Protesta
Protesta contra la masificación turística en Ibiza: Ocupación pacífica de una playa
La convocatoria contra la masificación turística, organizada por la plataforma Canviem el Rumb, logró reunir a una veintena de personas que, ante la mirada impasible de otros bañistas, también residentes, desplegaron pancartas en ses Salines

Galería: Realidades sufridas y asumidas / Marcelo Sastre

Faltan unos minutos para las 9.30 horas del segundo domingo de agosto, que todo hace pensar que volverá a ser abrasador, y las aguas de la playa de ses Salines ya acogen a numerosos bañistas, la mayoría familias y residentes de Ibiza. En el aparcamiento que aún se mantiene gratuito y que se localiza en el margen de la carretera que dirige al muelle de sa Canal, algunos de los integrantes del grupo de corredores Es Verros de ses Salines dan por finalizada su cita deportiva dominical. Como hacen a lo largo de todo el año. Un aparcamiento que a primera hora ya está a rebosar de turismos, pero también de caravanas y furgonetas, reconvertidas en hogares, en lugar de pernocta.

IBIZA MANIFESTACIÓN CAMBIEM EL RUMB EN PLAYA DE SES SALINES / Marcelo Sastre.
En uno de los accesos a la playa, en la pasarela que protege las dunas, algunos vendedores ambulantes se hacen los remolones para iniciar su jornada. Antes de lanzarse a la arena, resguardan en esas dunas -saltándose cualquier protección- botellas de agua fría que les servirán de alivio a lo largo del domingo. Cargan sobre los hombros la mercancía que ofrecerán a los bañistas. Especialmente, pareos y sombrillas. También hay quien opta por trajinar con dos neveras repletas, supuestamente, de bebercio frío.
A pocos metros, y frente a uno de los beach clubs de renombre y cuya inicial se tatúa cualquiera que aspire a tener esa notoriedad efímera que brindan las redes sociales, se despliegan dos decenas de sombrillas, toallas y pareos que lucen mensajes comunes. ‘SOS Eivissa’, ‘Playas para todos’ o ‘Tu lujo, nuestra crisis’ son algunos de los rótulos decorativos que lucen los parasoles de los asistentes a la convocatoria de la plataforma Canviem el Rumb.
Se trata de la primera «ocupación pacífica, festiva, lúdica y familiar» organizada por esta plataforma que, a pesar de agrupar a 36 entidades y 479 personas, solo logra reunir a una veintena de manifestantes.
«Ses Salines es una de las playas más emblemáticas y es una de las más masificadas», señala María Cardona, integrante de Canviem el Rumb, en declaraciones a los medios. A escasos metros, varias familias -de turistas y extranjeros- aguardan pacientemente a que uno de los trabajadores del beach club les asigne unas hamacas.
Para Cardona, ses Salines es uno de los ejemplos de la realidad que, hace ya mucho tiempo, se sufre y se asume: «Es una playa a la que los residentes nos hemos resignado a no visitar de mayo a octubre porque llegar es muy complicado, está muy masificada, no hay horizonte porque está lleno de barcos», enumera. Y razón no le falta. A pocos metros de la costa se pueden contar hasta medio centenar de embarcaciones fondeadas con sus correspondientes neumáticas, que ya empiezan a entrar y salir por el canal de navegación para recoger a los clientes del día.
Bajo vigilancia
Mientras tres agentes de la Guardia Civil vigilan la «ocupación» desde el acceso al beach club, Cardona añade que la masificación siempre es «negativa» y tiene un «alto impacto y unas consecuencias medioambientales importantes, especialmente si pensamos que estamos en un Parque Natural, que fue una gran lucha popular».
«Se permiten unas prácticas que ponen en riesgo el hábitat terrestre y el hábitat marino», reitera la integrante de Canviem el rumb, que desarrolla la acción de forma paralela a otra de la asociación Mallorca Platja Tour, que tuvo lugar en la Platja de Palma y logró reunir a un centenar de personas.

IBIZA MANIFESTACIÓN CAMBIEM EL RUMB EN PLAYA DE SES SALINES / Marcelo Sastre.
Al ser cuestionada por la descafeinada participación frente a la convocatoria de Mallorca, Cardona asegura que el «tejido asociativo» de Ibiza es «muy diferente», además de llevar poco tiempo organizando acciones en comparación con Mallorca Platja Tour, que llevan más recorrido en la organización de acciones vecinales contra el turismo masivo.
Cardona añade, también, que no se trata de una lucha para lograr un objetivo inmediato, durante la temporada estival, y sí una carrera de fondo, «bastante larga». Confía en que la gente se «irá sumando porque la problemática, como la de la vivienda o el suministro de agua, nos afecta a la mayoría». «Los problemas son sistémicos y multifactoriales», precisa.
Contra esos problemas, Canviem el Rumb busca no solo recuperar las playas para los residentes, también intentar «desmasificar» las zonas de baño y cuidar el entorno. Desde la plataforma aventuran que el final de este «modelo económico» provocado por el turismo acarreará «consecuencias muy graves para los trabajadores y residentes». Un turismo que califican de «depredador, que no es sostenible» .
Mientras los participantes de la ocupación pacífica despliegan una pancarta en el agua para ser inmortalizados por los medios de comunicación, otros bañistas, residentes, los observan con cierta clemencia y distancia. Como si esa realidad estuviera alejada de la suya.
Otras acciones
Cardona avanza que a esta acción pacífica le seguirán otras ocupaciones de playa y asambleas abiertas en los municipios de Sant Antoni y Santa Eulària. Aún así, la gran esperanza es la manifestación prevista para el próximo 27 de septiembre, coincidiendo con el Día Internacional del Turista.
A la vigilancia de los tres agentes de la Guardia Civil, ahora se le suman otros tres agentes de la Policía Local de Sant Josep.
Los vendedores ambulantes, que ya son más de una decena, aguardan al principio de la playa, bajo una sombrilla, a que pase todo esto. Y, especialmente, a que los agentes dejen el camino libre para empezar su jornal.

IBIZA MANIFESTACIÓN CAMBIEM EL RUMB EN PLAYA DE SES SALINES / Marcelo Sastre.
El aparcamiento, a estas horas, sigue sin un hueco disponible, aunque algunas caravanas ya se han retirado del lugar. No todas. Los ocupantes de alguna que otra furgoneta empiezan ahora a desperezarse, ajenos a todo lo que sucede a pocos metros. De hecho, el de una furgoneta verde aprovecha para, con las puertas abiertas, poner una sartén al fuego y cascar unos huevos, presumiblemente para desayunar. Dentro de la furgoneta, dentro de su hogar.
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