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Memoria histórica

Una piedra para cada asesinado por pistoleros fascistas en Ibiza

Colocadas cinco nuevas piedras de la memoria en cuatro municipios de Ibiza en recuerdo de Antoni Ramon, Francisco Costa, Vicent Riera, Eulària Marí y Bárbara García, asesinados durante la Guerra Civil «por pensar de manera diferente»

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Galería de imágenes del recuerdo a los asesinados por los fascistas en Ibiza

La conselleria balear de Memoria Democrática ha colocado cinco nuevas Piedras de la Memoria (Stolpersteine) en cuatro pueblos de Eivissa en homenaje a cinco víctimas de la Guerra Civil y la represión franquista. La primera, en Sant Antoni, donde se instaló una ‘piedra de los tropiezos’ (se sitúa ligeramente elevada sobre la superficie del suelo) en memoria de Antoni Ramon Prats, asesinado el 21 de enero de 1937 por pistoleros fascistas. El stolpersteine, de acero inoxidable (los dorados son en recuerdo de las víctimas del nazismo), fue colocado en el cruce de la calle Progreso con el Passeig de ses Fonts, donde vivió Ramon.

Al acto acudieron miembros de la familia de Ramon, como su nietos, Joan y Lina Ramon Prats, muy emocionados porque, al fin, disponían de un lugar donde recordar a su abuelo. El cuerpo de Ramon nunca fue encontrado. Su hijo, Antoni, de 91 años, no pudo asistir al acto debido a complicaciones derivadas de su edad, pero Lina Ramon le recordó emocionada: «Nuestro padre estaría orgulloso de que por fin haya un lugar donde donde poder visitar a nuestro abuelo. Su lucha era que algún día se reconociera la muerte de su padre». «Aquello no debió pasar nunca», lamenta.

La familia llevó una foto enmarcada de su abuelo. Joan Ramon fue el encargado de depositar la piedra de la memoria en el hueco abierto para ella. Después, los asistentes colocaron claveles rojos sobre ella. «Es un acto de justicia después de tanto tiempo», de «reconocimiento», de «dignificación», según su nieto, que ayuda a empezar a cerrar «las heridas abiertas». La principal, no saber dónde reposa su cuerpo.

Juan Pedro Yllanes pidió «disculpas» a la familia por «llegar tarde». «Deberíamos haberlo hecho hace tiempo»

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Juan Pedro Yllanes, conseller de Memoria Democrática del Govern balear (también estuvo presente el director general de Memoria Democrática balear, Marc Andreu Herrera) pidió «disculpas» a la familia por «llegar tarde». «Deberíamos haberlo hecho hace tiempo», lamentó. El propósito de los stolpersteine, recordó, es «perpetuar el recuerdo» de aquellas personas que fueron asesinadas en la Guerra Civil por «pensar de manera diferente».

Estas son las víctimas a las que se ha reconocido mediante la colocación de las piedras de la memoria en los respectivos municipios (Sant Antoni, Sant Jordi, Sant Miquel y Sant Joan) donde vivieron:

Fue ejecutado «entre la cárcel de Eivissa y el cementerio, dentro del coche en el que le llevaban», posiblemente al intentar escapar

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Sant Antoni: Antoni Ramon Prats

Nacido el 15 de junio de 1901 en Sant Antoni, murió el 21 de enero de 1937 en Eivissa, pero no fue inscrito en el registro de defunciones de la isla hasta el 15 de marzo de 1951. Era un hombre muy alto, de 1,94 metros de altura. Fue el primero en enarbolar la bandera de la República cuando fue proclamada en 1931. Según su familia, fue ejecutado «entre la cárcel de Eivissa y el cementerio, dentro del coche en el que le llevaban», posiblemente al intentar escapar. Dentro de aquel coche iban tres pistoleros, tres asesinos responsables de buena parte de los asesinatos cometidos en Eivissa entre septiembre de 1936 y marzo de 1937. Ramon era pescador en el llaüt ‘El bohemio’, amarrado aun hoy en día en el muelle del Nàutic de Sant Antoni, un barco en el que escaparon a la Península numerosos ibicencos antes de que desembarcaran los nacionales el 20 de septiembre de 1936. Según su familia, durante el breve dominio republicano (agosto de 1936) Ramon escondió a un sacerdote a petición de la madre de este (maestra del pueblo) en Ca na Portas, pero fue descubierto. Trasladado a Vila, el religioso fue asesinado. La familia del cura le denunció posteriormente. Detenido, una veintena de vecinos pidieron su liberación a Rafael Serrano de la Parte, agente del Cuerpo de Investigación y Vigilancia de infausto recuerdo que lideró buena parte de la represión. Ramon fue asesinado el día de Santa Agnès. Según su familia, «lo enterraron como a un perro, en una fosa común del cementerio de Vila», según les contó un testigo. No les entregaron su cuerpo. Es otro de los desaparecidos de aquella época.

