Entrevista | Pep Mayans Marí Exgerente de Agroeivissa
Agricultura en Ibiza: «Empezamos con la cooperativa Agroeivissa casi como okupas»
Durante dos décadas, Pep Mayans ha sido el gerente de la cooperativa Agroeivissa Se ha jubilado a los 70 años para dejar paso a las nuevas generaciones: «Por mi formación analógica, soy de boli y papel».
Pep Mayans, Parreta, se jubiló en diciembre pasado, con 70 años, cinco después de cuando le correspondía. Pero se lo ha tenido muy callado. Aguantó porque tenía «un compromiso» con Agroeivissa, de la que fue socio fundador en 1998 y gerente durante las últimas dos décadas: «Había un par de asuntos pendientes que quería dejarlos terminados». Decidió desligarse de la cooperativa con motivo de su fusión con Ecofeixes, acordada la pasada semana: «Se hablaba entre ambas cooperativas de proyectos de futuro. Pensé que era el momento de abandonar y dejar paso a los jóvenes».
¿Y ahora?
Ahora, en casa. El campo siempre me ha tirado, especialmente las variedades nuevas, pero como gerente no tenía tiempo para trabajar en ellas. Ahora sí.
Dispone para ello de una finca de 200.000 metros cuadrados: «No es todo de huerto, pero en los años 80 hicimos una perforada allí, lo que me permitió empezar a hacer mis pinitos en esa explotación». Mayans fue uno de los socios fundadores de Agroeivissa: «La fundamos en 1998, pero la actividad de la cooperativa comenzó en mayo de 1999». Al principio intentó compaginar la agricultura con la cooperativa, pero «era complicado», por lo que acabó aparcando el tractor.
¿Y por qué la crearon?
Por una cuestión de mercado. Los productores nos cansamos de vernos en los mismos sitios compitiendo entre nosotros con los clientes, la mayoría tiendas de barrio, pues no había casi hipermercados, salvo el Híper y el SyP. Al principio éramos muchos los interesados, pero cuando llegó la hora de la verdad, cuando hubo que hacerse socio y aportar para ello 800.000 pelas [pesetas, unos 4.900 euros; aún no existía el euro], quedamos sólo 26. Los socios a título principal obtuvimos ayudas del Ministerio de Agricultura, el 50%, y también subvenciones del grupo de acción local (Leader).
Desde entonces, cómo ha cambiado todo. Debe darle vértigo recordar aquellos tiempos.
Y tanto. Nos metimos en las instalaciones asignadas a la cooperativa casi en plan okupa. La nave antigua, la primera que tuvimos, eran los corrales del matadero. Obtuvimos la cesión de ese local, por 100 años, a través de Josep Juan Cardona, conseller balear de Agricultura. Por entonces, trabajábamos a la vez en casa y en la cooperativa porque no teníamos chóferes y había una única persona en el almacén. El primer gerente fue un chaval que había estudiado en la Politécnica de Valencia y que nos duró ocho meses. Era tan novato como nosotros, o más. Se propuso entonces al técnico de la asociación de defensa vegetal (ADV) de cítricos, Marcos Marzo, que ocupara ese puesto. Gracias a él se incorporó mucha gente más a Agroeivissa. Aquel primer año fue espectacular ver sumadas todas nuestras producciones. Fue increíble el cambio que supuso pasar de ir individualmente a estar agrupados.
Decidieron ser cooperativa por una simple razón: «Cada socio era un voto. De es manera evitábamos que llegara alguien, hiciera una ampliación de capital y nos quitaran de en medio». Motivos, pues, sobre todo económicos: «La primeras inversiones ascendieron a unos 50 millones de pesetas [unos 300.000 euros], que pusimos de nuestros bolsillos los 25 socios de entonces, a dos millones por cabeza. Empezábamos de cero».
