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Con o sin restricciones, la Marina sigue igual

El final de las restricciones de tráfico de las 6 hasta las 18 horas en el barrio de la Marina no ha supuesto, de momento, un aumento de la clientela ni una mejora en el negocio de los comerciantes

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Imágenes del barrio de la Marina en Ibiza. Toni Escobar

Hace un mes y una semana que el Ayuntamiento de Ibiza anunció el fin de las restricciones al tráfico entre las 6 y las 18 horas en el barrio de la Marina. Fue una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo gobierno municipal encabezado por Rafael Triguero y, de esta manera, se atendía a una petición de las asociaciones de comerciantes del barrio. «Queremos que los comercios puedan recibir a todos los clientes que quieren visitarles» y «devolver el sentido común a estos barrios para abrirlos a todas las personas», dijo el alcalde durante la presentación de esta medida, el pasado 10 de julio.

Cinco semanas más tarde, las cosas en la Marina siguen igual. Por ejemplo, no ha cambiado el problema crónico del aparcamiento. Ayer, a las 9.45 horas de la mañana, las plazas de aparcamiento que hay en la zona liberada al tráfico estaban todas ocupadas y, a lo largo de la mañana, la rotación de plazas fue escasa. Tampoco ha aumentado la circulación de vehículos y el principal movimiento lo protagonizan los vehículos de carga y descarga.

La calle Guillem de Montgrí, con todas las plazas de aparcamiento ocupadas. Toni Escobar

«Aquí todo sigue igual», comenta Judith Gironès, trabajadora de la tienda de ropa Quicksilver, situada en la calle Riambau: «No he notado ningún cambio, e incluso diría que está peor porque nos han quitado plazas de parking en esta calle para reservarlas a los transfers de los restaurantes de Dalt Vila». Para esta trabajadora, la medida es inútil si no se acompaña de un aumento de las plazas de aparcamiento: «El problema es dónde poner estas plazas de parking, porque aquí no hay sitio. Esto tiene una solución muy complicada».

Una visión que coincide con la de Antonia Martínez, trabajadora del comercio Gerry Saint Tropez, situado en la calle Bisbe Cardona esquina con Riambau: «Esta señal nueva que han puesto», se refiere a la reserva de cuatro plazas para transfers: «Es guardarle sitio de parking a los ricos, a las furgonetas negras. El único cambio que he visto es que ahora la policía se hincha a multar y a llevarse los coches que aparcan aquí». Esta dependienta deja su vehículo en es Gorg todas las mañanas, cuando viene a la Marina a trabajar: «Aparcar aquí es imposible».

«Yo tampoco he notado nada», señala un restaurador del barrio que prefiere no dar su nombre: «¿El cambio? Ni para bien ni para mal. Ni hay más tráfico ni hay más clientes». Para este empresario, el cambio no es sustancial: «En serio, ¿qué turista se mete en esta calle en coche? Hay que tener mucha fe o ser un ingenuo para creer que aquí puedes encontrar un sitio donde aparcar».

Un turismo en la calle Riambau, en la zona de circulación restringida de la Marina. Toni Escobar

Sin aparcamiento no hay solución

Anteriormente, durante la temporada turística, el acceso rodado estaba permitido solo a vecinos, y los no residentes tenían una limitación de 20 minutos para aparcar -pensado para los clientes de las farmacias y los comercios-, y solo podían circular los vehículos de carga y descarga de 7 a 11 horas y de 16 a 18 horas. Ahora la circulación es libre de 6 a 18 horas, y permitida solo a los vecinos el resto de la jornada. El tramo abierto al tráfico es de 550 metros, y es un recorrido en forma de U, con entrada y salida desde la calle Comte de Rosselló, y que discurre por las calles Aníbal, Antoni Palau, Josep Verdera, Sa Creu y Riambau. El resto de las calles del barrio de la Marina están peatonalizadas.

«Es que si no hay sitio para aparcar, no sirve para gran cosa», explica Basi Fontarosa, encargada del negocio Zoom Foto. Esta comerciante, una de las veteranas del barrio, se manifiesta partidaria de la decisión adoptada por el Ayuntamiento, aunque admite que, a efectos prácticos, de momento el resultado ha sido nulo: «Estoy a favor de que dejen entrar a la gente y abrir el barrio, pero si no hay aparcamiento, no cambia nada».

Para Fontarosa el problema de la Marina es de más amplio calado: «Antes este era un lugar de paseo para los vileros. La gente venía del Eixample hasta aquí a comprar. Ahora, de Vara de Rey no pasan. Muchos comercios han desaparecido y se han sustituido por negocios sin arraigo, que vienen aquí a especular. Esto se ha convertido en una milla de oro, los alquileres son carísimos. Costará cambiarlo».

Rosa Torres, dependienta de la Papelería Verdera, otro negocio histórico del barrio, coincide en que los cambios han sido imperceptibles: «Yo no he notado nada. Ni más coches, ni más movimiento, ni más clientes, ni nada».

Basi Fontarosa, encargada de la tienda Zoom Foto. D.V.

Felicitas Marcavillaca, dependienta del comercio Ceràmiques Es Test, de la calle del Mar. D.V.

Imma, trabajadora de una tienda de souvenirs de la calle del Mar, aplaude la decisión del Ayuntamiento de levantar las restricciones al tráfico rodado, pero su percepción es idéntica a la de otros comerciantes: «No hemos notado nada. Misma circulación, misma gente. Ni yo misma sé qué cambios han hecho», admite. Para esta trabajadora, lo que sí se nota es la llegada de un crucero: «Esos días sí que sube la caja», aunque por la noche la cosa baja: «Antes cerrábamos a las 2 de la noche, y ahora lo hacemos a las 0.30».

La vida sigue igual

«Los coches dan vueltas y vueltas para nada, porque no hay dónde aparcar», coincide Felicitas Marcavillaca, dependienta de la tienda Ceràmiques Es Test, que también coincide en que lo que realmente notan los comerciantes de la Marina es «cuando llega un crucero». Para ella, lo único positivo de la nueva medida es que «ahora los trabajadores de carga y descarga no tienen que ir con tanta prisa».

«La verdad es que ni me había enterado», confiesa Laura Mariño, encargada de la tienda de joyas Alexiane Bijoux, en la calle Aníbal: «Tampoco he notado cambios». «Todo sigue igual», coincide Lorena Forero, dependienta del comercio Hitch Ibiza, también en la calle Aníbal: «Yo vivo en Vila y vengo andando aquí, que es como se llega desde la ciudad. Los clientes pasan igual, con coche o sin coche».

Desde el Ayuntamiento de Ibiza, por su parte, se valora en positivo la entrada en funcionamiento de la medida. No habla de su posible repercusión en los comercios del barrio, pero sí que considera que se ha traducido en una mejora de la circulación: «Con esta actuación se ha conseguido un tráfico más fluido en la zona durante las mañanas, ya que antes se concentraba entre las calles Vicent Ramon Bartomeu y Bartomeu Roselló hasta la calle Diputado José Ribas. En cambio, debido al cambio de horario el tráfico está menos congestionado al poder circular por la Marina».

Además, el Consistorio agradece a las asociaciones vecinales y de comerciantes de la zona «su postura conciliadora y sus iniciativas para mejorar su barrio y les recordamos que el nuevo equipo de Gobierno siempre tiene las puertas abiertas para recibirles y escuchar sus propuestas».

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