Vivienda en Ibiza: «Vivo en una furgo, como casi todos aquí»
Los primeros socorristas de la temporada para las playas de Santa Eulària realizaron ayer las pruebas para acceder a las plazas para iniciar su actividad la semana que viene. La mayoría vive en su vehículo

Mira aquí todas las fotos de las pruebas para la selección de socorristas en una playa de Ibiza / J.A. Riera

«Vivo en una furgo, como casi todos aquí». Nicolás lo dice con naturalidad, sonriendo, dando a entender que es lo que hay, ¿qué le vamos a hacer? Mientras lo explica va estirando, calentando los músculos. En unos minutos se lanzará al agua, que sigue fría, para realizar la prueba física de socorrista para el Ayuntamiento de Santa Eulària. La Cruz Roja, encargada del servicio de vigilancia de playas del municipio, realizó ayer las pruebas para cubrir el inicio de la temporada.
De la veintena de personas que participaron en las pruebas este medio habló con cuatro. Tres de ellas dormían en un vehículo durante toda la temporada. Lo excepcional ya es habitual.
Furgonetas y caravanas
Es la cuarta temporada de Nicolás en Ibiza, que el año pasado decidió por primera vez pasar el invierno en la isla. Es por ello que ha cambiado su antigua furgoneta camperizada por otra más grande. «La otra no tenía ducha», explica. Con la nueva es más sencillo hacer vida, dentro de lo que supone vivir en una furgoneta.
Este argentino, nacido en Buenos Aires, indica que esta es su única opción para poder trabajar en Ibiza. El año pasado trabajó en un chiringuito de playa para complementar su salario de socorrista. Este año ha subido el sueldo tras la firma del primer convenio para socorristas de Balears en 2022, pero aún así asegura que si surge alguna oportunidad de trabajar a tiempo parcial la cogerá.
El convenio colectivo del sector de vigilancia acuática y socorrismo de Balears fija un salario base 1.335 euros mensuales para los socorristas, con un plus transporte 65 euros.
«El tema de la vivienda aquí es un desastre -explica-. Ahora he visto que te cobran 600 euros por compartir una cama, ni siquiera tienes una habitación para ti». Así que, mientras siga esta situación dice que se seguirá apañando con su furgoneta. Todavía él tiene suerte, «hay quien vive en su coche y también quien vive en el bosque en una tienda de campaña», explica.

Pruebas para la selección de socorristas. / J.A. Riera
Carmen María es la única mujer haciendo la prueba para este primer turno de socorristas. Lleva diez años viniendo a trabajar como socorrista a Santa Eulària. «Soy la que vive en su furgoneta», dice, dando a entender que no es la primera vez que lo cuenta ante los medios de comunicación su caso.
El excesivo precio de la vivienda es, una vez más, el motivo de tener una residencia nómada. «El sueldo es justo y no puedes permitirte pagar 500 euros cuando cobras 1.000». La aritmética es sencilla.
Con este mismo sueldo en Murcia sí podría tener una vivienda y trabajar de lo que le gusta, pero la isla le tira mucho. «Esa primera experiencia que tuve con 23 años en Ibiza hizo que me enamorase de la isla, de la energía que tiene y del ambiente». Aquí sigue, a pesar de las dificultades.
Chelo («nombre de batalla en la playa») vive en Mallorca pero viene a hacer la temporada como socorrista a Ibiza. Lleva 20 años vigilando la seguridad de los bañistas en todas las islas de Balears.
En Ibiza empezó tras pasar por Formentera. Allí le daban vivienda, aquí empezó durmiendo en una tienda de campaña en el bosque y este año dispone de una autocaravana prestada. ¿Vale la pena el cambio? «Echando cuentas a final de año sí, en Formentera el servicio dura cuatro meses y aquí hacemos casi siete».
Un trabajo vocacional
A Chelo el mar fue lo que le llevó a trabajar de socorrista. En su Argentina natal y en Uruguay vivió cerca del mar y veía «a los salvavidas cómo actuaban, cómo salvaban vidas, la adrenalina...» todo eso le enamoró de este trabajo.
Ahora se pasa los inviernos entrenando, profesionalizándose y haciendo nuevos cursos.

Pruebas para la selección de socorristas. / J.A. Riera
A cualquiera que se quiera dedicar al socorrismo le recomienda «desde luego que no lo haga por dinero», es una profesión «vocacional». «Ser socorrista es mi vida, encontrarme con los compañeros, las reuniones y el afrontar el día a día en la playa, que el que empiece debe tener en cuenta que no es tan bonito como en el curso».
De la piscina a la playa
El único novato como socorrista de playa que había en las pruebas celebradas ayer, era Antonio Marín. También el único consultado que vive en una casa.
Empieza este año a trabajar en la arena, pero lleva una década recorriendo las piscinas de toda la isla también como socorrista. «Este año doy el salto. Creo que la playa encaja más conmigo».
Aunque se considera afortunado, sabiendo la situación de muchos de sus compañeros, tampoco es para tirar cohetes. «La situación es muy mala y, al final, en esta isla uno vive para trabajar», lamenta, «eso no es vida».

Carmen María y Chelo posan junto a la torres de socorrista. / J.A. Riera
Para el portavoz de Socorros y Emergencias de Cruz Roja, Pablo Ariel Scarfo, el problema principal que tienen para completar plantillas es la vivienda. «Cubrimos la plantilla con mucha gente de fuera y el tema de la vivienda es un hándicap grande. El salario ha mejorado pero sigue sin ser un sueldazo. Realmente es gente a la que le gusta esto y se buscan la vida para estar aquí».
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