Más de 400 personas y caos de coches en los miradores de es Vedrà al atardecer

Este punto de la costa continúa siendo un atractivo para turistas y residentes, aunque unos y otros, sobre todo los vecinos, se quejan del caos en la carretera

Turistas en la puesta de sol de es Vedrà

Foto: Marcelo Sastre/ Vídeo: T.Escandell

Toni Escandell Tur

Toni Escandell Tur

Sant Josep

El mirador des Vedrà, en s’Era des Mataret, continúa pareciendo un enclave de paso obligado para muchos turistas (y algunos residentes y temporeros). Viralizado en redes sociales durante los últimos años, este paraje presentaba en la puesta de sol del sábado una aglomeración mucho menor de la habitual en veranos recientes. Eso no quita que las cifras continúen siendo altas: entre 300 y 400 personas, aproximadamente, se desplazaron anteayer hasta el mirador principal, a lo que hay que sumar todos los grupos de amigos, familias o parejas que había diseminados a lo largo de esta parte de la costa, en la que la gente se reparte. Algunos, seguramente, para huir de las grandes concentraciones.

En otros veranos tras el covid, a partir de 2021, este diario llegó a contabilizar entre semana alrededor de 750 personas entre el mirador principal y otro, muy cercano, a menos altura, lo que en los fines de semana se incrementaba hasta las 1.000 personas, aproximadamente. De todas formas, tanto los vecinos como algunos de quienes acuden a la puesta de sol muestran su preocupación (sobre todo los primeros, que lo viven cada día), por el caos en la carretera de acceso y en el momento de aparcar. Sobre las 19.15 horas del sábado, cuando aún queda hora y media para la puesta de sol, la zona donde suelen estacionar los visitantes antes de emprender el camino a pie hacia el mirador grande (un paseo de unos 10 minutos), ya está prácticamente llena, pero siguen llegando coches que tratan de encontrar un hueco en el que aparcar de cualquier manera. Debido a la gran afluencia de coches, muchos copilotos salen para dar indicaciones cuando los conductores no ven forma de poder entrar o salir.

En un sendero hay turismos aparcados en ambos laterales (también alguna furgoneta) y en un tramo el camino se estrecha tanto que los coches tienen que frenar y pasar muy despacio, tratando de no golpear a los otros vehículos. Fuera, en la carretera, hay decenas de coches aparcados en un lateral, bloqueando parcialmente uno de los carriles. El problema antes era mucho mayor. El Ayuntamiento ha instalado quitamiedos de madera a ambos lados en buena parte de la carretera de Cala d’Hort, lo que impide que en dicho tramo, que era el punto más conflictivo, también estacionen coches. Por otro lado, continúa la venta ilegal de mojitos en los dos miradores mencionados. Una actividad sin licencia y, por tanto, sin supervisión sanitaria de la Administración. Nada más terminar el camino a pie de diez minutos, cuando uno ya ve la postal al completo, una mujer del grupo de vendedores exclama: «¡Hola!, ¿un mojito?». Cuando alguien muestra duda o interés, esta persona pasa a recitarle la lista de sabores: maracuyá, mango o piñacoco, además del mojito clásico. Lo preparan todo en una mesa y traen varias neveras portátiles.

Hay mucha gente que ya viene equipada y trae sus propias bebidas (principalmente, agua, refrescos o cerveza) en una neverita o en la mochila, ya sea en botellas o en latas, además de bolsas de patatas y aperitivos varios. Incluso se ve algún grupo que ha recogido pizzas para llevar en algún restaurante. Un vendedor de mojitos, tras detectar la presencia de este diario, se acerca y se defiende diciendo que cada día que ellos acuden al mirador se encargan de dejar la zona lo más limpia posible. Admite que no tienen licencia para tal actividad y que, por tanto, no pagan impuestos, pero asegura que la Policía Local les multa «cada dos semanas», aproximadamente: «Al final sí que contribuimos (...) La primera es de 1.500 euros y la segunda en menos de un año, de 3.000, y en las siguientes la cifra continúa subiendo. Los policías vienen de paisano». A pesar de esto, el negocio debe ser rentable porque siguen vendiendo en el mirador.

Realizan esta actividad en una zona protegida por la Unión Europea a través de la Red Natura 2000 y que también es Área Natural de Especial Interés, entre otras figuras de protección, tal y como recordó recientemente el Ayuntamiento.

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