Investigación
Una ‘sonda marciana’ para captar bichos en sa Conillera
Una ‘trampa’ electrónica ‘captura’ insectos en sa Conillera cada siete minutos: las 196 fotografías que toma al día, de las que sólo el 3,8% son útiles, son enviadas a un servidor de la UIB, donde son analizadas
Como el robot de la NASA ‘Perseverance’, pero estática y con sólo dos cámaras en vez de 23. Y lo más importante: en lugar de torbellinos de polvo y el amanecer marciano, capta bichos. El entomólogo Miguel Ángel Miranda (profesor del área de Zoología de la UIB que imparte las asignaturas de Zoología I y II y Parasitología) describe a las trampas de insectos que su equipo ha instalado en cuatro puntos geográficos de Balears, entre ellos sa Conillera, como «las sondas en Marte». Y sí, se parecen en muchas cosas: operan en lugares remotos y de difícil acceso (por supuesto, más en el lejano planeta) y captan por sí solas lo que sucede a su alrededor.
La misión de sus «trampas electrónicas automáticas», bautizadas como ‘Bioview’, es ‘capturar’ insectos, pero sin dañarlos: sólo los fotografía. Toman 196 imágenes al día. Unas ocho cada hora. Una cada siete minutos y medio. 71.540 al año. Están programadas para disparar toda la jornada, incluso de noche. No para: «Cada vez que la cámara hace una foto, activa una luz, un flash, de manera que congela bastante bien el movimiento. Y por la noche tiene una luz para atraer a los insectos nocturnos. Así puede funcionar las 24 horas, de día y de noche».
Cinco trampas
El proyecto fue financiado entre 2018 y 2022 por la Fundación Biodiversidad y su objetivo es el estudio de la entomofauna de sitios remotos mediante sistemas electrónicos no destructivos. Se eligieron tres islotes para instalarlas, uno en cada una de las principales islas de la Comunitat: sa Conillera en Ibiza, Dragonera en Mallorca y s’Illa d’en Colom en Menorca, además de otra en el parque natural de s’Albufera (Mallorca) «para poder realizar pruebas piloto con las trampas desarrolladas», y otra en el campus de la UIB «para poder hacer mejoras y cambios, es experimental», detalla Miranda.
Del total de fotografías, el 3,8% ‘atrapa’ algún artrópodo»
‘Perseverance’, dirija donde dirija su cámara, algo capta. Las ‘Bioview’, no: «Del total de fotografías, el 3,8% ‘atrapa’ algún artrópodo». Eso significa que sólo retratan insectos en 7,4 de las 196 fotos que realiza al día la ‘sonda marciana’ de sa Conillera: «No parece mucho, pero cuando cuentas todas las que ha hecho te percatas de que es muchísima información capturada. Más que ir un par de días cada seis meses a un islote para hacer una campaña». Visto así, la cosa cambia: en medio año, la ‘sonda’ de sa Conillera hace 1.340 imágenes válidas.
34 familias de insectos y cuatro de arácnidos en sa Conillera
En todo Balears, el sistema Bioview ha permitido registrar «la presencia de 14 órdenes de artrópodos», y los grupos con mayor representación en los muestreos electrónicos han sido los dípteros e himenópteros. Según explica Virginia Picorelli, técnica de las Reservas Naturales de es Vedrà, es Vedranell y los islotes de Ponent, durante los años 2021 y 2022 llevaron a cabo salidas de campo en sa Conillera como parte del proyecto ‘Desarrollo de sistemas electrónicos no destructivos para el seguimiento de insectos bioindicadores en zonas remotas de interés natural de las Balears’. Identificaron nueve órdenes de la clase Insecta y dos de la clase Arachnida. En total se determinaron al menos 34 familias de insectos y cuatro de arácnidos». Picorelli estima que hay alrededor de 98 especies diferentes en ese islote.
