Acaba, como cada mañana durante la temporada, de preparar y servir los desayunos (sus cafés tienen fama) de su hostal en Sant Antoni, de propiedad familiar. Le ayudan su hermana y su tío. Atiende en inglés e italiano con fluidez.
Llegados al 31 de agosto [día en el que tuvo lugar esta entrevista] ¿Qué balance hace de esta temporada?
Positivo. Ha sido una temporada buena. Las ocupaciones han sido buenas, parecidas a las de los años prepandemia. Hay satisfacción en el sector.
Se han escuchado algunas quejas respecto a la ocupación, pero según los datos de llegadas al aeropuerto, cada vez llegan más turistas.
La expresión que más se ha utilizado este verano es que ha sido una temporada rara. Rara no significa mala. Simplemente, diferente. Ha sido rara por el comportamiento que ha tenido la demanda. Hubo un flujo de reservas muy fuerte en marzo, abril y mayo, lo que hizo prever que esta temporada sería espectacular, incluso mejor que la de 2022. Pero al llegar mediados de mayo, las reservas se pararon. Eso provocó que todo el mundo se asustara. Ahora sabemos que septiembre se está vendiendo muy bien y será un mes bueno, pero la temporada alta, julio y agosto, costó más venderla… aunque al final se ha vendido. El flujo de reservas para septiembre es muy bueno: para la primera quincena está prácticamente todo vendido.
Y ese susto de mayo, ¿causó pánico y precios a la baja?
Dependiendo de la estrategia que tuvo cada empresa, cadena y casa, en temporada alta hubo variaciones en el precio. Pero por lo general ha sido una temporada buena. Los datos de julio y agosto han sido positivos. No se pueden comparar con los de 2022, porque fue el año de la recuperación, excepcional, en el que todo el mundo quería salir de casa y gastar, pero son datos similares a los de 2018 y 2019. Somos un destino estable y no podemos querer incrementos de ocupación todo el tiempo.
Pero ese susto no aparece reflejado en los precios: 230 euros de media, 600 en el caso de los cinco estrellas, 209 en los cuatro estrellas y 200 en los de tres en julio. Son más altos que otros años.
Lo bueno que tiene Ibiza es su diversidad. Algunos no tuvieron que tocar los precios gracias a su estrategia de marketing y otros que sí. Este año, lo que se ha hecho es mucho trabajo de estrategia porque costaba vender.
¿Qué tipo de estrategia?
De precios. El que no subió sus tarifas en esa época en la que hubo el aluvión de reservas, quizás no los tuvo que bajar. Y, al contrario, el que los subió mucho quizás los tocó al final porque no vendía. Ha sido un año curioso para los que trabajamos en el revenue managment porque hemos comprobado como, al final, el precio no es fijo y se adapta a la demanda. En 2022, como no sabíamos qué pasaría, el precio inicial fue bajo, pero cuando la temporada explotó y había muchísima demanda, subieron.
¿Son caros los hoteles de Ibiza?
La planta hotelera de la isla ha subido mucho de categoría en pocos años a partir de inversiones muy costosas. Lo normal es que se suban los precios. Nuestros precios no son comparables con los de cualquier lugar de la Península, entre otras cosas porque nuestros costes son mucho más elevados y han aumentado mucho más que allí, por ejemplo el de los materiales de construcción, el de los suministros, la mano de obra… No se puede querer una planta hotelera de calidad y criticar sus precios. Además, las subidas no suponen una mejora de la rentabilidad, pues sirven para pagar esas inversiones y esos sobrecostes.
¿Y ese aumento de pasajeros no está ligado al incremento de la oferta ilegal?
Por un lado, se ha producido un descenso de la estancia mínima, que ha pasado a un máximo de tres o cuatro días de media, lo que provoca que el número de pasajeros aumente. Pero está claro que se baten récords de afluencia en el aeropuerto mientras los hoteles, por el contrario, se ven obligados a hacer estrategias para vender los meses de julio y agosto. ¿Dónde están esos pasajeros? En la oferta ilegal. Hay una proliferación que va a más y que es muy difícil de parar. Aquí, además, nos afecta a la hora de alojar a los residentes, funcionarios y a nuestros trabajadores.
Y no parece que haya solución.
El Consell está trabajando mucho en este sentido. Están detrás y tienen mucha voluntad. Pero es muy difícil arreglarlo. Nosotros pedimos que el que alquila un piso sin licencia turística tenga miedo a que lo pillen y a las consecuencias.
