El 25% de la flota de mercancías de Ibiza y Formentera está parada por falta de conductores

La dificultad para encontrar chóferes, el incremento de costes y la falta de polígonos industriales, merman a las empresas de transporte locales

Camiones de mercancías en el puerto comercial de Eivissa.

Camiones de mercancías en el puerto comercial de Eivissa. / J.A.Riera

David Ventura

David Ventura

Uno de cada cuatro vehículos de transporte comercial de Eivissa está parado porque no hay nadie que los quiera conducir. Es el cálculo que realiza José Raya, presidente de los transportistas pitiusos, englobados en la Pimeef, y portavoz del sector, quien explica que encontrar personal es imposible y ve el problema como prácticamente insoluble.

«Entre camiones pesados y ligeros, hablamos de 900 vehículos», explica Raya, «y comentándolo con los asociados, me dicen que tienen entre el 20 y el 30% de la flota parada». El principal problema es, para sorpresa de nadie, la falta de vivienda y el elevado coste de la vida, que han convertido a las Pitiüses en un destino laboral a evitar y, a la vez, merma la competitividad de las empresas locales: «Una empresa de Cuenca, por poner un ejemplo, le paga una nómina a un transportista de 1.300 euros. Nosotros debemos pagar nóminas de 1.800».

Además, cuando empieza la temporada turística, los conductores huyen del sector del transporte de mercancías y se pasan en masa al taxi. «A partir de abril, la falta de personal va a peor», señala Raya, «justo cuando tenemos más trabajo, a la que se abren las licencias estacionales los conductores dejan el transporte y se van al taxi. No podemos competir con eso».

Tener los vehículos parados es dejar de ganar dinero, pero para Raya, al margen del lucro cesante, hay algo mucho peor: «Trabajas todo el día rozando el infarto. No alcanzas a atender a tus clientes, todo el mundo llamando, todo el mundo enfadado. Ofreces un mal servicio y te sientes mal. Trabajar así es triste».

Tacógrafos y polígonos

Los transportistas tienen más caballos de batalla, -«esto da para escribir un libro», bromea el portavoz ibicenco- y uno de ellos es el de la obligatoriedad del uso del tacógrafo, que la ley europea exime en aquellas islas que sean más pequeñas de 2.300 kilómetros cuadrados, lo que incluye a Eivissa.

El resumen es que los trabajadores del transporte tienen la obligación -y el derecho- a descansar nueve horas seguidas dos días a la semana, once horas en otros tres días, y 45 horas seguidas el fin de semana. Unas condiciones que, según Raya, en Eivissa son inviables: «Subes al ferry a las 9 de la noche y bajas a las 3 de la mañana. Solo has parado seis horas. Cuando desembarcas ya has roto las horas de descanso. Si te para la policía, te pueden caer 2.000 euros de multa».

El portavoz de los transportistas niega que el rechazo al tacógrafo sea para evitar controles laborales, sino por las características del trabajo en una isla del tamaño de Eivissa, y piden acogerse a la misma excepción de la que ya goza Formentera: «No es que queramos ir sin tacógrafo. Queremos llevar tacógrafo y tenerlo en funcionamiento cuando trabajamos en la península. Pero en Eivissa, al ser una isla pequeña, su uso es inviable». ¿La consecuencia? «Se está cargando de denuncias a las empresas, y eso al renovar las tarjetas de transporte -las licencias- es un problema».

Un conflicto que la semana pasada trasladaron al conseller balear de Movilidad, Josep Marí Ribas, en la asamblea general de la Federación Empresarial Balear de Transportes que se celebró en Palma: «El conseller nos dijo que entendía nuestras quejas», aunque el portavoz de la patronal es escéptico sobre la posibilidad de una solución a este conflicto.

El otro dolor de cabeza es la escasa y envejecida infraestructura de polígonos industriales que existe en Eivissa, donde se construyó el último polígono hace veinte años. Una queja recurrente de la Pimeef y a la que todavía no se ha puesto solución. Según José Raya, la infraestructura en la isla está «obsoleta». «En Eivissa tenemos las mejores discotecas, los mejores hoteles, pero no tenemos unos polígonos decentes -resume-. Es que no hay, y la consecuencia es que se están haciendo un montón de trabajos industriales en suelo rústico porque no hay naves logísticas para poder trabajar bien».

Unas infraestructuras pequeñas, dispersas y envejecidas, que dificultan todavía más el trabajo y suponen una pérdida de tiempo y dinero: «Un camión se carga en cinco minutos y aquí tardamos media hora».

Los problemas no terminan aquí, y Raya recuerda también el incremento de precios de las piezas de recambio, del combustible y de los talleres mecánicos: «Los gastos han subido un 20%, y nosotros hemos subido las tarifas un 6-8%». No pueden subir más los precios porque compiten con empresas de la península más grandes y que tienen costes más baratos. Su único consuelo es que, al menos, las ayudas prometidas por el Gobierno central y el balear se pagaron con celeridad. Algo es algo.

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