«Parece mentira que enviemos cohetes hasta Marte pero que la tarea de muestrear un islote sea tan complicada, tanto a nivel logístico como humano. Sólo desplazarte hasta allí resulta muy complicado"
Miranda considera que el sistema ‘Bioview’ ha demostrado «ser un buen complemento de los sistemas de muestreo tradicionales que requieren visitas frecuentes a los islotes». Sus fotos se envían automáticamente, mediante conexión 4G o 5G, a un servidor que hay en la UIB, lo que permite a los investigadores ver en tiempo real lo que va ‘cayendo’ cada día sin tener que desplazarse hasta sa Conillera: «Parece mentira que enviemos cohetes hasta Marte, pero que la tarea de muestrear un islote sea tan complicada, tanto a nivel logístico como humano. Sólo desplazarte hasta allí resulta muy complicado: nosotros tenemos que ir desde Mallorca a Ibiza, y desde allí al islote, lo cual depende del estado del mar y de la meteorología». No siempre lo consiguen: hace unos días, y debido a la alerta naranja, tuvo que suspender la visita a sa Conillera para recoger la trampa «y realizar una serie de mejoras en la electrónica y cambiar las cámaras por otras que tienen mayor resolución».
Todo tipo de insectos
El equipo de Miranda trabaja con este tipo de trampas electrónicas desde 2014: «El primer proyecto era para detectar la mosca del olivo. Las mejoramos después con financiación de la Fundación Universidad Empresa. A partir de ahí, las modificamos para que fueran generalistas y sirvieran para muestrear cualquier tipo de insectos en lugares remotos»
Tiene una cámara tanto para los insectos aéreos como para los terrestres: «Una enfoca unas placas de color con las que se atrae a los bichos. Y esas placas de color albergan la electrónica que tiene una cámara que fotografía el suelo. Aprovechamos así el aparato al máximo, pues capta tanto insectos voladores como caminadores». Se tratan de un sistema de bajo mantenimiento y automatizado que dispone de placa solar para generar energía.
Inteligencia artificial
Y no mata bichos: «Queríamos que no fuera destructivo. No tiene ninguna gracia cargárselos para muestrearlos. Entre otras cosas porque tampoco podríamos ir cada cierto tiempo a limpiar la trampa y recoger las muestras». Su objetivo es «que vayan enviando fotografías a la UIB para poder tener series de datos muy largas y analizarlas».
En 2023 inició un nuevo proyecto, financiado por la Direcció General de Recerca, Innovació i Transformació Digital del Govern, aún más ambicioso: «La intención es que el análisis se haga ahora mediante inteligencia artificial, de manera que la propia máquina pueda diferenciar dónde hay un insecto y dónde no lo hay y, en la medida de lo posible, que catalogue y clasifique los insectos que fotografíe, por ejemplo que identifique si es un escarabajo, una mosca, un saltamontes…». ¿Y nuevas especies?: «Tiene sus limitaciones. Los grandes son fáciles de identificar, los pequeños es más complicado. Lo importante es poder disponer de series temporales a largo plazo. Quizás no llegues hasta la especie, pero siempre que tengas algo de información, será mucho más que lo que tendrás no yendo al islote, que es cero».
¿Hay un declive de insectos?
Inicialmente, intentaron que la ‘sonda’ hiciera fotos cada vez que captara movimiento, «pero era complicado debido al diferente tamaño de los insectos. La tecnología de ese momento no parecía la más adecuada para detectar el movimiento de un gran rango de tamaños, por lo que se optó por hacer fotos cada cierto tiempo».
Las series temporales les permitirán, además, «contar con patrones estacionales para saber si realmente hay un declive de insectos», tal como temen algunos investigadores. «Dentro de una década o de 15 años podremos saber si los patrones realmente han cambiado», añade.
Las series temporales les permitirán, además, «contar con patrones estacionales para saber si realmente hay un declive de insectos»
De momento, ninguna sorpresa. Todos los artrópodos fotografiados son los que esperaban: «Se ha confirmado la presencia de los grupos mayoritarios que ya conocemos. Y eso es lo que queríamos, no que fuera una trampa que sólo captara cierto grupo. El objetivo es que refleje la densidad de los principales grupos de los islotes: primero, los dípteros, luego los coleópteros, hormigas… Algunos grupos serán más difíciles de capturar porque son muy minoritarios. Habrá que confirmar su presencia in situ, por ejemplo de los que no son atraídos por el color».
Ampliarán el proyecto a los parques naturales, por lo que instalarán una trampa en ses Salines, otra en Cabrera y otra en la Albufera de es Grau (Menorca). Las trampas también poseen un sensor de temperatura, de manera que también reporta información de esa variable. «Que sepa —indica—, no existe nada parecido en Europa. Es una tecnología muy puntera. Hay trampas parecidas, pero son específicas de algunos grupos de insectos, sobre todo de plagas. Y ninguna colocada en sitios remotos».
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