Le detuvieron unos hombres jóvenes, vestidos de negro, con botas negras y altas y un fusil al hombro que llegaron a Can Coves a bordo de un coche negro

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Sant Jordi: Francisco Costa Torres, ‘Xico Coves’ (Sant Jordi)

Nacido en 1908, fue vocal del Comité Revolucionario de Sant Jordi y Sant Francesc. Albañil, fue presidente de la Unión de Campesinos de esas localidades. Murió el 17 de febrero de 1937 en Eivissa tras una saca: «Los fascistas le pegaron un tiro», cuenta Antoni Cardona en ‘La mirada del basilisc’. No se anotó su muerte en el registro de defunciones hasta el 31 de octubre de 1946. Como a Antoni Ramon o como a Miquel Tur, le detuvieron unos hombres jóvenes, vestidos de negro, con botas negras y altas y un fusil al hombro (según los testimonios) que llegaron a Can Coves a bordo de un coche negro: «Ese vehículo te aterrorizaba solo con verlo porque todos sabíamos que en él se llevaban a la gente para matarla», describió el pintor Rafel Tur Costa en el libro ‘Els Morts’. En sus ventanillas, en lugar de cristales había telas para taparlas. Una mujer escuchó cómo le cosían a tiros en la tapia del cementerio de Vila.

Sant Jordi: Vicent Riera Torres, ‘Joveria’

Nacido en 1895 y jornalero, en la causa general se asegura que fue asesinado «tras ser liberada» Valencia por el bando nacional. Se le seguía una causa por haber sido gestor del Consistorio de Sant Josep durante el periodo republicano de la Guerra Civil, por ser miliciano armado e ir con pistola y por haber detenido al capellán de Sant Josep, José Serra, junto a otros milicianos.

Con nocturnidad, las trasladaron en un camión hasta el cementerio de Vila, donde las mataron

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Sant Miquel y Sant Joan: Bàrbara García Doreto y Eulària Marí Torres

Fallecida en octubre de 1936 a la edad de 29 años, Bárbara García era natural de Eivissa y vivía en Sant Miquel (la placa fue instalada en la calle Eivissa). Según su familia fue fusilada la noche del 2 de octubre de 1936 junto a otra mujer, Eulària Marí Torres, con la que fue recluida en una caseta de Sant Joan que había frente a Can Tirurit. Con nocturnidad, las trasladaron en un camión hasta el cementerio de Vila, donde las mataron. La vivienda de García fue desvalijada al día siguiente (su marido, José Estela, El Mahonés) estaba embarcado en un mercante de línea), una práctica que se repitió en varios casos en la isla durante aquellos años (tanto en casas de asesinados como de represaliados). Fue enterrada en una fosa común. Su hija llevaba velas en su recuerdo a la tapia cada 2 de octubre. Como se guardaba un hermético silencio sobre su fallecimiento, llegó a creer que el nombre de su madre aparecía en la placa de la catedral que recuerda a quienes fueron asesinados por los republicanos entre agosto y el 13 de septiembre de 1936. Como causa de su muerte se argüía que García robó la emprendada de la Virgen de la iglesia de Sant Miquel, aunque luego se supo, demasiado tarde, que fue otra persona quien la sustrajo. En cuanto a Eulària Marí Torres, tenía 28 años cuando la mataron. Algunos testimonios dicen que le cortaron la cola de su melena. Su placa fue colocada ayer en la calle Mossèn Vicent Ferrer i Guasch de Sant Joan.

Enric Mayans Vilàs, cuñado de Diego Ponce de León, halló su cadáver en una fosa común. Lo reconoció fácilmente por su barba y por la boina que siempre llevaba puesta

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Eulária Marí y Bárbara García fueron fusiladas aquella noche junto a Diego Ponce de León (en este caso no hay aún una placa a su nombre), farero (lo fue de es Botafoc y la Mola) natural de Santa Pola, Alicante, que en esa época tenía 60 años y vivía en el número 8 del paseo de Vara de Rey de Vila. Su cuerpo sí fue encontrado. Enric Mayans Vilàs, su cuñado (Ponce de León estaba casado con Pepita Mayans), halló su cadáver en una fosa común. Lo reconoció fácilmente por su barba y por la boina que siempre llevaba puesta. Mayans lo trasladó desde allí al panteón familiar del cementerio viejo de Vila.

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