en diez minutos ahora se hace en veinte». El gentío que Roig observa en la carretera no coincide con el número de personas que se suben a los vehículos. Este verano es el primero en el que Uber se suma a la competencia habitual de los taxistas, pero Roig no cree que en ello radique el problema: «Es algo más generalizado... No creo que haya tantos como para decir que nos lo quitan todo», opina.
A pesar de que el conductor pueda hacer menos viajes que otras temporadas, detalla que los hábitos de sus clientes no han cambiado y no se piden trayectos más cortos o más económicos: «Van adonde quieren ir y no noto que miren el dinero que gastan», apunta.
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