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Ibiza en la ITB: Los alemanes, «muy sensibles a las oscilaciones de precios»

Políticos y empresarios del sector mantienen los pronósticos de Fitur: será una buena temporada a pesar del incremento de precios que anuncian todos los establecimientos para compensar la inflación

El estand de Eivissa en la ITB. J. M. L. R.

Ay si Ibiza fuera Mallorca, suspiran los ibicencos en la ITB. Cómo añoran los pitiusos aquellos alemanes que, en masa, llegaron con el primer boom turístico, incluso aquellos que, aprovechando los vuelos directos de AirBerlin, permitieron vivir una segunda edad de oro de teutones en la isla.

‘Peix sec’ y ‘orelletes’ en el estand balear. | J.M.L.R.

La conectividad lo pone difícil, así que hasta que no se vuelva a obrar el milagro (ver página 1), al menos habrá que mantener los 300.000 que habitualmente se reciben. Pero para ello hay un problema añadido: «Los alemanes son muy sensibles al precio, los que más». Lo dice Alejandro Sancho, presidente de Fomento de Turismo, pero también el resto de la comitiva ibicenca y formenterense. Es el turista que «más castiga las oscilaciones de precios», indica, así que vienen curvas, pues los hoteleros están afilando cuchillos de cara a la temporada con subidas en consonancia con la inflación, lo que, sumado a las tarifas ya altas, augura una pataleta del cliente alemán.

El presidente del Consell habla con la presidenta balear. | J.M.L.R.

Eso sí, «tienen en cuenta la calidad», de manera que si el precio está acorde, tampoco ponen muchas pegas y «responden». Es algo en lo que Ibiza ha ganado enteros en los últimos años: «Ya no estamos por debajo de Mallorca», afirma Sancho. Hace 15 años era otra cosa: «Por entonces, los turoperadores alemanes fueron los primeros en reclamarnos más alojamientos de cuatro estrellas. Siempre nos soltaban eso y que querían paquetes familiares».

Para Vibra Hotels, los alemanes suponen sólo el 5% de sus clientes, indica David Muñoz, director Comercial y de Marketing de la cadena. Van más a Platja d’en Bossa y Vila que a Sant Antoni, donde no se sienten tan a gusto con tantos británicos. Sus ventas con alemanes van «muy bien» para 2023, asegura, sobre todo tras emplear el canal de la turoperación «muy pronto y con unas tarifas muy competitivas». Porque esa es otra de sus peculiaridades: son más de TTOO que de venta directa.

Alejandra Ferrer, consellera de Turismo de Formentera, tiene claro que viene a Berlín a «reforzar y recuperar» el terreno perdido en la pandemia. Ya han logrado allí que vuelvan neerlandeses y franceses como antes del covid: «Pero los alemanes van más lentos». Reconoce que uno de los hándicaps, aparte de la conectividad, es el precio: «Lo miran mucho, y con ello el lugar adonde van». Abonados a los paquetes turísticos, Ferrer cree que hay que «optar por aquellos que prefieren crear su propio viaje». Lo que tiene claro es el avance del mercado portugués, sobre todo tras asistir a la feria de Lisboa: «Esperamos que se coloque en el cuarto lugar» como país emisor.

Quizás falle también el mensaje, como pudo comprobar Juan Miguel Costa, director insular de Turismo, tras exponer en una charla (en alemán, aprendido cuando era director de un agroturismo por aquello de que sus clientes eran mayoritariamente de esa nacionalidad) la apuesta de Ibiza por un turismo vinculado a la naturaleza. Nada más acabar, una periodista alemana le contó estar sorprendida por lo que contó y por el video publicitario de Ibiza que se vio en la pantalla del estand de Balears: «Me dijo que de la isla sólo conocía los estereotipos de la juerga y ni se imaginaba que tenía otras caras, como las de la naturaleza de lugares como Sant Joan y Santa Eulària».

Para la cadena THB, los alemanes eran, hace una década, su segundo mercado. Ya son los cuartos. ¿Por qué? Ya saben: los precios. «Holandeses y británicos no se lo miran tanto. Los alemanes son más conservadores», cuenta su director comercial, Juan Carlos Miralles. Y este año la cadena subirá, sí o sí, sus tarifas: «Sabemos que eso afectará». THB no tiene hoteles familiares en Ibiza, los preferidos por los germanos, sino sólo para adultos, a pesar de lo cual representan un 15% del total de sus clientes, más que en Vibra: «Tienen una media de edad de entre 30 y 50 años». El Naeco, un cuatro estrellas de Sant Antoni, «está enfocado» para alemanes, «para no tener tanta dependencia del turista británico».

Las ganas vencen a los precios

¿Puede realmente frenar la llegada de turistas a Ibiza el aumento de los precios? Vicent Marí, presidente del Consell, cree que ya no tanto: «Ahora, viajar es una cuestión prioritaria. La pandemia ha alterado nuestra visión de la vida y viajar se ha convertido en algo necesario, incluso para los alemanes». Marí está seguro de que el turismo «no se verá afectado este año» y que «la isla será un destino prioritario».

Y todos parecen darle la razón. «Hay muy buenas perspectivas para 2023», afirma Rosana Morillo, secretaria de Estado de Turismo y exdirectora balear de ese departamento: «Las sensaciones para el verano son muy buenas. Los datos, muy positivos, si bien es cierto que el mercado alemán está siendo más lento que otros en recuperarse. En enero se empezó a acelerar el ritmo de subidas en reservas, con una tendencia de recuperación ya casi completa para el año 2023, dentro del entorno volátil en el que nos movemos».

«Las previsiones son muy buenas. Será una temporada de consolidación», apunta Iago Negueruela, conseller balear de Turismo, que respecto a las reservas explica que «cada vez hay más last minute. El mercado cambia, la comercialización evoluciona, pero nuestros empresarios se adaptan. Lo que sigue igual es la apuesta por estas islas».

Coincide Alejandro Sancho, a «falta de ver cómo evoluciona el turismo alemán», pues el británico va como un tiro, indica. Carmen Ferrer, alcaldesa de Santa Eulària, cree, además, que se adelantará la temporada gracias a las pruebas deportivas de abril, de manera que «en mayo estará ya todo casi abierto». Son también optimistas en Vibra: en su caso, más si se mira a 2022 que a 2019, comenta David Muñoz. Los precios de los vuelos, advierte, ya son un freno «para algunos grupos» de incentivos.

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