Vivienda u En busca de alojamiento para la temporada

Se alquila habitación en Ibiza: abstenerse no veganos

Uso limitado de la cocina, prohibición de invitar a un amigo a tomar un café, presentar la nómina o trabajar fuera de casa y en horario de oficina son algunas de las exigencias de quienes alquilan habitaciones

Una mujer busca un alquiler en Ibiza a través de un portal inmobiliario.

Una mujer busca un alquiler en Ibiza a través de un portal inmobiliario. / Pau Ferragur

Marta Torres Molina

Marta Torres Molina

«Este es un apartamento tranquilo y limpio, por lo tanto, sólo estamos interesados en recibir a personas que respeten nuestras ‘Reglas de la Casa’. En caso contrario, se procederá a la expulsión de la habitación y la pérdida de la fianza. ¿Está de acuerdo con estas condiciones?». Así de claro lo deja el anuncio, en un portal inmobiliario, de un piso compartido en la calle Vénda dels Coloms, en Santa Eulària, en el que alquilar una de las tres habitaciones es más complicado que superar los doce trabajos de Hércules. O, más bien, las doce pruebas de Astérix. La casera, Tina, una particular (de hecho, pide que no le hagan perder el tiempo: «No soy un agente inmobiliario»), exige a quienes quieran alojarse en una de las tres habitaciones conocer la empresa en la que trabajan, ver la nómina y referencias. «Antes de concretar una cita se envía un formulario que hay que rellenar con cuidado y que incluye las reglas de la casa y las condiciones detalladas», insiste en la larguísima descripción.

«No se admiten visitas». Ésta es la norma que debe cumplir el inquilino de una pareja que alquila una habitación con baño privado en un dúplex en Platja d’en Bossa. Es decir, que aunque la persona (exigen que sea un chico) va a tener que pagar 825 euros al mes por una habitación en un piso compartido, no puede llevar a nadie a la vivienda. También se especifica que para poder vivir ahí le tienen que gustar los perros, aunque no se aceptan inquilinos con animales.

«Sólo fines de semana: viernes sábado y domingo», reza el anuncio de una habitación en Can Sire, en Jesús, por la que se piden 950 euros al mes. Casi mil euros por una habitación para tres días a la semana, idea en la que insisten: «Habitación doble, cómoda, bonita y equipada para fines de semana». Además, por si a alguien se le pasa por la cabeza que sea un error y que en realidad se alquile toda la semana, reitera María, la casera: «Abstenerse otras opciones». Huele a cama caliente. La misma arrendadora ofrece otra habitación en el mismo piso de Jesús pero sin limitaciones de días y por el mismo precio.

Ni menores ni parejas ni visitas

No poder subir a nadie y no poder llevar mascotas son dos de los requisitos más repetidos en los anuncios de personas que alquilan habitaciones en la isla de Ibiza. También que no se admiten menores, un eufemismo para indicar que no se admiten familias. Muchos, además, detallan específicamente que los alquileres son para una persona. Es decir, que no se aceptan parejas que compartan habitación. Algunos de quienes están buscando alojamiento se quedan bastante sorprendidos cuando sus posibles caseros les dicen que no podrán invitar a amigos o familiares a la vivienda. Una prohibición que les afecta únicamente a ellos, ya que quien alquila el cuarto sí les dice sin ningún reparo que subirán amigos, familiares y pareja. La consabida ley del embudo.

Los requisitos que exigen algunos arrendadores a la hora de buscar inquilino alcanzan cotas surrealistas. Sólo hay que leer el anuncio de Paola, que alquila una habitación en un piso de dos cuartos ubicada en la calle del Músic Fermí Marí. Pide por el alojamiento, con baño privado y plaza de parking, la nada desdeñable cantidad de mil euros mensuales. Más dos meses de fianza. Incluye internet, pero la luz y el agua hay que pagarlas. Y la arrendataria exige que su inquilina cumpla diez requisitos: «Chica de 35 a 51 años, muy amante de los animales (hay dos gatos), vegetariana o vegana, extremadamente limpia o ordenada, no fumadora ni consumidora de ningún tipo de drogas, muy responsable, no puede traer a nadie a casa, que trabaje fuera de casa y en horario oficina o comercio (no noche), no es para parejas ni se pueden traer ni parejas ni familias ni amigos, no gente fiestera». Algunas de las condiciones que exige, como la del vegetarianismo, el horario de trabajo y la prohibición de subir a nadie al piso, ni a tu madre a tomar un café, las detalla en mayúscula, no vaya a ser que alguien luego se haga la sueca. En el anuncio se ha olvidado de indicar que se abstengan, también, cocinillas, visto un comentario que incluye al final y que indica que «se podría hacer un uso limitado de la cocina». Al igual que Tina, la del anuncio de la habitación en Santa Eulària, la arrendataria parece ser víctima del síndrome de ‘Gran Hermano’, ya que, cual Mercedes Milà del alquiler en Ibiza advierte de que si no se cumplen las normas de la vivienda le dirá aquello de «debe abandonar la casa... ¡La inquilina!».

Suscríbete para seguir leyendo