No parece que teman nada.
Ha habido unas cuantas multas importantes que espero que tengan un efecto disuasorio.
Si se consiguen cobrar.
Eso es… En eso están. Pero hay voluntad para atajarlo.
Puede llegar a afectar a la convivencia y crear turismofobia, como en otros lugares del país.
El intrusismo es muy preocupante. Como no se busque una solución o se sea muy contundente tendremos problemas, a la larga, importantes y difíciles de revertir. Por ejemplo, a este paso no podremos encontrar personal. El convenio de hostelería de este año contenía una subida del 8,5%, pero venimos de una subida de un 17% en los últimos cinco años. Podemos mejorar la calidad y condiciones del trabajador, pero si todo el sueldo, por mucho que gane, lo tiene que invertir en una vivienda, no vendrá. Eso es un gran problema.
En la reunión celebrada el pasado 10 de agosto con el Consistorio, usted pidió hacer cumplir las ordenanzas, mejorar el orden público con un incremento de la presencia policial y controlar «los efectos colaterales que causan determinados establecimientos que no cumplen». ¿No se cumplen la ordenanzas? ¿Hay pocos policías? ¿A qué establecimientos que no cumplen se refería?
En todos los destinos siempre hay cosas que mejorar. Siempre. El destino debe mejorar constantemente. La mejor promoción se hace en el destino. Si a un cliente no le gusta lo que ve, no vuelve. Hay que mejorar en más presencia policial. No digo que no hagan esfuerzos en este caso, pero lo pedimos porque es nuestro trabajo. Debe haber mejoras en limpieza e imagen de las fachadas. Son cosas que dice cualquier ciudadano que resida en el pueblo, no sólo yo. Hay ordenanzas que prohíben ir sin camiseta y todo el mundo va sin ella. Es una cuestión de cumplir y de orden público. Y nuestro trabajo es decirlo.
¿Qué establecimientos no cumplen las ordenanzas?
Los que causan efectos colaterales en la vía pública.
Aseguran en Sant Antoni que incrementarán la plantilla de policías. ¿Es eso suficiente o también es necesaria más implicación?
Lo importante es que se optimicen los recursos que haya, aunque sean pocos. La presencia es muy importante para disuadir. Es importante que estén en los puntos que se considere que es necesaria una mayor presencia policial.
Una cosa es la presencia y otra que actúen.
Pedimos presencia. La presencia, al final, es disuasoria.
En aquella reunión hablaron del decreto de turismo de excesos, que el Govern va a revisar o modificar porque «no ha funcionado», según el alcalde y el propio ejecutivo balear. ¿Por qué no ha funcionado? ¿Qué hay que revisar?
La semana que viene la Asociación Hotelera de Sant Antoni tendrá una reunión para decidir si queremos que ese decreto se modifique o se derogue. Debemos concretar si es necesario que haya un decreto así para Sant Antoni. Hace unos días hubo una inspección de una docena de hoteles de esta localidad que están dentro de esa zona que contempla el decreto de excesos, algo que no había ocurrido nunca. Incluye cosas que son absurdas, como que tengas en el establecimiento un papel que advierta de que no se puede hacer balconing. Está fuera de lugar. Nosotros ya trabajamos para traer un tipo de cliente diferente. Si cuando llega le das ese papel con ese aviso, puede pensar que dónde se ha metido. Las inspecciones, además, deben centrarse en la oferta ilegal.
¿Cree que este año ha habido turismo de excesos?
[Sonríe, mira a la pared más próxima, se lo piensa un rato] Depende de lo que se considere que son excesos. ¿En Sant Antoni, en la isla? Lo que ha habido este año en Sant Antoni ha sido un turismo del cual nos habíamos olvidado. Tuvimos los dos años del covid y el de recuperación. Tres años en los que olvidamos cosas que ocurrían en el pasado y contra las que llevábamos años luchando para erradicarlas.
Circulan muchos vídeos sobre la venta de gas de la risa, peleas y excesos. ¿Son anecdóticos o cree que dibujan la realidad vivida este verano en Sant Antoni?
Son vídeos que ni nos gusta ver, ni que se difundan, ni que ocurra lo que se ve en ellos. Son hechos puntuales. Pero otra cosa es la cuestión de los globos del gas de la risa, que sí que vemos cada tarde y cada noche. Es un problema con el que hay que acabar. Lo que es cierto es que hay voluntad y predisposición a escucharnos por parte del Ayuntamiento.
