«Preocupación» del sector náutico de Ibiza y Formentera ante la caída de clientes
Los patrones de chárteres de alquiler de Ibiza y Formentera manifiestan que algunos de ellos se han ido a trabajar a otros lugares fuera de España, como Grecia o Francia, o han acortado la temporada

Una semirrígida acude a una de las pasarelas de la playa de es Jondal a recoger a unos clientes / Á.T
El sector del chárter náutico de alquiler en Ibiza y Formentera mira de reojo y con «preocupación» los meses más fuertes de la temporada turística ante la caída de clientes en lo que va de verano. Un hecho que se suma a un descontento que viene de lejos por parte del sector por la falta de infraestructuras en la isla para embarcar con seguridad a las personas que contratan sus servicios.
«Yo he venido más tarde (estaba en Alicante) porque veía que, por el momento, no había trabajo», explica Manu, uno de los patrones que trabaja en las Pitiusas para hacer la temporada turística y luego marchar. El patrón atribuye a dos factores principales esta bajada de clientela, por un lado, no «ha hecho muy buen tiempo».
«El agua, hasta hace poco, estaba fría, y eso a la gente no le gusta», observa. Y por otro, la celebración de la Eurocopa en Alemania, que ha hecho descender la demanda turística en muchos otros destinos europeos, incluido Ibiza. Eva, otra patrona, opina que a esto se le añade que en los dos o tres últimos años «ha crecido mucho la oferta».
La pérdida de clientes y de reservas para los meses álgidos de la temporada se sitúa entre el 20% y el 25% en la isla, como apuntó hace unos días a este diario el presidente de la asociación balear de chárter náutico, José María Jiménez. Los datos sitúan a este verano como uno de los peores para el sector, exceptuando las temporadas del covid. Muchas de las embarcaciones de alquiler aplican, ante esta situación, hasta el 50% de descuento en sus servicios para seguir atrayendo a los clientes.
«Otros se decantan por ofrecer servicios más cortos, no de un día entero, para rebajar el precio de la experiencia o cobrar por persona, en vez de por barco, lo que también hace que le salga más barato al cliente», indica Eva.
La llegada de Uber Yatchs
«Nosotros, los patrones que nos dedicamos a esto [la náutica] somos unos supervivientes, nadie se hace rico alquilando barcos, aunque parezca un sector, desde fuera, muy elitista», apunta Carlos, patrón de un catamarán cuya propiedad comparte con otro socio. Al pago de la licencia de chárter se suma el pago del seguro del barco y por otro lado, el seguro de los pasajeros, que va aparte.
«Yo necesito el mío propio porque el de los pasajeros no me cubre», continúa, «luego hay que añadir los gastos de Hacienda, el autónomo... en un barco los pagos pueden ser infinitos».
A este contexto de le suma que la multinacional estadounidense de transporte Uber Technologies llegará a finales de este mes a la isla con servicios muy similares a los que brinda el sector. Uber Yatchs, como ha bautizado la empresa a su rama náutica, que ya existe en países como Grecia o Italia, permitirá a los usuarios de la plataforma alquilar yates por unos 1.600 euros al día (en pleno agosto) y con capacidad para hasta ocho personas, dependiendo de la embarcación.
«El servicio que va a dar Uber ya existe, por nuestra parte, pero claro, es una empresa potente, con mucho nombre. Esto es como todo, si tienes más dinero, tienes más posibilidades», considera este patrón. Aún así, los patrones opinan que «de eso trata el libre mercado» y que la compañía está en todo su derecho de poner en marcha el servicio.
Por otro lado, desde el sector indican que hay clientes con bolsillos muy distintos y por ende, no hay una fuerte competencia entre chárteres, tampoco ahora, cuando la demanda es mucho menor. «Es raro que una persona que tiene un presupuesto por gastarse de hasta 4.000 euros en un día para un barco alquile un catamarán, normalmente alquilará una motora», apunta.
Muelles con poca seguridad
El perfil del cliente en general, eso sí, es de alto poder adquisitivo. «Son personas acostumbradas a una calidad de servicio muy alta y aquí, por el mismo precio, no tiene la misma atención», prosigue este patrón. Entre los clientes, hay a veces, personas de avanzada edad o con problemas de movilidad.
El sector lamenta que Ibiza, además de que no dispone de pasarelas seguras y de carácter público para embarcar y desembarcar a los clientes, cuenta con «muy pocos puertos» -en total, hay tres: en Sant Antoni, Vila y Santa Eulària- en los que amarrar las embarcaciones. «Aunque eso suponga pagar más por el amarre con la licencia», añade Carlos.
No obstante, reconocen que al navegar todos hacia la misma dirección (en contra de la dirección del viento), eso significaría una imposibilidad de contar, aunque se decidiera ampliar los parques de boyas, con amarres para todos. Aún así, lamentan tener que suplir esa necesidad con «anclas y metros y metros de cadena».
En este sentido, desde el grupo de patrones critican que se dan «injusticias», como que el espacio natural se privatice en manos de solo ciertas personas y empresas, lo que supone una «especie de doble moral».
La información del mar llega a través de uno de los cuatro o cinco grupos de WhatsApp que tienen creados para dialogar muchos de los patrones de las islas. A través de este canal se informa del rumbo que marca la rosa de los vientos, la situación durante de la temporada y se reparten servicios. «A veces uno dice que un cliente necesita un transfer de urgencia porque tiene que ir a Formentera, si no puede uno, pues va otro», comenta Carlos. «El año pasado, se cayó un perro a mar mientras navegaban, nos avisaron, y otro patrón lo salvó», relata.
El compañerismo entre patrones es generalizado y en conjunto se apenan de que, desde el exterior, algunos casos puntuales les hagan acarrear con cierta «mala fama». Esto, en referencia al yate que embarrancó hace unas semanas en el islote de s’Espalmador.
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