«Cada socio era un voto. De es manera evitábamos que llegara alguien, hiciera una ampliación de capital y nos quitaran de en medio»
Y tanto. Arrancar la cooperativa no fue fácil, lo que requirió ingenio y, sobre todo, descaro: «Levantamos a la empresa de butano a uno de sus conductores que repartían botellas, a Ramón. Hablamos con él y se vino con nosotros. Era un crack». De aquella época fundacional destaca que «la irrupción de Agroeivissa en el mercado no gustó a los mayoristas», pues de repente tenían que hacer frente a una competencia potente y directa.
¿Y cuándo empieza como gerente?
En 2005. Marcos Marzo se casó y se fue de la isla. Fichamos a Daniel Criado, que se incorporó como gerente en 2001. Tenía preparación y experiencia. Con él, Agroeivissa pegó un salto cualitativo. Llegamos a ser 35 socios productores con ese gerente. Pero en 2005 nos levantan a Criado. Se va a la competencia, a Agroilla, a Mallorca. Nos lo pisparon. Joan des Camp [Joan Marí Guasch, actual director insular de Agricultura], entonces presidente, me pidió que me hiciera cargo yo, que ya por entonces trabajaba como técnico allí. Me encargaba de la confección [la maquinaria para manipulación que era más cara] de la naranja y del tomate.
¿Cuál fue el momento más difícil que ha vivido en estos 25 años?
Por mi formación analógica, soy de boli y papel. Por eso, el momento en que peor lo pasé fue cuando en 2009 nos informatizamos. Fue duro para mí asimilar ese cambio. Pasar al teclado no fue fácil. Me costó.
¿Y para la cooperativa?
Daniel Criado regresó a Agroeivissa, ya como comercial, porque no le había ido bien en Mallorca, y fue el que promovió aquel cambio de programa informático, que era el que tenían en Agroilla. Y vuelve a irse en 2013. Se produjo entonces un vacío comercial, a lo que se sumó que en los años 2014 y 2015, el mercado fue mal, muy mal, con una fuerte caída de precios. Tuvimos que negociar para hacer fija discontinua a la plantilla, que hasta entonces era fija todo el año. Sólo nos quedamos dos como fijos, un chófer y yo.
¿Peligró entonces Agroeivissa?
No, porque reaccionamos a tiempo. Vimos que no era viable y redujimos costes. El dinero que ganábamos en verano era para cubrir los gastos del invierno.
¿Y cómo vivieron la época de la pandemia de covid?
Al ser una empresa considerada esencial, mantuvimos nuestra actividad. Nos quedamos sin hostelería y sin restauración. En marzo de 2020, además, ya teníamos hechas las peticiones de siembra, que en una reunión con los socios decidimos mantener, pese a que no sabíamos si podríamos vender todo ese producto. Finalmente no hubo problemas para sacarla. Nos salió bien la jugada.
"La agricultura en esta isla no es viable sin las ayudas que recibe el sector"
¿Tiene futuro la agricultura en Ibiza?
Depende del agua. La agricultura viable y rentable es la horticultura, y la hortaliza depende del agua para prosperar. Nadie vive aquí del secano. Ya no hay ni almendros. La algarroba, hace dos años tuvo un precio interesante, pero vuelve a estar reventado. La agricultura en esta isla no es viable sin las ayudas que recibe el sector. Desde la Administración, al menos se debe incentivar de esa manera para que se mantengan en condiciones las fincas y no se abandonen o, lo peor, se vendan.
¿Y cómo está el relevo generacional?
Es un tema que Joan des Camp ya tenía claro que había que fomentar cuando fue presidente de Agroeivissa. Desde 2018 vamos incorporando a gente joven, no mucha, la verdad. Pero ahora llega savia nueva gracias a la fusión con Ecofeixes aprobada hace una semana. Son nueve nuevos socios, mayoritariamente jóvenes. Es gente que aún tiene un recorrido. No como nosotros. Mírame, yo tengo ya 70 años. Los demás fundadores, más de 60, algunos retirados este mismo mes. Van todos camino de jubilarse, como yo.
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