«Queremos destacar la poca implicación del concejal de Turismo, que no sé si es que no le preocupa el tema o qué, pero no ha intervenido en la reunión. Echamos de menos un poco de interés, ya que es nuestro concejal», declaró usted al término de esa reunión celebrada el pasado 10 de agosto. Cuatro días después, vuelven a reunirse y Sant Antoni envía una nota de prensa en la que se dice que «la presidenta de la asociación hotelera, Ana Gordillo, aprovechó el encuentro para aclarar las últimas declaraciones en prensa, agradeciendo al concejal de Turismo, Miguel Tur, toda la labor realizada durante los últimos años y dándole todo su apoyo para que siga trabajando para la mejora de nuestro municipio». ¿Fue así? ¿Con qué versión hay que quedarse?
No voy a hablar de este tema.
¿Tras aparecer eso en este diario, tuvo presiones para rectificar? ¿De qué tipo?
No voy a hablar de este tema.
El Ayuntamiento ha aprobado una partida de un millón de euros para la reconversión del West. ¿Qué le parece? ¿Se reducirá así el turismo de excesos?
Los hoteles de la isla han hecho, en muy poco tiempo, una renovación de la planta hotelera muy grande. Simplemente, porque la demanda lo pedía. Nos hemos tenido que adaptar. Este cambio de modelo turístico, este aumento de la categoría, también debe ir acompañado de inversión pública para mejorar las zonas. Por eso, ese millón de euros en el West es una noticia muy buena. Seguro que mejora lo que hay ahora allí, que es necesario.
¿Cree que hay masificación en verano y que hay que pararla o corregirla de alguna manera?
Muchas veces, esa sensación de masificación se debe al caos ocasionado por unas carreteras que no están adaptadas a la temporada alta, y por los insuficientes aparcamientos públicos en playas y zonas turísticas. Lo que sucede en el aeropuerto también provoca esa sensación. Cuando hablo del aeropuerto me enervo. Es una vergüenza. Un día salí de allí cabreadísima. A principios de temporada ya intentamos tener una reunión con la directora del aeropuerto, que aún no nos ha dado cita. Un destino como Ibiza no puede tener el aeropuerto en esas condiciones, es una vergüenza. El invierno hay que aprovecharlo para tener las cosas listas cuando empieza la temporada. Lo del aeropuerto clama al cielo. Es como si se pusieran a levantar carreteras en pleno mes de agosto. Hay obras públicas que no se deben hacer en los meses de temporada.
Ley turística: ¿qué le ha pedido a Marga Prohems que cambie?
La circularidad no debe ser una obligatoriedad. Tanta burocracia está asfixiando a las empresas. Nos obliga a tener a una sola persona dedicada exclusivamente al papeleo. Por eso y por los costes elevadísimos que se disparan cada año, es normal que algunos empresarios se planteen deshacerse del negocio. Y ahí están los fondos buitre esperando. Es una lástima. En cuanto a la moratoria de plazas, nosotros defendemos suprimirla y volver a un crecimiento turístico moderado. Para nada debe limitarse ni se puede hablar de un techo turístico, pues es absurdo cuando hay una proliferación de plazas ilegales. Primero controlemos las ilegales y luego hablemos de las legales.
Aprovechará, supongo, para reclamar cambios en el impuesto de turismo sostenible.
Queremos que lo que se recaude en la isla se quede aquí. Y ante la oferta ilegal que hay, es imprescindible que quien llegue al aeropuerto, lo pague. No es normal que únicamente se castigue a los hoteles.
¿Nota alguna mejora en la isla tras las elecciones?
Sobre todo en Vila. Hay que destacar la labor que hace allí el alcalde, Rafael Triguero. Nuestros asociados nos han trasladado el cambio y la mejora que se está experimentando allí en cuanto a la limpieza, especialmente en la zona de ses Figueretes, donde además están muy contentos con la presencia policial. Triguero ha llegado con mano firme. Esperemos que continúe así porque, como he dicho antes, la mejor promoción es el destino. Esa es la actitud, todo es cuestión de voluntad. Y Santa Eulària sigue siendo ejemplar, una referencia en cuanto a imagen y limpieza para la mayoría de los consistorios de la isla.